Trastorno del sueño: síndrome de piernas inquietas

El síndrome de piernas inquietas (SPI) es un trastorno del sueño frecuente en niños que puede afectar hasta el 2% de la población y mucho más entre los niños con TDAH. Es un gran desconocido, se piensa poco en él cuando valoramos si existe un trastorno del sueño.
- ¿Qué es el síndrome de piernas inquietas?
- ¿Cuáles son sus causas?
- Síntomas del síndrome de piernas inquietas
- ¿Qué pruebas debe solicitar el pediatra ante la sospecha de un SPI?
- El síndrome de piernas inquietas se puede confundir con…
- Cómo se trata este trastorno de sueño
¿Qué es el síndrome de piernas inquietas?
Es un trastorno neurológico crónico que se caracteriza por una necesidad de mover las piernas cuando se está en reposo asociándose a una sensación desagradable. Por este motivo se le considera un trastorno de tipo sensitivo-motor. Las molestias empeoran al final del día y se alivia con el movimiento. Puede tener un impacto en la calidad de vida y provocar dificultades para dormir, disminución de la atención o hiperactividad. Su prevalencia está entre un 2 y un 5%. Es curioso que la mitad de los adultos con el síndrome de piernas inquietas no son diagnosticados correctamente en la infancia y se catalogan, erróneamente, de inquietos hiperactivos o que padecen “dolores de crecimiento”.
¿Cuáles son sus causas?
Casi un 70% de los niños y adolescentes con síndrome de piernas inquietas tienen algún familiar de primer grado afecto, generalmente la madre. Se ha relacionado con alteraciones de un neurotransmisor, la dopamina, pero no es suficiente para explicar por completo el SPI. La deficiencia de hierro y los antecedentes familiares son los factores de riesgo más comunes para el SPI infantil.
Por otro lado, el SPI se ha descrito en niños con enfermedades crónicas como la insuficiencia renal o hepática, neuropatías periféricas, diabetes mellitus o lesiones medulares.
Síntomas del síndrome de piernas inquietas
- La presentación típica del SPI en adultos se caracteriza por una necesidad urgente de mover las piernas provocada por una sensación desagradable “casi dolorosa”, preferentemente en las pantorrillas. Se manifiesta por una inquietud motora (“night- walkers”) que se agrava en situaciones de reposo físico y mental y durante la última parte del día, siendo más intensa entre las 0h y las 4h de la madrugada. Este patrón circadiano está relacionado con el pico de melatonina endógena, que inhibe la liberación de dopamina. Lo adultos con SPI sufren un trastorno de sueño como la somnolencia diurna.
- En los niños, en cambio, el síndrome es difícil de diagnosticar, porque se describen los síntomas de forma imprecisa y pueden aparecer en cualquier momento del día, especialmente cuando están sentados en clase o viendo la televisión. Es frecuente que estos niños tengan un trastorno del sueño como dificultad para dormirse o microdespertares durante toda la noche. Junto a estos síntomas se han observado alteraciones de la conducta como agresividad o hiperactividad así como alteraciones del estado del ánimo como depresión o ansiedad.
Un niño debe dormir un mínimo de horas, según su edad, para recuperarse y que su crecimiento no se vea afectado.
¿Qué pruebas debe solicitar el pediatra ante la sospecha de un SPI?
Lo primero que debemos realizar es una analítica de orina y sangre para mirar el hemograma, la función renal y del hígado. Con esto podremos hacer una primera valoración y descartar la falta de hierro, una anemia o bien alteraciones metabólicas. Solicitar una polisomnografía en una unidad del sueño es aconsejable para observar los movimientos y hacer un correcto diagnóstico.
El síndrome de piernas inquietas se puede confundir con…
La importancia de un diagnóstico correcto radica en que se puede confundir el SPI con las siguientes entidades:
- Dolores de crecimiento.
- TDAH (Trastorno por déficit de atención e hiperactividad).
- Dolores o calambres musculares.
- Enfermedad de Osgood-Schlatter.
- Condromalacia patelar.
Cómo se trata este trastorno de sueño
El tratamiento en el niño y en el adulto es sintomático y sumamente individualizado, siendo imprescindible un diagnóstico correcto y preciso.
Se deben realizar prácticas adecuadas de la higiene del sueño como tener un horario regular, evitar cenar mucho o realizar ejercicio intenso antes de irse a dormir y evitar las pantallas media hora antes de acostarse. Se puede valorar algún fármaco para aliviar los síntomas.