Grupos de riesgo a la deshidratación

El agua es el componente mayoritario, cuantitativamente hablando, del cuerpo humano -aproximadamente, el 60% en hombres y el 50% en mujeres del peso corporal-.
En el cuerpo humano no existe un mecanismo eficiente de almacenamiento hídrico, por lo que es necesario realizar un aporte constante de líquidos -a través de las bebidas o alimentos con alto contenido en agua-. El balance hídrico de nuestro organismo debe ser equilibrado: la cantidad de líquido aportada tiene que ser la misma que la perdida o eliminada.
La sed es una señal de alarma que aparece cuando el organismo ya ha perdido líquidos, es decir, que cuando aparece ya existe un cierto grado de deshidratación. Por ello, debemos ingerir líquidos de forma regular, antes de tener sed, con el fin de evitar la deshidratación y sus consecuencias.
Una leve deshidratación ya puede provocar, en mayor o menor medida, somnolencia, cefalea y fatiga extrema. A medida que ésta se incrementa se puede llegar a producir, entre otros problemas, alteración de la capacidad termorreguladora, disminución de la fuerza muscular, contracturas, golpe de calor, coma y muerte.
No hay establecidas ingestas recomendadas de agua. Las necesidades están determinadas por los factores que las modifican como la edad, sexo, estado fisiológico, composición de la dieta, enfermedades, condiciones climáticas, actividad física y cambios en el estado de nutrición que pueden ocasionar cambios importantes en el contenido y distribución del agua corporal. Sin embargo, a modo orientativo, se recomienda consumir de 2 a 2,5 litros de líquidos al día, lo que equivale, al menos, a ocho vasos de agua al día.
El ser humano, en estado normal de nutrición, puede sobrevivir de 60 a 70 días la privación total de alimento a base de consumir las reservas y gracias a una serie de mecanismos de adaptación que se ponen en marcha en caso de ayuno prolongado, pero no sobrevive más de 1 semana a la privación total de alimento y de agua.
En este sentido hay que destacar que existen grupos de población más vulnerables a la deshidratación, entre los que podemos mencionar:
- Los niñ@s: necesitan mayor proporción de agua en relación a su peso, porque su proporción de agua en el organismo es mayor, por su mayor superficie corporal y por su metabolismo.
- Las mujeres embarazadas: necesitan prestar especial atención a la evolución y al desarrollo del feto, ya que éste se ve influenciado por el estado de hidratación de la madre.
-La mujer en periodo lactante: necesitan un volumen mayor de agua para reponer la cantidad utilizada en la producción de leche. Además, el lactante es muy sensible a la falta de agua. Las recomendaciones para este grupo son en torno a 3 litros al día.
- Los ancianos: son más susceptibles a la deshidratación debido a las diferentes patologías, la pérdida de la sensación de sed, etc.
- Los deportistas: con una buena hidratación reducen el riesgo de lesiones, pero es importante no sobreestimar las pérdidas ya que una rehidratación excesiva también puede provocar problemas músculo-esqueléticos, como calambres, contracción muscular y debilidad.