Sarampión, síntomas y tratamiento.

Las enfermedades como el sarampión (o la rubeola) simbolizan el profundo cambio que ha sucedido en el trabajo clínico del pediatra en los países desarrollados, donde en el pasado todo tiempo era poco para atender a estas epidemias, y hoy, por fortuna, se pueden evitar con el actual calendario vacunal.
Qué es
El sarampión es una enfermedad infecto-contagiosa de origen viral que se caracteriza por unos síntomas muy típicos. A pesar de su letalidad relativamente baja, representa una causa importante de mortalidad global infantil (1/10000 casos), sobre todo en medios sociales bajos y en los países donde son deficientes las condiciones higiénicas, nutricionales y sanitarias (2-5% de los casos).
Nivel de contagio
El contacto es casi siempre directo persona-persona. La puerta de entrada habitual es la rinofaringe (vía respiratoria alta), pero también existe la posibilidad de entrada por vía conjuntival (ojo).
El nivel de contagio, muy elevado, empieza durante el periodo denominado prodrómico (de inicio de los síntomas) y persiste por término medio hasta cinco días después de brotar el exantema (erupción en la piel).
Antes, los brotes epidémicos importantes ocurrían en épocas frías (invierno, primavera), generalmente en núcleos urbanos considerables (grandes capitales) y con una periodicidad de cada dos o tres años, pero en el momento actual son cada vez menos frecuentes en nuestro ambiente.
¿SABÍAS QUE…
La inmunidad pasiva (anticuerpos) transmitida por la madre al feto durante el embarazo, a través de la placenta, dura unos seis meses operativa en el cuerpo del bebé una vez ha nacido, de ahí la rareza de padecer sarampión durante los primeros meses de vida.
Signos y síntomas.
El cuadro clínico del sarampión comprende unos periodos muy bien delimitados:
- Periodo de incubación: ocurre tras la entrada del virus en el organismo y antes de que dé señales de enfermedad. Dura unos 10 días.
- Periodo prodrómico: dura unos tres o cuatro días y en éste ya se aprecian los signos de fiebre, que asciende con rapidez y se mantiene elevada con discretas fluctuaciones, descendiendo al final de esta fase, para volverse a elevar de nuevo antes de que aparezca la erupción en la piel. También se pueden observar síntomas digestivos como diarreas, dolor abdominal, anorexia (pérdida de apetito), etc. El catarro “oculonasal” y de vías respiratorias altas es muy característico e incluye: conjuntivitis con enrojecimiento conjuntival, epífora (lagrimeo), fotofobia (intolerancia a la luz) e incluso secreción purulenta, rinitis con rinorrea (mucosidad acuosa) y numerosos estornudos, y, finalmente una tos seca muy molesta, frecuente e irritativa, que está motivada por una laringotraqueítis. Todo lo descrito dibuja una cara en el enfermo muy característica, denominada ‘facies sarampionosa’. También es habitual la observación, en la mucosa interna de la boca (sobre todo a nivel del velo del paladar), de unas manchas rojas, junto a una posible amigdalitis de aspecto pultáceo (purulento). Y lo más descriptivo, y que ayudará al pediatra a hacer un diagnóstico sin titubear, será la observación del denominado “Signo de Koplik”, que surge en la mucosa de los labios, y, sobre todo, en la mucosa de la cara interna de las mejillas, en forma de una serie de manchas de coloración blanquecina (“como salpicaduras de azúcar”), que resaltan sobre una mucosa enrojecida a su alrededor. No obstante, no siempre está presente y, además, es difícil de apreciar porque es muy fugaz (desaparece rápidamente).
- Periodo exantemático: la fiebre sube a 39-40ºC y se acentúan los síntomas catarrales anteriormente mencionados. Aparece en ese momento la erupción cutánea o exantema, iniciándose por la cara y, con el paso de los días, va avanzando hasta cubrir toda la anatomía en sentido descendente y respetando la zona de las palmas de las manos y las plantas de los pies. Es un exantema de tipo maculopapuloso, es decir, formado por pequeños bultitos palpables en la piel, de color violado. A partir del 2º día del exantema la fiebre desciende y el paciente mejora en general, llegándose finalmente al episodio de descamación de la piel.
Diagnóstico
Puede ser simplemente clínico, es decir, con la simple visita del pediatra, gracias a la sintomatología característica.
Actualmente es muy recomendable el denominado estudio virológico, en el que se analizan unas estructuras de la sangre denominadas “IgM específicas” (defensas tipo Inmunoglobulina M específicas para el virus sarampión) y cultivo de la orina dentro de los ocho primeros días desde la detección del exantema. La radiografía de tórax muestra, a menudo, las alteraciones propias denominadas del “pulmón sarampionoso”.
Tratamiento
Se basará en un tratamiento sintomático: cuidadosa higiene de la piel (ojos, nariz, boca); instilación de colirios oculares antibióticos; paracetamol o ibuprofeno para la fiebre; antitusígenos y expectorantes para la tos…
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El sarampión es un claro ejemplo de la eficacia y efectividad de las campañas de vacunación sistemática. Desde su inicio, se está produciendo un acusado descenso en las cifras de morbilidad (casos de enfermedad) que antaño eran muy elevadas por su alto grado de contagio, observándose hoy en día, muy ocasionalmente, pequeños brotes epidémicos aislados. En poco tiempo, es muy probable que los casos de esta enfermedad lleguen a ser excepcionales y que incluso se pueda llegar a erradicar.
Artículo revisado por Equipo médico DKV
Director médico de e-Salud y Comunicación
Los artículos elaborados por DKV Seguros han sido contrastados y aprobados por profesionales médicos de la compañía. Dr. Ferran L. Tognetta, Director médico de e-Salud y Comunicación, es el encargado de revisar la información médica que se publica en el blog Quiero Cuidarme DKV.
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