Ejercicio físico, deporte y diabetes

La aparición de la diabetes suele causar un fuerte impacto tanto en el ámbito personal, familiar como laboral. Para afrontarlo es necesario que la persona se adapte lo más rápidamente posible, a la vez que mantiene sus hábitos y costumbres previos al desarrollo de la enfermedad. En este aspecto, el ejercicio físico o la práctica de deporte juegan un papel fundamental. Todavía sucede que muchas personas dejan de hacer ejercicio o abandonan el deporte que mas les gustaba practicar pues no son capaces de controlar su diabetes cuando hacen ejercicio. Mucho peor aún es el caso en el que alguna persona con diabetes abandona su deporte motivado por el consejo de algún integrante de su equipo médico.
En la actualidad existe información suficiente y al alcance de todos como para evitar este tipo de situaciones. No obstante, no se puede negar que la práctica de ejercicio de forma intensa o de competiciones deportivas puede alterar el control de la diabetes. Para evitarlo es necesario un trabajo de colaboración que incluya al paciente, a su familia, al equipo médico y a los entrenadores o preparadores deportivos. El ejercicio físico debe ser tratado como un factor más en el complejo equilibrio que supone el control de la diabetes. El paciente, que ya conoce el contenido de hidratos de carbono de los alimentos o la relación con las dosis de insulina, debe entrenarse en cómo modificar estos factores según la intensidad, la duración o la frecuencia con la que realiza el ejercicio.
A continuación, se responderán algunas preguntas que se suelen hacer en relación a la diabetes y el ejercicio físico.
¿Se puede hacer ejercicio si se tiene diabetes?
No solamente se puede, sino que se debe hacer. La práctica habitual de ejercicio físico se asocia con un mejor estado de salud general y con la prevención de algunas enfermedades. Está demostrado por varios estudios que aquellas personas más activas viven más años y mantienen una mejor calidad de vida. Es por ello que en los últimos años se intenta luchar contra el sedentarismo, entendiéndolo como un factor de riesgo de problemas cardiovasculares y asociado a una mayor mortalidad.
Por tanto, si una persona ya era deportista habitual antes del diagnóstico de la diabetes se debería conseguir que siga realizando ese ejercicio o deporte que practicaba anteriormente. En el caso de los deportes de competición o algunos deportes de larga duración o muy alta intensidad es posible que sea necesario un cierto periodo de adaptación. En esta fase, se incrementará de forma progresiva la intensidad o la duración del ejercicio a medida que se aprende más sobre la diabetes y se conoce mejor la respuesta a cada tipo de actividad física. Es el momento de conocerse más a uno mismo, haciendo más controles de glucemia de los habituales antes, durante o después de los entrenamientos o competiciones. No se debe tener prisa, poco a poco los resultados irán apareciendo.
Las personas sedentarias deberían animarse a practicar algún tipo de ejercicio físico o, como mínimo, incrementar sus niveles de actividad física diarios mediante ejercicios cotidianos de su día a día como caminar, subir escaleras o bailar. Un estilo de vida más activo es recomendado a toda la población y especialmente a aquellas personas con diabetes. En estos casos, el inicio del ejercicio debe ser de forma mucho más progresiva, pues la falta de entrenamiento puede provocar efectos más importantes sobre el organismo y sobre los niveles de glucemia.
¿Practicar ejercicio de forma regular mejorará el control de la diabetes?
En primer lugar el ejercicio físico habitual se asocia a un mejor estado de salud general pero no siempre a una mejora de los niveles de glucosa en sangre. En aquellas personas con diabetes tipo 2, que habitualmente presentan sobrepeso, el ejercicio físico regular se ha demostrado beneficioso en el control metabólico, reduciendo los niveles de hemoglobina glucosilada. Este efecto del ejercicio es similar al que pueden llegar a conseguir algunos de los fármacos utilizados en el tratamiento de la diabetes. Además, a diferencia de los fármacos, el ejercicio no tiene efectos secundarios.
En la diabetes tipo 1 es donde actualmente existe más controversia. Parece ser que los estudios realizados no muestran con claridad cual es el efecto del ejercicio sobre el control glucémico. Queda muy claro que una mayor actividad física provoca una reducción de las necesidades de insulina. Es decir, las personas más activas utilizan menos dosis de insulina que las sedentarias. Pero esto no significa que el ejercicio mejore los niveles de glucemia en personas con diabetes tipo 1. En este tipo de diabetes, el resultado de la glucemia depende del equilibrio entre insulina, alimentación y ejercicio. Si el deportista con diabetes no sabe regular acertadamente estos tres factores es probable que no mejore su control glucémico. Parece claro que es necesario un buen conocimiento de estos factores, insulina alimentación, y ejercicio, para conseguir una óptima regulación de la diabetes.