El síndrome posvacacional no existe

01 Sep 2020
Sindrome posvacacional

Septiembre significa para muchos el fin del verano, de las vacaciones y la vuelta al trabajo. En este mes es muy habitual oír hablar del síndrome, depresión o estrés posvacacional que, supuestamente, supone la vuelta a la rutina.

Pero este síndrome posvacacional no existe. Puede que al volver a trabajar pases por un periodo de readaptación y sufras insomnio, malestar físico o apatía. Pero, en general, se trata de algo adaptativo, temporal y que no se necesita un tratamiento específico para recuperarse.

¿A qué se llama erróneamente síndrome posvacacional?

“El llamado síndrome posvacacional es un concepto bastante reciente, que se viene empleando en las últimas décadas y está muy unido al estilo de vida de nuestra sociedad actual. Se refiere a un conjunto de vivencias psicológicas y físicas asociadas al fin del periodo vacacional y el regreso al trabajo o estudios”, explica a Maldita Ciencia Carmen del Castillo, psicóloga de ISEP Clínic.

No hay evidencias científicas de este fenómeno, tal y como os explicamos aquí. De hecho, no hemos encontrado ningún estudio o definición científica de este supuesto síndrome, que ninguna organización sanitaria nacional o internacional reconoce como real.

“Existen estudios al respecto, pero no en número ni con el peso científico suficiente para considerarlas investigaciones en sentido estricto”, afirma a Maldita Ciencia Lorenzo Armenteros del Olmo, de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

Es una adaptación a la rutina tras las vacaciones

Según cuenta, el mal llamado síndrome posvacacional sería un trastorno adaptativo que se produce tras la incorporación a la actividad ordinaria tras el tiempo de vacaciones y de ocio. “Se caracteriza por tristeza, apatía, ansiedad, malhumor, sensación de hastío o estrés, entre otras manifestaciones. Aunque no suelen prolongarse más de dos o tres semanas, no deja de ser una situación anímica alterada”, sostiene.

Sin embargo, según nos contaba Rosa Baños, experta en psicología de la Fundación Gadea para la Ciencia, no sería un trastorno. Se trataría de un "proceso de adaptación que requiere de tres o cuatro días de estabilización, pero no alude a ningún trastorno psicológico en absoluto”.

Armenteros subraya que este fenómeno puede afectar a cualquiera, ya que lo que nos afecta es volver a la actividad ordinaria. Es decir, aunque en menor medida, también puede afectar “a personas jubiladas e incluso a niños”.

¿Por qué no es correcto llamarlo síndrome posvacacional?

“El síndrome es un conjunto de síntomas y signos que concurren en tiempo y forma en una determinada enfermedad. Ya que este trastorno no lo podemos considerar en sí una enfermedad, esta denominación no sería la más adecuada”, responde Armenteros.

Del Castillo afirma que existen diversas opiniones sobre su consideración clínica. “En psicología hablamos de síndrome cuando existe un conjunto de síntomas. Sin embargo, el síndrome posvacacional como tal actualmente no está recogido en los manuales diagnósticos más utilizados internacionalmente en psicología (DSM V y CIE 11); pero sí cabría ubicarlo dentro de los trastornos adaptativos, los cuales están asociados a factores de estrés”, indica.

Entonces, ¿por qué hay personas que se sienten decaídas y cansadas cada vez que regresan de sus vacaciones de verano? La psicóloga sostiene que “los cambios siempre suponen un periodo necesario de adaptación y, aunque el retorno vacacional sea previsible, también se requiere este periodo de readaptación”.

Rafael Mora, psiquiatra experto en ciencias de la conducta y salud mental, insiste a Maldita Ciencia en que no puede ser considerado una enfermedad. Para ello, en psiquiatría debería cumplir dos requisitos: “Si hay una causa identificable, como en este caso, que la reacción sea desproporcionada y que provoque una disfunción. No conozco ningún caso en que se haya dado una baja laboral por este síndrome”.

En cuanto a los síntomas, recuerda que no hay una descripción "oficial". “Se ha descrito ansiedad y astenia, que probablemente sean reacciones adaptativas fisiológicas (es decir, no patológicas) ante el cambio de ritmo y enfrentarse al estrés que supone el trabajo”, añade.

Insomnio, problemas digestivos o cambios de humor: las posibles consecuencias de volver al trabajo

Para Elisa Sánchez, coordinadora del grupo de salud laboral del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, la base de este fenómeno está en el desajuste por el cambio de hábitos como el sueño, la alimentación o el ejercicio junto con la insatisfacción o desmotivación laboral y tal vez una mala planificación laboral.

“Puede sentirse incluso días antes de volver al trabajo si la persona anticipa el malestar que va a sentir en su trabajo”, explica a Maldita Ciencia. Cita síntomas físicos como son el insomnio, malestar físico, dolor de cabeza o problemas digestivos y también síntomas psicológicos o emocionales como apatía, irritabilidad, cambios de humor o dificultad para concentrarse.

Según cuenta, este fenómeno puede tener dos vertientes: una más ansiosa y otra depresiva. De esta forma, la vertiente ansiosa se caracteriza porque la persona tiene preocupaciones, irritabilidad o mal humor y puede hablar, moverse y comer deprisa. “Algunas de sus consecuencias psicosomáticas (de origen psíquico con influencia en el organismo) son molestias gástricas, dolores musculares o dificultades para dormir”, indica. Suele ocurrir en personas “muy perfeccionistas y que les gusta tener todo bajo control (quieren ponerse al día rápidamente de todo lo atrasado)”.

La vertiente depresiva se caracteriza por “apatía, desgana, desmotivación, dificultad para concentrarse e incluso tristeza”. En este caso, considera que puede estar asociada a la dificultad para adaptarse a los cambios o poca satisfacción laboral.

Volver al trabajo después de unas vacaciones, según Armenteros, puede afectar sobre todo al estado de ánimo creando “ansiedad, síntomas depresivos, alteraciones del humor brusco, dificultad de socialización con los compañeros de trabajo, apatía, desinterés y trastornos del sueño”.

“Raramente se convierten en un estado de estrés agudo, con malestar, ansiedad, depresión, palpitaciones, sudoración, hiperventilación, taquicardias o temblores. Esto ya constituiría una entidad patológica”, indica.

Teletrabajo saludable

El periodo de readaptación es temporal y suele durar entre siete y diez días

Sánchez sostiene que esta sensación debería pasarse en unos días: “Habitualmente es puntual y breve. Suele tener una duración de entre 7 y 10 días máximo”. Si la duración es mayor, los expertos consultados recomiendan asistir a un profesional para una valoración. Del Castillo destaca que esta atención es importante para descartar que se trate de un cuadro depresivo, de ansiedad o incluso en el caso de que el temor a la vuelta al trabajo o centro educativo puedan estar causados “por ser víctimas de acoso laboral (mobbing) o acoso escolar (bullying), entre otras posibles causas”.

La Fundación Gadea por la Ciencia advierte del peligro de que, con el término de “síndrome posvacacional”, se banalice la depresión real, una enfermedad que afecta a más de 300 millones de personas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Este 2020, además, hemos de sumar al regreso del periodo vacacional del verano, la incertidumbre y preocupaciones debidas a la pandemia de COVID-19, según Del Castillo. “¿Volveremos al trabajo presencial o tendremos teletrabajo? ¿Hasta cuándo? ¿Volveremos al colegio? ¿Las clases serán telemáticas o presenciales? ¿Volveremos a algún tipo de confinamiento? La incertidumbre de este septiembre es mucho mayor que otros años, aspecto que afecta también negativamente a la estabilidad emocional de cada persona y puede producirnos mayor ansiedad”, indica.

Dividir las vacaciones, adelantar el regreso y otras recomendaciones para que la vuelta sea menos dura

¿Qué consejos se pueden seguir para evitar sentirse así? Sánchez aconseja no concentrar todas las vacaciones en un mismo periodo: “Es preferible dos grupos de días de descanso. Yo recomiendo dos o tres semanas en verano y una o dos en otra época”.

También aconseja planificar bien las vacaciones y estar activo. Por ejemplo, viajar, hacer turismo, pasear, nadar… “Es lo que más ayuda a desconectar. Si no has disfrutado de tus vacaciones, al regresar al trabajo se incrementa la sensación de insatisfacción”, añade.

Adelantar unos días el regreso vacacional también puede ayudar, según la experta, que sugiere intentar no volver al trabajo al día siguiente de regresar de vacaciones, especialmente después de un viaje largo o en el que haya un cambio de husos horarios que favorece el jet lag. Una vuelta progresiva a la rutina “puede favorecer que el cambio no sea tan dramático”.

Del mismo modo, es preferible “intentar no cambiar los horarios de sueño y comidas bruscamente durante las vacaciones (acostarse y levantarse muy tarde o no tener horas fijas de comida), especialmente en los últimos días”. Según Sánchez, volver a los horarios habituales antes de incorporarnos al trabajo nos ayudará.

Además, recuerda que “las vacaciones no son la solución a los problemas laborales”: “Si tienes dificultades en el trabajo, estas no van a desaparecer en vacaciones. Intenta buscar un equilibrio entre tu vida privada y tu vida laboral”.

También se pueden seguir algunas pautas una vez que se vuelva al trabajo. Por ejemplo, “hay personas que se incorporan en mitad de la semana (el miércoles o jueves) y eso les ayuda pensar que la primera semana es más corta”.

Del mismo modo, según la experta, puede ayudar utilizar técnicas de relajación, tener una actitud positiva y “planificar cosas agradables para los primeros días”: “Disfrutar de tu tiempo de ocio. También nos motivará si ya tenemos programado algo agradable el fin de semana siguiente”.

“Menos bulos, más rigor científico” es un proyecto de DKV Salud con contenido editorial de Maldita.es.

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Autor/a: Maldita.es

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