Adicción a las compras

Con el inicio del año, inauguramos la temporada de rebajas. Todos los años las televisiones muestran diferentes personas, cargadas con bolsas, y relatan todo aquello que han comprado. Algo curioso es que la mayoría confiesa que muchas de las compras que realizan en rebajas no las necesitan, incluso alguna de ellas no les acaban de convencer, pero el hecho de que estén baratas es un motivo para lanzarse hacia ellas. Este hecho es muy común en nuestra sociedad, y es por ello que en este artículo queremos relatar la consecuencia de los hábitos del consumo y la adicción a las compras.
Hola, me llamo Elisa y soy adicta a las compras.
A veces me río y a veces lloro. Aún no he logrado superar del todo mi adicción a las compras y no creo que la supere nunca. Puedo controlar los síntomas, tener un cierto equilibrio y dominar la patología, pero varios médicos me han dicho que es una enfermedad crónica, que siempre irá conmigo allá donde quiera que vaya. Es como un incendio recién apagado que vuelve a revivir por una pequeña chispa. Eso es lo peor de todo.
La verdad es que existen muchos estudios y artículos sobre las adicciones a las drogas, alcohol, sexo, y últimamente una adicción muy de ‘moda’, la adicción a los smartphones, pero muy poco referente a la adicción a las compras. Yo creo que no la consideran tan importante como para ponerla al nivel de otras adicciones, pero creerme si os digo que resulta igual de peligrosa y dañina.
Os estaréis preguntando cómo empecé a ser consciente de esta enfermedad ya que muchas personas tendrán y no querrán verla o ponerle remedio. Pues bien, todo tiene una primera vez. Cuando tuve mi primer trabajo y a consecuencia, mi primera nómina, se despertó en mí esa chispa que desarrolla las primeras llamas. Entré a una tienda de ropa muy conocida y vi una camiseta azul que me gustó mucho. Estaba en otros tres colores que también me gustaron. Compré solo la azul. Cuando estaba en la caja volví para cogerla en rosa. Pero al rato con el dinero que me sobrara volví a la tienda a por el tercer color, era la última talla que quedaba. Hasta que me quedé sin dinero. Y entonces me fui a casa tranquila, aunque al llegar, me arrepintiera de haberlo hecho. Eso siempre pasa. Compras hasta no poder más y luego te arrepientes.
Comencé una etapa sin autocontrol. Tenía novio desde hacía dos años y no se percató de mi enfermedad hasta que estaba ya muy avanzada. Me veía rara y me lo decía. Tenía ansiedad, estrés, mareos, cambios de humor y comencé a hacerme preguntas y responderme con sinceridad, porque estaba en un pozo tremendamente oscuro. Creo que fue el primer paso para mi rehabilitación.
Esconder la ropa para que no la vean, evitar mirar los extractos bancarios o comprar artículos similares son los síntomas más clásicos de la adicción a las compras.
Llegó un punto que debía tener todo controlado, compraba más de un artículo del mismo tipo, escondía la ropa para que mi pareja no la viera, me sentía culpable, evitaba mirar los extractos bancarios porqué gastaba sin control, lo que derivó en problemas financieros e incluso meses en negativo en mi cuenta.
Pero lo más complicado es detectar un cambio en tu carácter. Es muy difícil reconocer que te has convertido en otra persona, la cual, posiblemente no aceptas porque tu ‘otro yo’ es totalmente contrario y no puede evitar que por culpa de la adicción no pueda desarrollarse tal y como quisieras.
Las adicciones te consumen mucho más rápido si te rindes a ellas y no muestras oposición. Todo por lo que has luchado se desmorona; proyectos, pareja, familia, amigos… Es lo que ocurre cuando no cuidas durante mucho tiempo a los que te quieren porque prefieres dedicarle tiempo a calmar tu adicción y vivir tu ‘otra’ realidad. Rendirse es sucumbir a ella. Cualquier emoción negativa como la depresión, agobio, ansiedad, irritabilidad o tristeza vuelve a provocar esa chispa. Esa maldita chispa. Y por eso escribo estas líneas. Si alguien se siente identificado conmigo, sepa que hay salida y que un estilo de vida sin adicciones es sinónimo de libertad. La adicción esclaviza.