Cómo reaccionar frente a las alergias

La alergia puede afectar a la piel, al aparato respiratorio, al tracto gastrointestinal y al sistema cardiovascular. Dependiendo de los órganos afectados, los síntomas más habituales son erupciones en la piel, sensación de ahogo, inflamación de la garganta, picor de nariz y estornudos.
Generalmente solemos asociar la alergia con las reacciones que algunas personas padecen en la primavera y en el verano como consecuencia de un incremento de polen en el ambiente, conocida como "fiebre del heno", que se manifiesta con molestias como estornudos, picor, congestión o asma. Pero está demostrado que las alergias no son sólo una cuestión primaveral, porque se sabe que existen otros tipos de pólenes que circulan en el ambiente en otoño e invierno. Además, la alergia puede ser causada por alimentos, medicamentos o sustancias ambientales distintas del polen. De hecho, la mayor parte de las alergias duraderas provienen de los ácaros domésticos (parásitos presentes en el polvo del ambiente) que pueden actuar en cualquier momento del año.
El diagnóstico
El elemento más importante en el diagnóstico de una alergia es la historia clínica. La persona afectada por una reacción alérgica debe acudir al médico especialista e informarle sobre los siguientes factores:
- Condiciones ambientales que le rodean (residencia, trabajo, contacto con animales, etc.).
- Factores que desencadenan o exacerban los síntomas.
- Fechas en que los síntomas se hicieron presentes.
- Antecedentes familiares de alergia.
Los métodos más empleados en el diagnóstico de la causa de la enfermedad son las pruebas cutáneas (reproducción en la piel de la respuesta alérgica, poniendo en contacto al paciente con la sustancia sospechosa de provocar alergia) y las pruebas de provocación oral (especialmente útiles para diagnosticar la alergia a medicamentos, alimentos y aditivos).