¿Es seguro beber café durante la lactancia?

La nutrición en el primer año de vida es muy relevante para el crecimiento y desarrollo del lactante. Además, respetar una alimentación adecuada es clave para sus funciones digestivas, metabólicas y renales.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la leche materna es el alimento ideal para los recién nacidos. Tal es así, que recomienda la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida y hasta los dos años de manera complementaria. Esta aporta los nutrientes necesarios para el óptimo desarrollo del bebé así como anticuerpos, enzimas, factores de crecimiento y hormonas. Su composición está adaptada tanto a las necesidades nutritivas como a las características digestivas del lactante.
Los niños amamantados son menos propensos a padecer algunas enfermedades durante la infancia y la edad adulta. Además, la lactancia materna también confiere beneficios a la madre: ayuda a la recuperación post-parto, tiene un efecto protector frente a varias enfermedades y contribuye a crear vínculo con el bebé.
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Requerimientos nutricionales y consejos dietéticos durante la lactancia
Durante la lactancia, es recomendable que la madre siga una alimentación variada y suficiente para cubrir las necesidades adicionales. Las reservas generadas en el organismo durante el embarazo influyen en la calidad de la leche materna. Por lo que, la alimentación durante el embarazo también tiene como función crear las reservas necesarias para que la lactancia sea viable. En caso de que la madre tenga malnutrición, disminuirá el volumen de leche segregado.
En esta etapa, aumentan las necesidades calóricas e hídricas así como de algunos micronutrientes:
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A nivel calórico, se estima que es necesario ingerir 85 kcal por cada 100 ml de leche producida. Aproximadamente, se producen entre 500 y 700 ml de leche al día. Una parte de la energía se obtiene a través de la dieta y otra proviene de la mobilización de las reservas.
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A nivel hídrico, la mujer que amamanta necesita consumir una mayor cantidad de líquido, lo cual se manifiesta en un estado de sed frecuente. Durante la lactancia se recomienda consumir unos 700 ml adicionales de agua al día.
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Otros nutrientes que merecen especial atención durante esta etapa son las proteínas, el yodo, el calcio, el hierro, la vitamina A, la vitamina C y el folato.

¿Qué alimentos se deben evitar durante la lactancia?
Es preciso limitar o evitar el consumo de algunas sustancias que pueden ser nocivas para el lactante, al excretarse a través de la leche materna. La prohibición más evidente es el alcohol, ya que puede perjudicar gravemente el desarrollo cerebral del bebé. También es imprescindible dejar de fumar, pues la composición y cantidad de leche materna se ve alterada con el hábito tabáquico. Además, aumenta el riesgo de enfermedades respiratorias, bajo peso y muerte súbita del lactante.
Algunos alimentos pueden modificar el sabor de la leche materna. Es el caso del ajo, la cebolla, las coles, los espárragos y las comidas picantes. No son nocivos para el bebé aunque pueden provocar rechazo por la alteración del olor y/o del sabor de la leche. En algunos casos, es recomendable restringirlos por un tiempo.
En el caso que nos ocupa, el café es uno de los principales interrogantes para las madres lactantes. Esta bebida, consumida en todo el mundo, forma parte de la rutina de muchos. En la población general, una ingesta moderada de café se ha relacionado con múltiples beneficios para la salud. Aún así, su tolerancia depende del individuo y hay quienes son muy susceptibles, pudiendo notar malestar intestinal, nerviosismo, taquicardia, etc.
El postparto es una etapa de adaptación a la nueva realidad. Comporta muchos cambios en las rutinas de los padres y es habitual dormir menos. Elevar el consumo de café para sobrellevar la falta de sueño no es una buena idea. Cuando una madre que amamanta ingiere café, una parte de la cafeína pasa a la leche y, puede ser consumida por el lactante. Cuantos menos meses de vida, menos tolerantes son a la cafeína y más puede tardar su organismo en desecharla. La cafeína puede causar irritabilidad, nerviosismo e insomnio al bebé. De todos modos, la susceptibilidad puede variar de un individuo a otro.
Tanto la Academia Americana de Pediatría como la Asociación Española de Pediatría (AEP), coinciden en que el consumo de café no está contraindicado en la lactancia. Sin embargo, es preciso no consumir más de 300 mg de cafeína al día. La cantidad de cafeína varia según el tipo de café, pudiendo contener entre 60 y 170 miligramos por taza. Por lo tanto, 300g de cafeína equivalen a 2 o 3 tazas de café aproximadamente.
Es recomendable espaciar al máximo las tomas de pecho con el consumo de café. Otra estrategia es sustituir el café natural por café descafeinado o alternar su consumo. Una taza de café descafeinado, si bien es cierto que contiene algo de cafeína, no suele superar los 7 miligramos.
Merece la pena recordar que la cafeína, así como otras metilxantinas, está presente en otras bebidas como el té, bebidas energizantes a base de cola o guaraná, en el cacao y sus derivados. De manera que es oportuno vigilar el sumatorio final de cafeína diaria independientemente de la fuente proveniente.
Para concluir, recalcar que amamantar es mucho más importante (por los beneficios que confiere tanto al lactante como a la madre) que la posibilidad de que el bebé reciba una pequeña cantidad de cafeína, siempre y cuando no llegue a provocarle síntomas.
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