El estrés infantil

Al adulto le suele ser difícil pensar qué cosas pueden estresar a un niño. En un niño preescolar, por ejemplo, la separación de los padres puede ser un factor que le cause ansiedad y, mal gestionado, puede generar en el niño un estrés permanente.
Los horarios interminables de colegio y actividades extraescolares ocupan todo el tiempo a los niños y no les dejan tiempo para el juego y la imaginación. Un ritmo así también puede generar sensación de cansancio, apatía y sensación de agobio en los más pequeños.
Los cambios de domicilio, la muerte de un familiar, el divorcio, el acoso escolar o la presión en los estudios, en los niños más mayores, son otra fuente de estrés.
Cada uno de nosotros podemos desarrollar recursos internos para afrontar los cambios. Estos recursos emocionales se educan desde los primeros años de vida y es lo que nos permitirá adaptarnos a los cambios, torear las presiones externas y gestionar de manera saludable los momentos de mayor presión.
Es importantísimo hablar con los hijos sobre lo que sienten, lo que piensan y lo que quieren. Banalizar sus sentimientos, pensar que exageran o pensar por ellos no les hace ningún bien… todo lo contrario, fomentamos el no-diálogo con ellos, aumentamos su inseguridad y no les damos herramientas de autorregulación para gestionar los pequeños baches de la vida.
Ante una queja, por ejemplo de una actividad extraescolar, en lugar de no hacer caso porque uno piensa que es lo mejor para su hijo, valora con él pros y contras, pídele que argumente por qué piensa que no quiere continuar y haced un plan de acción juntos para mejorar la situación en el caso de que sea imposible dejar de realizarla.
Los niños son un reflejo de sus padres… Un niño puede estar ansioso por la manera cómo sus referentes adultos enfrentan las situaciones problemáticas del día a día o porque los padres les cargan con sus angustias y preocupaciones.
Signos y síntomas
No es fácil reconocer el estrés infantil en algunos casos pero, los cambios de humor, la irritabilidad, bajo rendimiento escolar o el mal comportamiento, son signos de que el niño no está bien consigo mismo, que hay algo que le perturba y no puede dar lo mejor de sí mismo.
En ocasiones, el estrés infantil se puede somatizar en enfermedades o dolencias físicas que no tienen causa orgánica, como: dolores de barriga recurrentes, cefaleas, insomnio o enfermedades de la piel.
Cómo disminuir el estrés infantil
Sigue estas sencillas pautas para poder prevenir el estrés, fomentar las conductas da autorregulación y darle recursos para poder afrontar los contratiempos en su vida:
-Pautas de crianza claras y límites
-Nutrición y descanso correcto
-Tiempo diario para el juego libre
-Realizar una actividad física o deporte regularmente
-Dedicar un tiempo cada día para el diálogo con sus hijos
-Actividades que fomenten la autorregulación: cuentos, actividades grupales guiadas, yoga, música…
Esther Martínez García - Especialista en Pediatría - Médico colaborador de Advance Medical