Dar calidad de vida a los años ¡Disfruta de la vejez!

Algunos estudios sugieren que los 50 años de vida son el punto de partida para prepararse para la vejez. Algunos podrán decir, no sin algo de razón, que en momentos en que la esperanza de vida se está prolongando cada vez más y supera los 80 años de vida en España, es contradictorio mencionar esa edad tan temprana, y sería a los 65 años.
Seguro que has oído la frase: eres tan viejo como te sientes.
Lo importante es que si desde esa "edad temprana" -y si es antes, mejor- preparamos nuestro cuerpo y mente para lo que viene, seguramente aumentaremos las posibilidades de llegar a una vejez con una alta calidad de vida. Calidad que implica un buen grado de autonomía, gran nivel de actividad física y social, mejor predisposición para el goce y fuerza para resolver los desafíos de la vida cotidiana.
Envejecer es sinónimo de esperanza y temor al mismo tiempo. En nosotros está contemplar esta etapa de la vida como otra etapa más de la vida, un periodo de disfrute, y no como un declive de todas nuestras facultades. En definitiva la vejez está no solamente en la edad, sino la actitud de la persona.
Las claves de un envejecimiento activo y feliz
Si bien toda la historia de vida influye en la forma en que llegamos a nuestra vejez, no es menos cierto que todos los hábitos saludables que mantengamos y desarrollemos en esta etapa de la vida nos ayudarán a vivir con mayor autonomía y calidad de vida.
Es muy importante estimular a las personas mayores para que mantengan una vida lo más activa posible. El secreto es moverse todo lo que el cuerpo permita. Y esto se relaciona directamente con otra de las claves del envejecimiento activo: fomentar la capacidad de desenvolverse libremente, manteniendo su autonomía en la realización de sus actividades cotidianas, como hacer la compra u ordenar la casa.
La vejez puede ser también una etapa de la vida en la que estimular la creatividad, a través de la participación en actividades lúdicas, culturales o deportivas en las que las personas mayores disfruten su merecido tiempo de ocio.
Y lo fundamental: mantener vivos los lazos sociales. La familia y los amigos suelen ser el mejor sostén para una vida en plenitud. Es importante que entre los mayores prestemos una atención especial a las mujeres. Se debe fomentar las relaciones principalmente fuera del área familiar, para evitar situaciones de estrés familiar. Esto se produce con frecuencia en nuestra sociedad, en unos casos porque la mujer tiene a la vez un papel de cuidadora informal de otro mayor, y en otros, porque los hijos dejan a los nietos bajo el cuidado de los mayores con frecuencia, realidad esta que muchas veces es inapropiada para la edad y el estado físico y mental de la mujer.
Conocer cuál es la situación real de los mayores en cuanto a sus relaciones sociales y familiares, y la valoración de sus actividades, sus hábitos y su salud, es deseable para cualquier sociedad.
Se puede trabajar con los mayores en programas de envejecimiento activo, desde los que se les puede proporcionar oportunidades de educación continua, incluyendo el aprendizaje sobre las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, como Internet, además de protegerlos frente al abuso físico, psicológico y económico. Estos son aspectos fundamentales para la mejora de la salud y el mantenimiento de la independencia y la productividad de los mayores, evitando de esta forma la soledad y el aislamiento social.
Consejos para disfrutar de la vejez
El primer paso es aceptar que nos hemos hecho mayores y ver nuestras limitaciones.
Mantenerse activo. A partir de los 65 ya no somos activos en el ámbito laboral. Podemos vivir sin trabajo, pero no sin actividad. Por eso, hay que mantenerse activo, sentirse útil: pasar tiempo con los nietos (sin que la familia abuse de su ayuda) o realizar obras benéficas y sociales, que mejoran nuestra salud emocional.
Otro punto importante es no vivir de espaldas a la muerte, pero tampoco pensar en ella. Tener una actitud positiva disfrutando del momento presente, sin distorsionar la realidad.
Y por último, potenciar el aspecto positivo de hacerse mayor. Las personas mayores transmiten paz y serenidad. Esa gran experiencia proporciona una visión muy amplia de la vida que les lleva a ser más solidarios y más pacientes.