El coronavirus y el frío

Creado el
03 Nov 2020
Modificado el
02 Oct 2024
Por qué el SARS-CoV-2 puede sobrevivir a las bajas temperaturas y hasta qué punto puede transmitirse

En Maldita Ciencia ya os hemos explicado cómo afecta el calor al coronavirus SARS-CoV-2. Pero, ¿qué pasa con coronavirus y el frío? China ha encontrado por primera vez muestras de coronavirus activo en el empaquetado exterior de alimentos congelados, según el Centro Nacional de Prevención y Control de Enfermedades (CDC) del país asiático. ¿Significa este hallazgo que el coronavirus sobrevive a bajas temperaturas? ¿Se corre algún riesgo al manipular alimentos congelados? ¿Y al consumirlos? Os contamos lo que sabemos al respecto.

  1. Los coronavirus pueden persistir durante semanas a bajas temperaturas
  2. La posibilidad de contagio al manipular o consumir alimentos congelados es “muy baja”, según el CDC de China
  3. Desinfectar el embalaje y lavarse las manos para evitar contagios
  4. Más allá de la supervivencia del coronavirus y el frío, la ventilación y el comportamiento social influyen en la transmisión del coronavirus

Los coronavirus pueden persistir al frío durante semanas

Víctor Jiménez Cid, catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Microbiología, indica a Maldita Ciencia que “los virus, como los alimentos y cualquier muestra biológica, se ‘conservan’ con el frío, no se destruyen”. “Sí pierden viabilidad microorganismos celulares por rotura de membranas por los cristales de hielo, pero los virus se mantienen viables porque las actividades enzimáticas que les deterioran están paradas a esas temperaturas”, afirma.

El investigador del grupo de Biología Viral del Instituto de Biología Integrativa de Sistemas de la Universidad de Valencia, Ron Geller cuenta a Maldita Ciencia que “los virus, en general, son sensibles a la temperatura”. Según cuenta, las temperaturas altas pueden inactivar a este coronavirus, mientras que las bajas prolongarían su actividad.

Una revisión científica indica que, en general, las bajas temperaturas prolongan drásticamente la ‘vida útil’ de este y otros coronavirus. Los autores señalan que una temperatura de refrigeración normal (de unos 4 °C) les permite persistir durante días y hasta varias semanas. En Maldita Ciencia ya os hemos explicado qué sabemos sobre la supervivencia del coronavirus en la nevera.

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que los coronavirus son muy estables en un estado de congelación y que pueden llegar a sobrevivir hasta dos años a 20 grados bajo cero. Sin embargo, según la revisión científica mencionada, aún faltan datos sobre la supervivencia a largo plazo del coronavirus y el frío, a temperaturas de congelación.

De hecho, los virus en laboratorios se conservan a bajas temperaturas (ultracongelados a unos 70 grados bajo cero), según cuenta a Maldita Ciencia la viróloga Sonia Zúñiga, investigadora de coronavirus en el Centro Nacional de Biotecnología: Cuando se descongelan, siguen siendo infectivos en su totalidad”. No obstante, señala que los procesos de congelación y descongelación repetidos van bajando el título viral (la cantidad de virus infectivo).

La posibilidad de contagio al manipular o consumir alimentos congelados es “muy baja”, según el CDC de China

El virus activo hallado en China se detectó en un cargamento de bacalao congelado. Las autoridades sanitarias chinas concluyeron que el origen de un rebrote detectado en la ciudad de Qingdao, en el este del país, se debió a que dos estibadores del puerto se contagiaron al entrar en contacto con productos que contenían restos del virus. “Es la primera vez en que el nuevo coronavirus vivo se ha aislado en el envoltorio exterior de alimentos en la cadena de frío y que se confirma que el contacto con el empaquetado contaminado puede causar contagio”, indica el CDC.

¿Hasta qué punto existe algún riesgo al manipular alimentos congelados? ¿Y al consumirlos? El CDC considera “muy bajo” el riesgo de contagio entre los consumidores de esos productos (bien por contacto con ellos o por su consumo).

Geller afirma que este hallazgo podría significar que existe la posibilidad de que se produzca una infección al manipular el paquete: “Sin embargo, dependerá de la cantidad de virus que está vivo (si es suficiente) y si el virus puede llegar de la superficie contaminada a las personas para infectar (por ejemplo, a su boca o su nariz)”.

El científico considera que para el consumidor no cambia mucho el riesgo porque siempre existe la posibilidad de que el producto se contamine en la tienda donde se compra, algo que él considera más probable. 

Aun así, que el embalaje tenga cualquier virus (o bacteria) por fuera no significa que esté también en el producto empaquetado, según subraya Zúñiga. La viróloga destaca la importancia de que el producto de dentro no toque el embalaje por fuera (una recomendación que además puede servir para evitar diferentes intoxicaciones alimentarias). “El producto congelado va a ser cocinado, con lo cual la posibilidad de que haya virus disminuye drásticamente”, añade.

Aunque el coronavirus pueda sobrevivir a temperaturas de refrigeración o congelación, Jiménez sostiene que es importante que no perdamos el foco: “La principal vía de contagio es el contacto con personas infectadas. Los objetos y alimentos, de serlo, son una vía de transmisión muy secundaria”.

 

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Desinfectar el embalaje y lavarse las manos para evitar contagios

Para el catedrático de Microbiología, este hallazgo supone que alguien contagiado había tocado el embalaje, tosido, hablado, cantado o respirado sobre él. “El foco de contagio real es ese individuo, no el embalaje ni el alimento”, insiste. Por ello, subraya la importancia de llevar mascarillas y mantener la distancia social “para protegerse de la vía de contagio por inhalación o contacto con gotículas, que es la preferente”.

El microbiólogo recuerda que los virus, al contrario que las bacterias que causan infecciones alimentarias, no se multiplican fuera de su hospedador. Es el hospedador el que produce los virus y los deposita en superficies.

“Si nos lavamos las manos después de tocar los objetos y no nos tocamos nariz, ojos y boca podemos tocar todos los embalajes de bacalao y cualquier otro objeto de nuestra rutina cuando queramos y, aun así, la transmisión por contacto indirecto es probablemente muy limitada”, afirma. Además de lavarse las manos, Geller recomienda desinfectar el embalaje de los alimentos congelados.

Como medida de precaución, las autoridades sanitarias chinas recomiendan a los trabajadores que manipulan estos alimentos, evitar el contacto directo con la piel, no tocarse la cara antes de quitarse la ropa de trabajo y lavarse las manos.

Más allá de la supervivencia del coronavirus y el frío, la ventilación y el comportamiento social influyen en la transmisión del coronavirus

Si las bajas temperaturas ayudan al coronavirus a sobrevivir durante más tiempo, ¿es probable que en las ciudades o pueblos en los que hace más frío se propague más fácilmente el coronavirus y se produzcan más contagios? La respuesta es compleja, según Geller. El experto indica que, además de la temperatura, muchos otros factores influyen en el proceso de infección y propagación. Por ejemplo, la humedad, la radiación ultravioleta del sol, la ventilación o el comportamiento de la gente.

Al principio de la pandemia, algunos estudios analizaban la transmisibilidad del virus en función de la temperatura y humedad relativa del ambiente. “Las conclusiones iban en la línea de que a bajas temperaturas y baja humedad relativa (invierno continental) el virus se transmitía mejor, pero la incidencia en sitios cálidos con alta humedad durante el desarrollo de la pandemia desmontó la hipótesis de que el virus podía tender a estacionalizarse”, afirma Jiménez.

Aun así, hay muchas razones por las que los virus respiratorios tienden a estacionalizarse. El microbiólogo afirma que, por ejemplo, las bajas temperaturas hacen menos eficientes nuestras defensas innatas en las vías respiratorias. En Maldita Ciencia ya os hemos explicado cómo las bajas temperaturas pueden afectar al sistema inmune. “El virus no tiene que ver con el frío, pero si estamos luchando contra uno, la paralización de nuestras defensas puede darle ventaja”, explica Jiménez.

A esto se suma que “en verano hacemos vida social al aire libre, donde gotas y aerosoles se diluyen, mientras que en invierno la hacemos en interiores, donde gotículas y aerosoles se concentran”, concluye.

“Menos bulos, más rigor científico” es un proyecto de DKV Salud con contenido editorial de Maldita.es.

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Autor/a: Maldita.es

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