Jugar es salud

Jugar es una actividad sumamente importante para nuestra salud. Y no solo para los niños y niñas: los adultos también necesitamos jugar, porque el ocio y el disfrute va acompañado de sensaciones placenteras que alimentan nuestra salud y nos hacen compartir buenos momentos con los demás.
Volviendo a los más pequeños, el juego es fundamental para su adecuado desarrollo. El tipo de juego debe adaptarse a las capacidades y necesidades que los niños y las niñas tienen en cada momento de la vida.
Los tres primeros años de vida, paso a paso
En los primeros meses de vida, los bebés necesitan el contacto físico con sus padres. A partir de los dos meses comienzan los primeros balbuceos como respuesta a las palabras de los adultos cercanos. Les gusta que les canten y les hablen suavemente. Los bebés disfrutan con los sonajeros y aquellos objetos que hacen ruido o música, y prefieren los juguetes con colores brillantes.
A partir de los tres meses, responden con alegría y placer ante las canciones, las caricias y los mimos, moviendo rápidamente los brazos y piernas para demostrar su buen estado de ánimo. Les gusta jugar al "cucú-tras" y tirar objetos para saber qué ruido provocan o qué pasa con ellos.
Ya pasado el medio año de vida, los bebés sonríen, lanzan carcajadas y algunos chillidos de alegría durante los juegos. En esta etapa, el juego consiste en coger los objetos con su mano para llevárselos a la boca. Se miran y agarran los dedos de los pies y las manos, y les gusta que festejen sus gracias o sus pequeños logros.
Alrededor de los nueve meses, los bebés señalan con el dedo índice los objetos de su interés y muestran interés por las imágenes y fotografías, por lo que pueden ver sus primeros libros.
Pasado el año de vida, los bebés suelen tener preferencia por los juguetes de arrastre. Es posible que lleven un muñeco o muñeca, a los que se conoce como "objeto de apego" porque les brinda seguridad y consuelo. Les gustan mucho las canciones y disfrutan de observar los libros y pasar sus páginas.
A los 18 meses, siguen teniendo un gran placer por la exploración pero comienzan a hacer sus primeros dibujos y garabatos: a menudo, sus dibujos serán círculos, pero también hará rayas y puntos por toda la página. Podrán hacer torres de seis o siete cubos y andar en correpasillos con facilidad.
En el tercer año de vida, dejan de ser bebés para empezar a ser niños y niñas. Además de un importante desarrollo en el lenguaje que incrementa su comunicación con los adultos, comienzan a desarrollar el juego simbólico. Además, pueden realizar juegos que antes les resultaban muy complejos, como hacer puzzles de unas pocas piezas.
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