Aprender a nadar

Siempre se ha dicho que nadar es uno de los deportes más completos. Lo puede practicar cualquier persona independientemente de la edad, con un mínimo de formación, y obtener beneficios a diferentes niveles. Aprender a nadar es sencillo si se conocen los ejercicios adecuados para introducirse en la natación de forma progresiva.
Beneficios de la natación
Las características del medio donde se practica es uno de los factores positivos para el organismo. Al nadar, el cuerpo no recibe impacto y por ello es un deporte ampliamente recomendado. Todas aquellas personas que sufren problemas articulares se benefician de su práctica. Además, es un medio en el que la falta de gravedad permite movimientos amplios, más amplios que en “seco” y, por tanto, se puede mejorar mucho a nivel de movilidad y de tonificación muscular. La natación también es un excelente ejercicio cardiovascular con todo lo que ello significa (control de la tensión arterial, mejora de la circulación….)
Estas particularidades hacen especial al agua y a la natación. No hay que olvidar que es importante saber nadar bien para que las propiedades mencionadas puedan aportarnos efectos positivos.
¿Cómo aprender a nadar?
Tirarse al agua por primera vez no es siempre fácil, y más teniendo en cuenta que la técnica de natación no es fácil y no siempre se han podido obtener unas mínimas nociones. Plantearse un plan de inicio en el ejercicio es fundamental en la natación. Para empezar, hay que pensar primero dónde voy a nadar (piscina o mar) y qué voy a necesitar.
Para un principiante, siempre será mejor una piscina. Es un espacio más controlado y suele existir supervisión por parte de profesionales. Además, el agua no está expuesta a las condiciones climatológicas cambiantes. En la piscina, no hay peligro de corrientes que puedan arrastrar al bañista, aunque ello no exime al nadador de ser responsable y consciente de que en el medio acuático siempre hay cierto peligro.
En cuanto a material y equipamiento, lo primero es el bañador. Cómodo y de la talla correcta para evitar estar pendiente de molestas “pérdidas”. En el caso de las mujeres, bañadores enteros o bikinis de natación en el que los tirantes son anchos o cruzados y se adaptan a la zona de las espalda y mantienen el pecho cubierto y bien sujeto.
Las gafas ayudan a evitar que los ojos se irriten por los productos químicos que se usan en las piscinas. Hay a quien le cuesta usarlas de inicio, pero es más que recomendable ya que si no se suele salir del agua con los ojos irritados. Además, en cuanto uno se acostumbra, permite abrir los ojos en el agua, lo que siempre proporciona una mayor seguridad, sobre todo en aquellas piscinas en las que se comparte carril, evitando así el más que probable “choque” con nuestro vecino.
El gorro suele ser una pieza imprescindible. Además de por tema de higiene, por comodidad. Cuando una persona lleva melena, se evita que al nadar se cruce el pelo por la cara.
Complementos como churros, planchas, corchos… pueden ser siempre útiles. Ayudarán a la persona que está aprendiendo a nadar a mantenerse a flote en el agua en momentos de más o menos cansancio. Además, los profesores los pueden usar para mejorar la técnica.
Ejercicios para aprender a nadar
Respecto a la propia técnica, conocerse y valorar si existen o no limitaciones es básico para saber qué estilo y técnica será la más adecuada. La natación nos ayudará a estar en forma. Es por ello que antes de meterse por primera vez en el agua se consulte con un profesional (el médico o el entrenador) ya que pueden dar las primeras pautas acerca de cual será el más adecuado. En general, espalda, braza y el crol son los más practicados. Cada estilo de natación tiene sus características pero tienen denominadores comunes.
Ante todo hay que estar relajado. De este modo, evitamos que los músculos estén tensos y se impida un correcto movimiento, y que antes de empezar ya se perciba la natación como un ejercicio incómodo. Colocarse en el agua, en flotación, para permitir un desplazamiento cómodo que se conseguirá moviendo brazos y piernas de un modo u otro dependiendo del estilo que se practique.
De inicio, será más fácil realizar desplazamientos cortos (a lo ancho de la piscina si se puede) para no agostarse ya que no sólo hay que desplazarse moviendo el cuerpo, sino que además hay que respirar. Se podría decir que la respiración es una de las técnicas más complejas que tiene nadar. En general, al hacer ejercicio físico no se respira de modo adecuado, pero es que en muy pocas ocasiones se dedica tiempo a este hecho. Si respirar correctamente es básico cuando estamos fuera del agua, la importancia es mucho mayor dentro de ella ya que es esencial para agotarse menos y no tener sensación de pérdida de control y ahogo.
Pedir consejo es una recomendación para todos los principiantes, que nunca se habían planteado que nadar, aun pareciendo fácil, tiene características técnicas específicas que sólo si se conocen permitirán disfrutar de la natación y obtener todos los beneficios para la salud.
Dra. Eva Ferrer Vida-Barraquer – Especialista en Medicina del Deporte – Médico consultor de Advance Medical