Compra semanal con niños
Si les enseñamos desde pequeños cómo comer y que alimentos es mejor escoger a la hora de hacer la compra semanal con niños, les ayudará mucho a seguir una alimentación sana en la edad adulta.
La compra semanal con niños: cómo involucrarlos
Antes de salir de casa, es importante revisar la despensa y la nevera y hacer una lista de la compra semanal de lo que se necesita. ¿Cómo? En forma de juego: preguntad a los peques qué alimentos comemos varias veces al día, cuáles comemos algunos días de la semana o cuáles de manera esporádica. Así sabrán qué alimentos son imprescindibles en la compra semanal con niños. Además, mientras hacéis la lista podéis explicar la importancia de comprar los diferentes grupos de alimentos:
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Frutas y verduras a diario para conseguir todas las vitaminas, minerales y fibra necesaria que favorecerá sus defensas.
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Leche, yogur y queso a diario para obtener el calcio y vitamina D que precisan para tener unos huesos fuertes.
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Pasta, arroz, legumbres, patata, pan… aportarán energía para no estar cansados ni en la escuela ni al practicar deporte.
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Carne, pescado, huevo… aportan las proteínas necesarias para formar y mantener los músculos.
Más mercado y menos supermercado
Para que los niños puedan aprender a escoger buenos alimentos, no hay mejor sitio que el mercado. En las diferentes paradas pueden observar la variedad de colores y olores, pero sobre todo, podrán hablar con los que mejor conocen el género del mercado: los paradistas. Ellos saben bien la calidad del producto que venden, pues escogen a primera hora de la mañana qué alimentos quieren para sus paradas, por lo que saben exactamente cómo son y os enseñaran a sacarles el máximo partido. Es muy probable que os dejen probar sus productos antes de comprarlos, y está más que demostrado que no hay mejor manera de aprender que experimentando, así que no dejéis pasar la ocasión para explicarles por qué el mercado es tan buena opción.
El sabor y frescura de los alimentos es mucho mejor, además de que conservan mejor sus nutrientes. Con ello, tienen más beneficios para la salud, pues no han tenido que congelarse para llegar hasta nosotros ni haber sido transportados durante días en cámaras frigoríficas.
Siempre que se pueda, producto de temporada. Se dice que el producto local es más caro, todo depende de con que lo compares, pero al ser productos de temporada su precio suele ser mejor, pues hay un excedente de producto.
La economía local también se beneficia ya que la ganancia va directamente al campesino local y no a las grandes cadenas de supermercados.
En el mercado suele haber productos locales y de estación, es decir que se trata de un producto de proximidad, por lo que no se recorren tantos kilómetros hasta llegar a nuestras casas, con lo que la huella ecológica que implica comprarlos es menor que si los compramos importados.
Pasa a la acción en el mercado
Una vez en el mercado, durante la compra semanal con niños, podéis realizar juegos diferentes para promover el interés por los alimentos saludables:
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Pensar una receta saludable y buscar los ingredientes: podéis pensar la receta in situ o llevarla preparada de casa, sea como sea, invitadles a pensar cómo cocinarlo y que ingredientes necesitamos, en que parada encontrarlos, si se puede por ejemplo cambiar una verdura por otra...
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Pensar cómo preparar meriendas sabrosas a base de fruta fresca, frutos secos, fruta desecada, yogur, aceite de oliva… realizando un rico batido o un bizcocho casero y correr a las paradas a buscar los ingredientes.
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Explicar a los niños que no hay alimentos “prohibidos”, pero que la frecuencia de muchos de ellos es inadecuada, ya que si consumimos habitualmente alimentos poco saludables a la larga puede provocar problemas de salud, por eso sólo se aconseja tomarlos en ocasiones especiales. Es importante dar ejemplos claros para que sepan de que alimentos estamos hablando: refrescos, bollería industrial, chucherías...
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Dejarles escoger la carne o pescado que más les guste, y descubrir aquellas que no hayan probado nunca. Ver pescados nuevos siempre es divertido y sorprendente.
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En la huevería, explicarles que el color de los huevos nada tiene que ver con su calidad, pero sí con cómo se hayan criado las gallinas y que hayan comido. Podéis comprarlos de diferente clasificación y probar si saben diferente.
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Jugar a los colores: la frutería es la parada perfecta para ello, hacerles buscar colores y decirles el nombre de la fruta o la verdura correspondiente suele ser divertido, sobre todo si son raras y exóticas; y quizás se atrevan a probar las que no conocen.
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Si son bastante mayores y responsables, puedes darles una parte de la lista para que compren los alimentos de alguna de las paradas. E hecho de ir solos, hablar con el/la paradista y volver con la compra semanal suele gratificante y habrán aprendido probablemente algo nuevo acerca de lo que han comprado.
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