Terrores nocturnos. Qué son y cómo se tratan

Los terrores nocturnos se definen como una alteración del sueño que provoca una reacción similar a un “ataque de pánico”: el niño presenta un llanto brusco inesperado que es intenso y espectacular, grita, clavando la mirada en un punto fijo y manteniendo una expresión de miedo intenso en la cara, mientras suda profusamente, tiene palidez en la cara y taquicardia. Es muy difícil despertar al niño ya que está profundamente dormido y al día siguiente por la mañana no recordará nada de lo sucedido, es decir, en ningún momento es consciente de lo que le está sucediendo.
- Características de los terrores nocturnos
- Cómo se diagnostican
- Cómo se tratan
- Importancia del aprendizaje del hábito de sueño
Características de los terrores nocturnos
- Se estima que afectan a un 1-6% de la población.
- Son más frecuentes en niños que en niñas.
- Ocurren típicamente durante el primer tercio de la noche, durante los estadios 3 y 4 del sueño, apareciendo de forma brusca/súbita.
- Suelen tener una duración de uno a 10 minutos. El episodio cederá espontáneamente y el niño volverá a dormirse.
- La falta de sueño, las situaciones que provoquen tensión emocional u otros factores que fragmenten el sueño, como la fiebre o enfermedades médicas pueden incrementar la aparición de terrores nocturnos en niños genéticamente predispuestos.
- Pueden ir asociados a la enuresis (micción nocturna) o el sonambulismo.
Cómo se diagnostican
El estudio deberá incluir una recogida de información detallada en la historia clínica, en la que se anoten las características del sueño, horarios, comportamientos y rutinas asociados al sueño, ambiente que rodea el menor, etc. También será importante recoger información acerca de la etapa de desarrollo.
Cómo se tratan
Se considera que es un trastorno propio del desarrollo. A menudo aparecen entre los tres y los seis años, aunque pueden verse a lo largo de toda la infancia de forma aislada. Suelen resolverse espontáneamente en la adolescencia, por lo que no se puede hablar de un tratamiento en sí. Más bien es cuestión, como apuntamos en el siguiente apartado, de prevenir estos episodios.
Importancia del aprendizaje del hábito de sueño
El mejor tratamiento de las dificultades comportamentales con el sueño en la edad pediátrica continúa siendo la prevención.
Durante los primeros años de vida y en función de los cuidados que recibe, el menor establece un vínculo afectivo o acoplamiento emocional (llamado “apego”) con su madre o la persona que lo cuida la mayor parte del tiempo. El apego es muy importante para el desarrollo de los patrones de sueño-vigilia, así como para la maduración integral del niño, su futura competencia social y su afectividad. El apego le brinda sensación de seguridad y eficacia.