Lista de espera. Trasplante de órganos

La prevención de muchas enfermedades podría hacer que las necesidades de trasplante de órganos fuera menor.
Poco después de que mi padre falleciera de un ataque al corazón empecé a beber. Siempre he sido bebedor social, me echaba mis copillas con los amigos para desconectar del trabajo y esas cosas, aunque casi nunca bebía entre semana. Pero llegó un día y comencé a volcar un chorrito de crema de café en la leche. A media mañana caía un carajillo de ron. Vino para comer y chupito de algún digestivo para finalizar. Llegaba la tarde y me juntaba con los amigos. Las cervezas volaban, podía llegar a beberme cinco o seis botellines en cuestión de un par de horas. El vino volvía a escena a la hora de cenar, y un chorrito de whisky hacía crujir un hielo antes de dormir.
Sin pararme a pensar me volví un alcohólico. Mi aliento apestaba y comencé a descuidarme en muchos aspectos.
La historia de mi vida ha sido como una montaña rusa. Voy a omitir la etapa que duró hasta que mi padre falleció. Fue una etapa feliz y probablemente resulte aburrida a vuestros ojos. Mi hermano y yo, teníamos puntos de vista muy alejados en muchas cosas. Las diferencias que tuvimos por la gestión de la odiosa herencia derivaron en muchos enfrentamientos. Nos alejamos poco a poco. A día de hoy llevamos diez años sin ningún contacto.
Un día me levanté de la cama fatal. Vomitaba durante todo el día, me mareaba y me cansaba a cada paso que daba. Me daba miedo ir al médico pero al finalizar el día me acerqué al hospital. Me ingresaron de urgencia. Tenía cirrosis.
La única solución posible era un trasplante de hígado. Me dijeron que no tenía demasiado tiempo. Era posible que en la lista de espera en la que estaba, no llegara un órgano a tiempo. Empezó mi cuenta atrás. Empezamos a correr la voz y mi madre, tíos y primos comenzaron a realizarse pruebas de compatibilidad. Mientras yo me fui a la playa y comencé a valorar las cosas que nunca había valorado.
Los médicos me hicieron muchas pruebas, un histotipado y determinación del grupo sanguíneo para verificar que mi cuerpo no rechace el hígado donado.
Exámenes de sangre o pruebas cutáneas para verificar si hay infección. Exámenes del corazón como un ECG, ecocardiografía o cateterismo cardíaco. Exámenes para buscar cáncer incipiente. Exámenes para observar la vesícula biliar, páncreas, intestino delgado y vasos sanguíneos alrededor del hígado. Colonoscopia.
Cuando ya había perdido la esperanza, el médico me llamó y me dijo que un hombre se había hecho la prueba de compatibilidad y había sido satisfactoria. El trasplante se realizaría en una semana en la misma sala de quirófano separada por un velo para preservar la identidad del donante.
Mis ojos recobraron la fuerza y mis ganas de vivir y de enmendar mis errores aumentaron.
Cuando ya había perdido la esperanza, el médico me llamó y me dijo que un hombre se había hecho la prueba de compatibilidad y había sido satisfactoria.
Llegó el día. El proceso fue largo:
Me pidieron que me quitara la ropa y me pusiera una bata. Me colocaron una vía intravenosa en el brazo. Me introdujeron catéteres adicionales en el cuello y la muñeca para controlar el estado de la presión cardíaca y arterial, así como para obtener muestras de sangre. Me acosté boca arriba en la mesa de operaciones.Me afeitaron la zona a operar y me insertaron una sonda en la vejiga para drenar la orina. Cuando estuviera sedado, el anestesista me insertaría un tubo en los pulmones para poder controlar la respiración con un respirador mecánico, así controlaría continuamente la frecuencia cardíaca, presión arterial, respiración y concentración de oxígeno en sangre durante la cirugía. Me limpiaron la piel con una solución antiséptica. El médico me hizo una incisión inclinada, inmediatamente debajo de las costillas en ambos lados del abdomen. Separó con cuidado el hígado enfermo de los órganos y las estructuras que lo rodean. Las arterias y las venas unidas se sujetaron con una pinza hemostática para detener el flujo sanguíneo al hígado enfermo. Este, se extirpó después de haberlo separado de los vasos sanguíneos.El médico inspeccionó visualmente la porción de hígado donante, antes de implantarlo y se conectó a los vasos sanguíneos. Se estableció el flujo sanguíneo al nuevo hígado, y luego se comprobó que no hubiera sangrado en las líneas de sutura.Acto seguido, el nuevo hígado se conectó a los conductos biliares y la incisión se suturó con puntos o grapas quirúrgicas.
Tenía que estar unos diez días ingresado en el hospital. Dolorido y pálido. Sentía una gran curiosidad por saber quién había sido mi donante. Preguntaba a los médicos pero no podían decirme nada.
En otra habitación, el hombre que donó su hígado despertó. Su familia estaba al lado. Su mujer y sus dos hijos, felices por el éxito de la operación. Un médico le preguntó que si quería revelar su identidad. Dijo que sí, que estaba deseándolo.
Yo quería darle algo al donante de manera anónima en forma de agradecimiento. Dinero, un viaje, o incluso un coche. Me había salvado la vida. Mientras cavilaba la manera de darle las gracias, un médico entró y me dijo que podía saber la identidad del donante. Una mezcla de alegría, admiración y asombro recorrió mi cuerpo como un escalofrío. Ya estaba algo mejor así que me incorporé con ayuda del médico y fui paso a paso, despacio, hasta la habitación del donante. Abrí la puerta y escuché:
-Hola hermano-
Y una lágrima corrió por mi mejilla hasta romper en el suelo.
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¿Por qué hablamos de trasplante de órganos?
Se pretende sensibilizar a la población sobre la importancia y necesidad de la donación como un acto solidario que permite salvar vidas. El primer trasplante del que se tiene referencia es un trasplante de córnea, realizado en el año 1905; el primer trasplante de riñón se realizó en 1951, y el primero de corazón fue en 1967. Muchos órganos y tejidos pueden ser trasplantados: riñón, corazón, pulmón, intestino, hígado, páncreas, piel, córnea, hueso y tejidos sanguíneos, entre otros. Se considera que la situación ideal sería que no hubiera necesidad de órganos para trasplante, ya que muchas de las enfermedades y situaciones que provocan la necesidad podrían ser evitables en gran parte. Así, la prevención de muchas enfermedades podría hacer que las necesidades de trasplantes fuera menor.
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