Por qué no tomas leche si no tienes intolerancia a la lactosa

Es un hecho: nuestra sociedad está desplazando paulatinamente el consumo de productos con lactosa por su variante sin lactosa. ¿Por qué? Parece ser que tomar productos con la etiqueta “sin lactosa” ha pasado de ser una necesidad (para personas con intolerancia a la lactosa) a ser una moda infundada por el “boca- oreja”, la publicidad de productos alimentarios y el acceso a dudoso contenido en nutrición a través de webs, redes sociales, etc.
- ¿Qué es la intolerancia a la lactosa?
- ¿Cómo se diagnostica?
- ¿Qué personas pueden obtener un beneficio al excluir la lactosa?
- Entonces, ¿tiene ventajas consumir productos sin lactosa en personas sanas?
Entonces, ¿tiene ventajas consumir productos sin lactosa en personas sanas?
Ante este contexto, debemos conocer qué beneficios (si los hay) puede suponer llevar una alimentación sin lactosa en personas sanas (sin ser intolerantes) y en qué casos es realmente útil eliminar este componente de nuestra alimentación. A continuación, daremos respuesta a algunas preguntas frecuentes para justificar si es realmente necesaria su exclusión.
¿Qué es la intolerancia a la lactosa?
La lactosa es un azúcar disacárido presente en la leche de vaca, en la de otros mamíferos y en la materna. Además, podemos encontrar lactosa, en menos proporción en otros derivados lácteos como yogures, quesos e incluso añadida a alimentos como bollería, embutidos y productos precocinados.
Para digerir la lactosa, nuestro intestino posee la enzima lactasa, capaz de descomponer esta sustancia en sus dos componentes, glucosa y galactosa, para que puedan llegar al torrente sanguíneo fácilmente. Por ello, la intolerancia a la lactosa es la incapacidad de digerir esta sustancia de forma natural por un defecto en la actividad de la lactasa intestinal, que puede variar en función de nuestra etnia, edad (cuando nos hacemos mayores nuestra producción de lactasa disminuye), factores genéticos o por la aparición de otras enfermedades que afecten el intestino delgado.
¿Cómo se diagnostica?
Ante la sospecha de una intolerancia a la lactosa, se debe hacer un diagnóstico por parte de un médico especialista a través de la medición del nivel de hidrógeno en aliento ante la ingesta de lactosa, el test de acidez en las deposiciones o con una biopsia intestinal. Además, hay que tener en cuenta que esta intolerancia es muy personal y puede tener diferentes grados en función de las cantidades de lactosa que se toleran a diario, que pueden ir de uno hasta 12 gramos.
¿Qué personas pueden obtener un beneficio al excluir la lactosa?
Evidentemente, se debe minimizar o excluir este componente en aquellas personas que, como hemos comentado antes, tienen un diagnóstico de intolerancia a la lactosa certificado por parte de un médico. Sin embargo, a veces la intolerancia a la lactosa puede ser secundaria, es decir derivada de ciertas situaciones como:
- Personas bajo tratamiento oncológico ya que tienen mayor riesgo de padecer complicaciones intestinales a partir de la quimioterapia.
- Personas que tengan un déficit pasajero de lactasa debido a circunstancias relacionadas con alteraciones del tracto digestivo como infecciones víricas, gastroenteritis, presencia de Helicobacter pylori (bacteria intestinal), gastritis, etc. En estos casos esta intolerancia es secundaria y temporal por lo que, una vez restablecida la enfermedad, pueden recuperar su capacidad para tolerar la lactosa
- Patologías crónicas que afectan al intestino tales como: SIBO (sobrecrecimiento bacteriano intestinal), SII (síndrome del intestino irritable), celiaquía y enfermedad de Crohn.
- Niños que han nacido con una deficiencia congénita de lactasa y, por tanto, tendrán una intolerancia crónica a la lactosa.
Entonces,¿tiene ventajas consumir productos sin lactosa en personas sanas?
Los reclamos publicitarios que utiliza la industria para vender productos sin lactosa tienen poca evidencia si los aplicamos a personas sanas, por lo que la toma de productos sin lactosa en estos casos no tiene ningún beneficio añadido. A continuación, desmitificamos algunas de las promesas acerca de los productos sin lactosa:
- No son más “digestivos” que sus análogos con lactosa; en ese sentido la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha desautorizado esta alegación ya que no se ha demostrado que la ausencia de lactosa repercuta de forma positiva en la digestión de un individuo sano.
- No nos ayudan a perder peso: un producto “sin lactosa” puede contener igualmente azúcares (los propios de la leche) y un porcentaje de grasa igual que cualquier otro lácteo según si se consume entero, semidesnatado o desnatado.
- No nos ayudan a minimizar la hinchazón abdominal: si alguien experimenta hinchazón o gases de forma constante y sin estar relacionados con la toma de lactosa, se debería analizar qué otro componente de la alimentación o patología está provocando esta sintomatología.
- Por último, hay que tener en cuenta que el perjuicio que existe en torno a consumir productos sin lactosa cuando uno no es intolerante, es que el organismo podría empezar a producir cada vez menos lactasa, hasta el punto de que, al volver a ingerir un alimento con lactosa, se experimenten los síntomas de una intolerancia a la lactosa de forma temporal.