¿Por qué debo cuidar mi glucosa?

Debemos cuidar los valores de glucosa porque precisamente el aumento anormal de sus niveles en la sangre (hiperglucemia) caracteriza a la diabetes mellitus. Esta alteración metabólica puede deberse a un defecto en la secreción de insulina por parte del páncreas, a una irregularidad en la acción de la misma o a ambos fenómenos a la vez. Podemos hablar de dos tipos de diabetes:
Diabetes mellitus tipo 1: se caracteriza por una falta absoluta de la hormona insulina que en condiciones normales fabrica el páncreas a niveles adecuados y, por tanto, quien la sufre debe recibir tratamiento con insulina varias veces al día. Antes se la conocía como diabetes "insulinodependiente". Puede presentarse a cualquier edad, pero es más frecuente que se dé, de forma brusca, en niños y menores de 30 años (se la conoce como "diabetes juvenil").
Diabetes mellitus tipo 2: corresponde aproximadamente a un 85-90% de todos los casos de diabetes. Su principal característica es la resistencia de los tejidos del organismo a la acción de la insulina (las células beta del páncreas sí son capaces de producir insulina, pero el problema reside en que ésta no puede cumplir correctamente su función). El tratamiento por tanto, como mínimo en su inicio, no será la administración de insulina sino que se basará en una alimentación adecuada y en la práctica de ejercicio. Antes se le conocía con el nombre de “diabetes no insulinodependiente” y aún hay quien se refiere a ella como la “diabetes del adulto” porque acostumbra a presentarse a partir de los 40 años y en edades más avanzadas.
Cuidados de la glucosa
Para cuidar los niveles de glucosa y, por tanto, reducir el riesgo de desarrollar diabetes, debemos evitar factores de riesgo como el sedentarismo, la alimentación poco saludable, el sobrepeso. Por eso, los cambios en el estilo de vida son el primer paso para reducir la probabilidad de sufrir diabetes. Cuidar los niveles de glucosa pasa por:
Seguir una dieta saludable
Seguir una dieta equilibrada, baja en grasas y azúcares simples (dulces, bollería, precocinados…) y abundante en frutas y verduras.
Hacer ejercicio
De forma general, se aconseja un ejercicio aeróbico-anaeróbico de intensidad leve-moderada durante 30-60 minutos, de tres a cinco días a la semana. El aeróbico (caminar, bicicleta, natación…) es el que conlleva mayores beneficios, ya que favorece la pérdida de peso y previene la obesidad y reduce la aparición de enfermedades cardiovasculares (disminuye tensión arterial, colesterol y triglicéridos, y aumenta el HDL).
Dejar de fumar
El tabaco altera el metabolismo de la glucosa y los lípidos, implica una mayor dificultad para controlar los niveles de glucosa. Dejar de fumar reduce el riesgo de muerte en diabéticos.
La obesidad y el sedentarismo son los factores externos que más influyen en el desarrollo de la diabetes tipo 2. Respecto a la diabetes tipo 1, no existen métodos para prevenir la presentación de esta forma de diabetes. La mejor prueba diagnóstica es la cantidad de azúcar en sangre en situación de ayunas (glucemia basal).
Otras maneras de cuidar los valores de la glucosa tienen que ver con controlarse
Las personas sin los factores de riesgo citados antes deberían realizarse un análisis a partir de los 45 años, y si la glucemia basal resulta normal repetirse con intervalos de 3 años. En el caso de obesidad (central), antecedentes de diabetes gestacional, o cualquiera de los factores de riesgo se recomienda un análisis de sangre y, si es normal, hacer análisis de sangre anuales.
Una de las complicaciones más frecuentes de la diabetes es la hipoglucemia, la cual se debe a una disminución de los niveles de glucosa en sangre por debajo de lo normal. Asimismo, la hiperglucemia grave no corregida podría conducir a una cetoacidosis diabética (en la diabetes tipo 1) o a un coma hiperosmolar no cetósico (en la diabetes tipo 2), situaciones agudas graves.