La vacunación no causa enfermedades neurodegenerativas

Os contamos que no hay evidencias de que las vacunas contra la COVID-19 causen un aumento del tamaño de los pechos ni enfermedades neurodegenerativas. También os explicamos que no hay pruebas de que los lípidos de la vacuna contra la COVID-19 de Pfizer provoquen desórdenes menstruales.
No, no hay evidencias de que las vacunas contra la COVID-19 causen un aumento del tamaño de los pechos
Se ha viralizado un vídeo en TikTok en el que una joven muestra, supuestamente, cómo le han crecido los pechos tras recibir la segunda dosis de la vacuna contra la COVID-19 de Pfizer. En los comentarios y en otros vídeos publicados en la plataforma, algunas mujeres afirman que les ha ocurrido lo mismo. Sin embargo, no hay evidencias de que las vacunas contra la COVID-19 causen que los pechos aumenten o se hinchen.
Si revisamos el prospecto de la vacuna de Pfizer publicado por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), podemos comprobar que la hinchazón o el crecimiento de los pechos de las mujeres no está entre los efectos secundarios descritos para esta vacuna. Tampoco en el caso de las otras vacunas contra la COVID-19 que están en uso en la Unión Europea (UE) y en España (Moderna, AstraZeneca y Janssen).
Sonia Baulies, ginecóloga y coordinadora de la Unidad de Ginecología Oncológica y Mastología de Dexeus Mujer, explicaba a Maldita.es que "si realizamos una búsqueda de algún estudio que informe de un posible efecto de la vacuna en el volumen de la mama veremos que no hay nada escrito al respecto, por lo que tal relación no ha sido identificada".
¿Por qué motivos puede cambiar el tamaño de los pechos? Según indicaba Baulies, el desarrollo de la glándula mamaria se debe al efecto de los estrógenos y la progesterona, que son las principales hormonas sexuales femeninas. "También pueden tener una cierta influencia en el crecimiento de la mama la hormona de crecimiento, la prolactina (que es la hormona productora de leche) o las hormonas tiroideas", apuntaba.
Si se producen cambios en los niveles de las hormonas mencionadas, "sí que podrían afectar al desarrollo del tejido glandular, como ocurre de forma fisiológica durante el ciclo menstrual, la gestación, la lactancia o la menopausia".
La ginecóloga afirmaba que también algunos medicamentos pueden relacionarse con el aumento del volumen de la mama como el tratamiento hormonal sustitutivo, algunos anticonceptivos y algunos antidepresivos. Pero recalcaba que "las vacunas del coronavirus no están compuestas por ningún tipo de hormonas, por lo que no pueden afectar al desarrollo ni al crecimiento de la glándula mamaria".
No, no hay ninguna evidencia de que la vacunación contra la COVID-19 cause enfermedades neurodegenerativas
Se ha difundido un supuesto estudio científico que concluye que la vacuna contra la COVID-19 de Pfizer podría causar enfermedades priónicas o neurodegenerativas como el alzheimer o la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Pero no hay evidencias de que sea así.
Un prión es un tipo de proteína que puede hacer que las proteínas normales del cerebro se plieguen de forma anormal. Según explica la Johns Hopkins Medicine en su web, "esta acumulación anormal de proteínas en el cerebro puede causar deterioro de la memoria, cambios de personalidad y dificultades con el movimiento". Las enfermedades priónicas pueden afectar tanto a humanos como a animales, como es el caso de la conocida como "enfermedad de las vacas locas".
En concreto, el supuesto estudio del que os hablamos mantiene que el ARN mensajero de la vacuna puede provocar que dos proteínas (TDP-43 y FUS) se plieguen "en sus configuraciones patológicas de priones" y que este plegamiento puede causar enfermedades como ELA o alzheimer, entre otras enfermedades neurodegenerativas.
No obstante, el texto no aporta evidencias de sus afirmaciones. José Ángel Morales García, doctor en Neurobiología del Departamento de Biología Celular de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, explicaba que el autor no da ninguna evidencia científica contrastada: "Durante todo el artículo se dedica a hipotetizar sin ningún tipo de fundamento. Todo el artículo se basa en ideas que se le van pasando por la cabeza y que ni demuestra ni contrasta".
Además, el artículo ha sido publicado en la revista Microbiology and Infectious Diseases, que es una "revista depredadora" perteneciente al grupo SciVision Publishers, que está incluido en la Lista Beall. Según explica Morales-García, este término se utiliza para designar a aquellas publicaciones que "sólo quieren hacer negocio publicando artículos científicos, independientemente de que lo que publican sea verdad o no". Este tipo de revistas no sigue el proceso habitual de la revisión por pares, que significa que al menos dos investigadores expertos en el mismo campo evalúan el trabajo de forma independiente.
A ello se suma que Bart Classen, su autor, es un conocido activista antivacunas en EEUU. De hecho, publicó un documento en el que relacionaba el uso de las vacunas con el desarrollo de diabetes, algo que ha sido refutado por el Instituto de Seguridad de las Vacunas de la Universidad Johns Hopkins.
Al revisar el prospecto de la vacuna de Pfizer, podemos comprobar que las enfermedades neurodegenerativas no están entre los efectos secundarios descritos para esta vacuna. Tampoco es el caso de las otras vacunas contra la COVID-19 que están en uso en la Unión Europea (UE) y en España (Moderna, AstraZeneca y Janssen). Además, estas vacunas han pasado por ensayos clínicos con miles de voluntarios en los que no se detectó ninguna relación con este tipo de enfermedades.
No, no hay evidencias de que los lípidos de la vacuna contra la COVID-19 de Pfizer causen desórdenes menstruales y enfermedades neurodegenerativas
Se ha viralizado un mensaje que indica que los lípidos de la vacuna de Pfizer se acumulan en los ovarios y en el bazo y causan "desórdenes" menstruales y "enfermedades neurodegenerativas". Pero no hay evidencias de que sea así.
Las nanopartículas de lípidos que contiene esta vacuna son "pequeñas partículas de grasa que se utilizan en las vacunas de ARNm para ayudar a transportar el ARNm a las células humanas sin que se degrade", según explicaba la Agencia Europea del Medicamento (EMA) a Maldita.es.
El mensaje que se está moviendo dice que los lípidos de la vacuna de Pfizer se acumulan en los ovarios y en el bazo. Para afirmarlo, se basa en una tabla en la que vemos el nivel de concentración de los lípidos ALC-0315 y ALC-0159 en diferentes órganos.
Si comparamos los niveles de concentración de lípidos en los ovarios y el bazo con otros órganos de la tabla, podemos observar que las cifras son mayores. Sin embargo, esto no significa que los lípidos de la vacuna de Pfizer se acumulen en esos órganos y puedan causar problemas menstruales o neurológicos.
Para empezar, esta tabla muestra la distribución de los lípidos de la vacuna en un experimento con ratas, no con personas. Sale de un documento publicado por la Agencia de Productos Farmacéuticos y Dispositivos Médicos (PMDA) de Japón en el que se presentan datos farmacocinéticos de la vacuna de Pfizer contra la COVID-19. La farmacocinética es la rama de la farmacología que estudia la absorción, distribución, transformación y eliminación de un medicamento en un organismo.
El contenido que se mueve sólo muestra una parte de la tabla de los resultados de este experimento. En la página anterior del documento, podemos consultar la distribución de los lípidos de la vacuna en otros lugares del organismo. Por ejemplo, las concentraciones detectadas a las 48 horas en las glándulas suprarrenales y en el hígado son similares a las de los ovarios y el bazo.
Roger Solanas, maldito experto en ensayos clínicos, explicaba a Maldita.es que los resultados del experimento muestran que el fármaco se distribuye bien y que no se acumula en ningún sitio, salvo en el lugar de la inyección. "Los resultados no son alarmantes", señalaba Salvador Bergoñón Fuster, maldito experto en investigación clínica y epidemiológica y profesor en el departamento de Farmacología de la Universidad de Barcelona.
Los expertos consultados por Maldita.es aseguraban que los datos del experimento con ratas no demuestran que la vacuna de Pfizer pueda causar trastornos en la menstruación de las mujeres. "No hay ninguna frase en todo el informe que sugiera eso, es más, no hay ninguna evidencia de que estos excipientes grasos causen efectos adversos en el ovario", afirmaba Solanas. Además, desde la EMA aseguran que en los ensayos clínicos de las cuatro vacunas contra la COVID-19 autorizadas (Pfizer, Moderna, AstraZeneca y Janssen) no se observaron cambios menstruales tras la vacunación.
El mensaje por el que nos habéis preguntado también asegura lo siguiente: "Se sugiere además que la acumulación en bazo provoca la aparición de priones que pueden afectar directamente al cerebro. ¿Se entienden las enfermedades neurodegenerativas?". Pero, tal y como os acabamos de explicar, tampoco hay evidencias de que los lípidos de esta vacuna puedan generar enfermedades neurodegenerativas.