Ejercicio después de una lesión, ¿cómo empezar?
La práctica de actividad deportiva habitual conlleva a la aparición de determinadas lesiones traumatológicas, siendo las más frecuentes las asociadas a un calentamiento insuficiente, a una demanda excesiva o a malos hábitos adquiridos. Pero, ¿sabes cómo volver al ejercicio después de una lesión, para evitar daños mayores o que la lesión se cronifique?
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¿Cuáles son los puntos claves para el ejercicio después de una lesión?
Qué ejercicio puedo hacer después de una lesión
Ante una lesión, es importante tener el diagnóstico de certeza y realizar el tratamiento necesario para minimizar las secuelas. Las lesiones más frecuentes derivadas de la actividad deportiva pueden clasificarse en tres subgrupos: lesiones musculares, lesiones óseas y lesiones por sobrecarga.
Las lesiones musculares son más frecuentes en las extremidades inferiores, concretamente en la zona posterior de muslo o zona gemelar. Suelen aparecer al inicio de la actividad deportiva y debidas a un calentamiento o preparación muscular insuficiente. Implican un cese inmediato de la actividad por aparición de dolor e impotencia funcional. Si bien puede tratarse tan sólo de una distensión muscular o elongación de las fibras, también podemos encontrarnos con una ruptura parcial o total del músculo e incluso con una desinserción de éste.
La exploración física es muy característica, aunque suele recurrirse a la realización de pruebas complementarias para confirmar el diagnóstico y la magnitud de la lesión. En función del grado de lesión muscular puede estar indicada, incluso, la inmovilización con un yeso ortopédico o la cirugía (en caso de desinserción muscular, típica del tendón aquíleo).
Lesiones óseas o fracturas
A la hora de volver al ejercicio tras una lesión de este tipo debemos asegurarnos de que el músculo haya cicatrizado correctamente para volverlo a poner en funcionamiento. La cicatriz muscular deberá someterse a un proceso rehabilitador para conseguir tener una movilidad similar a las fibras musculares adyacentes. No podemos ser impacientes. La movilización prematura de un músculo lesionado puede implicar la nueva ruptura de sus fibras.
En caso de lesión ósea o fractura vamos a precisar, en el mejor de los casos, un tratamiento ortopédico con yeso, aunque puede precisarse la cirugía (en caso de fracturas complejas o articulares desplazadas) o bien la reducción ortopédica con tracción en caso de fracturas desalineadas. En necesario un control evolutivo posterior con la realización de radiografías seriadas (nos ayudarán a comprobar la correcta consolidación de la fractura con la formación del callo óseo y la correcta alineación ósea).
Tras el periodo de inmovilización aguda va a ser necesario, en la mayoría de los casos, la realización de un tratamiento rehabilitador para recuperar la movilidad articular. Es impensable la retirada de un yeso antes de asegurarnos de la correcta consolidación ósea que, a su vez, puede dificultarse por una posible patología asociada, como la osteoporosis o artrosis.
Lesiones por sobrecarga
En cuanto a las lesiones por sobrecarga o fatiga muscular podríamos mencionar las más consultadas: el codo del tenista o epicondilitis, el codo del golfista o epitrocleitis, la tendinitis de la pata de ganso, y la bursitis y entesitis aquílea. Todas estas entidades son debidas, generalmente, a la sobrecarga del grupo muscular implicado.
Precisan de un reposo muscular controlado y una recuperación completa para evitar recaídas posteriores. En ocasiones, no es suficiente con un tratamiento antiinflamatorio y debe recurrirse a la infiltración local, al tratamiento rehabilitador y al uso de ortesis o material de ortopedia.
¿Cuáles son los puntos clave para el ejercicio después de una lesión?
Es muy probable que para hacer ejercicio después de una lesión se deban realizar pruebas complementarias específicas que van a depender del tipo de lesión en estudio. En caso de sospecha de fractura ósea la primera prueba a realizar es una radiografía que puede complementarse con una tomografía computarizada (TC) cuando es necesario conocer la dimensión tridimensional del foco de fractura. En caso de lesión muscular es necesario recurrir a la ecografía musculoesquelética o a la resonancia magnética nuclear (RMN) dado que son las pruebas de elección para estudiar los problemas musculares, tendinosos, meniscales, discales y cartilaginosos.
Una vez disponemos de la confirmación diagnóstica debemos realizar el tratamiento adecuado en cuanto a inmovilización o cirugía, analgesia y descarga funcional. El seguimiento posterior nos permitirá realizar un control evolutivo de la lesión, así como de los síntomas.
El papel de la rehabilitación
Sólo cuando confirmamos que la evolución ha sido la correcta es cuando se indica la rehabilitación funcional que debe ser progresiva y tutelada por el médico rehabilitador y el fisioterapeuta. Tras la reeducación funcional, la vuelta al ejercicio después de una lesión será progresiva hasta conseguir la recuperación completa y la intensidad similar a la previa a la lesión. Asimismo, se establece un programa preventivo personalizado para evitar recaídas (enfatizando el calentamiento antes del inicio de la actividad deportiva).
Se persigue la consecución de los siguientes principios: recuperación funcional ad integrum (total recuperación), Readaptación (inicialmente a la vida cotidiana) y Reentrenamiento (reinicio del deporte con igual intensidad y rendimiento que al inicio).
Si bien no siempre es posible conseguir los tres ítems, es labor fundamental de las especialidades de rehabilitación y fisioterapia es conseguir la reintegración del individuo a su actividad en todas las esferas.
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