Cómo estar a gusto con nuestro cuerpo

La realidad es que en la sociedad nos encontramos con un gran número de personas que no estamos a gusto con nuestro cuerpo, que muchos desearíamos tener otro tipo de cuerpo, sobre todo más delgado y esbelto.
- ¿Por qué no estamos a gusto con nuestro cuerpo?
- Tres motivos que nos hacen sentir insatisfechos con nuestra imagen corporal
- Tres básicos para lograr estar a gusto con nuestro cuerpo
¿Por qué no estamos a gusto con nuestro cuerpo?
Los factores que explican que tan pocas personas nos sintamos satisfechas y a gusto con nuestro cuerpo son extensos. Por un lado, las industrias dedicadas a la venta de productos de cuidado corporal buscan promover que nos sintamos insatisfechos para así garantizar que compraremos sus productos, que nos proporcionarán un cuerpo mejor: aquella crema anticelulítica si se acerca el verano, aquel gel antiestrías que previene los efectos indeseados del aumento de peso durante el embarazo o aquel aceite milagroso que va a lograr quitarte diez años de encima en un abrir y cerrar de ojos.
Por otro lado, las múltiples empresas de moda se encargan de lucir sus últimas colecciones en modelos con tallas pequeñas y poco reales (por no decir nada reales), que mucho se alejan de los cuerpos habituales e “imperfectos”. Este hecho provoca que una de las frases más oídas en las tiendas de ropa sea: con lo bien que le queda ese pantalón al maniquí y lo mal que me sienta a mí y a mis caderas. Y que acabe generando y alimentando que las personas no nos sintamos a gusto con nuestro cuerpo y, en muchos casos, acentuada con el paso de los años. Y, por último, los intereses económicos que albergan las industrias alimentarias y no alimentarias dedicadas al fomento de la cultura de hacer dietas milagro y vendernos un cambio de figura a cualquier precio.
Frente a este panorama que nos rodea, es muy fácil caer en la trampa de no sentirnos a gusto con nuestro cuerpo.
Tres motivos que nos hacen sentir insatisfechos con nuestra imagen corporal
Los ideales de belleza irreal: un motivo que no podemos olvidar y debemos tener muy presente es la presión social por una belleza basada en la rigidez, la auto-exigencia, el perfeccionismo físico y las comparaciones odiosas. Si debajo de nuestra lupa siempre vemos un ideal de belleza perfecta y surrealista, es evidente que cuando nos miremos al espejo y nos comparemos, será inevitable que no nos veamos bien si construimos que estar bien y bello es parecerse a esa perfecta figura inalcanzable.
El exceso de (auto)-crítica: nos solemos tratar muy mal a nosotros mismos y castigarnos de manera injusta por defectos insignificantes (y hasta incluso irracionales) como un grano en la nariz o una arruga más cada año que pasa. Además, ciertos entornos más preocupados por el físico tienden a exagerar la importancia de los defectos de nuestro cuerpo, defectos que tenemos todos pero que de nosotros depende que se vuelvan más presentes que nuestras propias virtudes, las cuales pasan desapercibidas o resultan inapreciables en muchas más ocasiones de las que nos pensamos.
Las trampas mentales: nuestra mente es experta en distorsionar la realidad y cuando se trata de nuestra apariencia se le da muy bien generalizar nuestros defectos, malinterpretar pensamientos y asumir que los demás nos van a ver igual de mal o peor que cómo nos estamos viendo nosotros. Cosas que hacen que nuestra autoestima esté por los suelos.
Por tanto, es hora de cambiar, de respetar nuestro cuerpo tal y como es, sin juicios ni valoraciones injustas y con el reconocimiento de que nuestro cuerpo es un tesoro, un regalo para vivir con dignidad humana e independencia de la forma o la apariencia que tenga; es un cuerpo y es diverso.
Tres básicos para lograr estar a gusto con nuestro cuerpo
Cultivar la aceptación: aceptar a nuestro cuerpo tal y como es no es tarea fácil, pero es de vital importancia lograr ese grado de aceptación si queremos dejar de sentirnos insatisfechos con él. En ocasiones, la insatisfacción corporal puede llegar a generar tal sufrimiento y malestar que conviene plantearnos la necesidad de buscar la ayuda de un profesional especializado que de forma individual nos acompañe en el camino de la aceptación corporal, en estar bien con nosotros mismos y con lo que nuestro cuerpo nos permite hacer.
Tratarnos con respeto y amabilidad: a pesar de que nos rodeen estímulos continuos que nos hagan creer que sólo merecemos respeto si tenemos un cuerpo perfecto, debemos ser capaces de cambiar el foco de atención y dirigirlo al respeto hacia nuestro cuerpo por encima de todo: de aquel anuncio, de aquella frase indeseada que nos digan, en definitiva, de cualquier situación que nos aleje de la amabilidad hacia nosotros.
Practicar la autocompasión: ponernos las gafas de la compasión hacia nuestra figura comporta amor propio e incondicional, un acto de fe y autocuidado y de mirar con cariño también a nuestros defectos, a nuestras limitaciones físicas y a nuestros imposibles.
Artículo de Andrea Arroyo
Psicóloga
Psicóloga sanitaria y dietista-nutricionista clínica. Experta en trastornos de la conducta alimentaria, obesidad y psiconutrición. - Psicóloga consultora de Advanced Medical. Blog de Andrea Arroyo
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