Dieta climariana

El cambio climático cala cada vez más hondo en la conciencia de toda la sociedad. Y es que ya no es algo de lo que sólo oímos hablar, sino que estamos siendo testigos y viviendo en primera persona los efectos que tiene en el medio ambiente, tales como fenómenos atmosféricos extremos, inundaciones, sequía, y olas de calor. Pequeños gestos como una alimentación responsable, o también llamada dieta climariana, hace que reduzcamos la emisión de gases de efecto invernadero provocada por una alimentación poco sostenible.
- El consumo intensivo y el cambio climático
- El término dieta climariana: comer pensando en el medio ambiente
- Como seguir un patrón alimentario climariano
El consumo intensivo y el cambio climático
La actividad humana en el planeta acelera el cambio climático, y el sector alimentario tiene una gran parte de responsabilidad por su emisión de gases de efecto invernadero. Está claro que este sector, o mejor dicho, el sistema general de consumo en el que nos encontramos actualmente no es la vía que debemos seguir promocionando. Los resultados en un corto espacio de tiempo han sido alarmantes. La población crece y, con ella, la producción, el uso y el consumo abusivo de todo. Es difícil mantenerse impasible ante todo esto, y son cada vez más las personas que se suman a nuevos movimientos que surgen con un objetivo claro: intentar reducir la huella ambiental y hacer un consumo sostenible.
El término dieta climariana: comer pensando en el medio ambiente
Con la intención de poner freno a esto, surgen tendencias de consumo alimentario que priorizan el respeto y el cuidado del medio ambiente y basan la alimentación en este principio Y en este contexto es donde aparece el término “climariano”, referido a la persona que hace sus elecciones alimentarias dando preferencia a aquellos alimentos que menos impacto medioambiental tienen.
Como seguir un patrón alimentario climariano
Para sumarnos a esta corriente de dieta climariana, podemos basarnos en el dicho “pequeños gestos, grandes cambios”, pues es en el día a día donde hemos de aplicar los siguientes hábitos de consumo:
- Elegir productos de proximidad. Se trata de priorizar aquellos alimentos que podemos obtener con una mínima implicación logística (embalaje, transportes, …), que se producen o recolectan en zonas cercanas al punto de venta, evitando aquellos que provengan de regiones o países lejanos.
- Reducir el consumo de carne. El impacto de la producción de carne en el medio ambiente no puede pasarse por alto, sobre todo cuando hablamos de grandes explotaciones ganaderas, responsables de más emisiones de gases de efecto invernadero que la mayoría de otras fuentes alimentarias. Es cuestión de reducir el consumo de carne, y optar por otras fuentes proteicas que no necesariamente han de ser de origen animal. Por ejemplo, las legumbres, que son buena fuente de proteínas vegetales. Además, su cultivo tiene ciertas ventajas frente al de otras especies vegetales, jugando un papel importante en la recuperación de suelos deteriorados, pues se consideran buenas aliadas en los cultivos rotatorios porque aumentan el contenido de nitrógeno en el suelo de manera natural y favorece la salud del suelo.
- Escoger alimentos de temporada. Consumiendo alimentos de temporada, y más si son de producción local, ayudamos a reducir el impacto medioambiental producido por el transporte, así como el derivado de las infraestructuras agrícolas necesarias para cultivar los alimentos fuera de su período natural. Además, los alimentos de temporada se encuentran en las mejores condiciones de frescura, tienen mejor sabor y un óptimo valor nutricional.
- Utilizar menos plástico. Entre lo que tarda en degradarse y el uso abusivo que se hace de él, se ha convertido en uno de los contaminantes que despierta más rechazo y preocupación. En el sector de la alimentación encontramos grandes cantidades de embalajes de plástico, y en un supermercado es difícil comprar productos que no lo contengan. Hay tres hábitos sencillos y fáciles de aplicar que pueden ayudar a cambiar el uso abusivo de plástico: usar bolsas reutilizables; gestionar bien los residuos en el hogar y escoger alimentos a granel o con poco embalaje.• Reciclar. Es una actividad bien sencilla que ayuda a ahorrar toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero. Aumenta el compromiso con el medio ambiente y, por suerte, son cada vez más los que se preocupan por hacer una buena gestión de los residuos generados en el hogar.
- Apostar por la agricultura ecológica. Es más respetuosa con los ciclos de la tierra, y no contamina tanto el medio ambiente. Se basa en los cultivos rotativos no intensivos y en la fertilización de la tierra con abonos orgánicos, adaptándose a las condiciones de cada lugar. La agricultura ayuda a conservar y a ampliar la variedad de plantas destinadas a la agricultura y respeta el hábitat de las especies animales y vegetales silvestres que conviven alrededor de los cultivos.
Según esto, no parece tan difícil seguir este tipo de dieta climariana. Son pequeños cambios en nuestros hábitos diarios los que van a hacer mucho por cuidar mejor el medioambiente.