Mentiras infantiles

Las mentiras forman parte de la infancia, son una pesadilla para los padres y, a su vez, una manifestación del miedo, el fracaso o las ganas de llamar la atención de los más pequeños. ¿Influye la manera de crianza en las mentiras de nuestros hijos?, ¿podemos hacer algo para evitarlas?
- ¿Por qué mienten los niños?
- ¿A qué edad empiezan?
- Las mentiras según la edad del niño
- ¿Podemos cambiar esta conducta?
¿Por qué mienten los niños?
Como padres nos sentimos frustrados y decepcionados si nos damos cuenta de que nuestro hijo nos está mintiendo. Todos los padres tendemos a pensar que el nuestro nunca nos mentiría. Una educación muy estricta o exigente, basada en el miedo y el castigo o las mentiras de los propios padres, pueden fomentar este tipo de conductas. En otras ocasiones, la misma frustración del niño ante una situación que no sabe manejar o las ganas de llamar la atención, pueden ser los detonantes de no decir la verdad.
Podemos resumir las causas de las mentiras en:
- Mecanismo para evitar un castigo.
- Imitación de la conducta de los padres.
- Educación demasiado exigente, autoritaria o intolerante.
- Frustración.
- Llamada de atención.
¿A qué edad empiezan?
Algunos especialistas en psicología infantil marcan el inicio de los pequeños engaños a partir de los siete años. Es una edad donde la conciencia del niño está más desarrollada y las mentiras van encaminadas a la obtención de beneficios. Los menores de siete años pueden distorsionar la realidad, en la mayoría de ocasiones, no con una intencionalidad definida, sino por su incapacidad de distinguir entre realidad y su propia fantasía.
Muchos padres pueden pensar que sus hijos han mentido o “falseado la realidad” en edades más tempranas. La edad de inicio de las mentiras ha generado gran controversia, ya que otros grupos de profesionales afirman que el niño es capaz de mentir a partir de los tres años con una intencionalidad clara.
Las mentiras según la edad del niño
Según la fase del desarrollo del niño, su madurez y autoconciencia, las mentiras van evolucionando, cambia su finalidad y objetivo.
- Menores de 3 años: es prácticamente imposible que el niño mienta. Su nivel de comunicación es todavía muy escaso y poco elaborado. En estas edades falsear la realidad está relacionado con una falta de comprensión de lo que se le ha dicho, es decir, de un malentendido.
- De 3 a 5 años: es una fase donde la imaginación, el pensamiento mágico y la fantasía están muy presentes. Esta confusión entre realidad y fantasía puede llevarlos a decir alguna mentira o a distorsionar la realidad sin ninguna intención de obtener beneficios ni propósito de engañar a nadie. Suele ser una mala interpretación entre lo que viven y lo que imaginan.
- De 5 a 9 años: las mentiras pueden empezar alrededor de los siete años o un poco antes. Los niños de primaria todavía no tienen bien desarrollado el pensamiento abstracto, por lo que las mentiras suelen alterar hechos pasados que son distorsionados para añadir algún deseo propio.
- Preadolescencia (9-12 años): su capacidad de abstracción es mayor, por lo que están capacitados para elaborar mentiras, barajar hipótesis y elaborar estrategias para conseguir el objetivo deseado. Por lo tanto, las mentiras en esta edad son elaboradas para conseguir un beneficio u objetivo deseado.
- Adolescencia (12-18 años): su cerebro puede elaborar pensamientos mucho más complejos y abstractos, por lo que las mentiras o falsedades también lo son. Los motivos para ello pueden ser variopintos: embellecer la realidad, distorsionar hechos pasados, ocultar realidades… muchas veces para intentar ser aceptados por el grupo.
¿Podemos cambiar esta conducta?
Los niños que mienten con mucha frecuencia hacen perder la paciencia y la confianza de sus padres, profesores o amigos. Reconducir esta conducta no es tarea fácil, por lo que la mejor estrategia es prevenirla en edades tempranas. Los padres deben basar su modelo de crianza en la confianza y el amor incondicional, donde la sinceridad sea uno de los pilares de la educación. Demostrar al niño que confiamos en él, no mentir nosotros de manera sistemática para lograr nuestros objetivos y manifestarle que le queremos y aceptamos tal y como es son los cimientos de una relación sólida basada en la confianza mutua y la comunicación sana entre los diferentes miembros de la familia.
En el caso de que el niño mienta por sistema, podemos ayudarle siguiendo alguna de las siguientes pautas:
- Los padres como ejemplo: si los padres no mentimos es posible que los hijos imiten esta buena conducta. Ante situaciones complejas o preguntas incómodas de nuestros hijos, muchos padres suelen también mentir para “escurrir el bulto”… No hay nada más negativo. Es mejor un “no lo sé” o “dame un poco de tiempo para poder responderte”.
- Castigar menos y alentar más: castigar por sistema no beneficia en nada al niño. Es mejor reflexionar, retirar privilegios o alentar a las buenas conductas. Los castigos demasiado severos, continuados y desmesurados fomentan la mentira en el niño para evitarlos.
- Comunicación fluida con el niño: hablar de manera directa, con el lenguaje adecuado y señalar que las mentiras no son una conducta adecuada, es necesario. El niño necesita saber que mentir es algo negativo para él y para su relación con los demás.
- La sinceridad como valor de crianza: dar pie siempre a que el niño diga la verdad, aunque no nos guste lo que nos va a decir, es una estrategia para fomentar una relación de confianza.
Artículo de Esther Martínez García
Pediatra
Pediatra, experto en acupuntura por la Harvard Medical School (EE. UU.) Y profesor de la M.S. en Acupuntura de la Universidad de Barcelona (España) - Consultora de Advanced Medical.
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