Refrescos e hígado graso, ¿existe relación?
Existen numerosos estudios que reflejan los efectos adversos en nuestra salud del consumo continuado de azúcares y más concretamente de refrescos azucarados. Actualmente se ha puesto el foco de manera insistente en la presencia de este elemento en los alimentos y bebidas que consumimos y las medidas que podemos tomar para reducir esa cantidad.
Relación bebidas azucaradas e hígado graso
El último estudio que demuestra las pésimas consecuencias del azúcar en el organismo de los menores es el realizado por investigadores del Instituto de Innovación y Sostenibilidad en la Cadena Agroalimentaria (IS-FOOD) de la Universidad Pública de Navarra (UPNA), en colaboración con investigadores de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Instituto Karolinska (Suecia), en el que se demuestra que la ingesta de bebidas azucaradas se asocia con una mayor cantidad de grasa acumulada en el hígado en menores que sufran obesidad y sobrepeso.
Además, el incremento de la grasa en el hígado ocasiona diferentes trastornos metabólicos aumentando el riesgo de desarrollar diabetes y enfermedades cardiovasculares.
El estudio hace hincapié en la importancia de incluir recomendaciones y advertencias específicas sobre el consumo de bebidas azucaradas en los programas de educación destinados a la prevención de la obesidad en la infancia.
La investigación en la que participaron 110 niños y niñas de entre 8 y 10 años que sufrían obesidad o sobrepeso y se tuvieron en cuenta la cantidad de verduras, frutas, pescado, cereales, carnes, productos lácteos y bebidas azucaradas, así como el total de azúcar total en la dieta y el número de calorías consumidas.
Todo ello deriva en las conclusiones del estudio en el que, como hemos mencionado con anterioridad, se señala la relación de la ingesta de refrescos azucarados con el incremento del riesgo de tener un hígado graso al igual que, por el contrario, el consumo de cereales disminuye el riesgo de desarrollar un hígado graso.
Cómo reducir el consumo de bebidas azucaradas
Quizás seas de los que piensa que realmente tanto tú como tus hijos no consumís una cantidad excesiva de refrescos azucarados. Para realmente ser conscientes de la realidad, lo mejor que podemos hacer es anotar cada vez que consumimos una bebida azucarada y al final de la semana revisar las anotaciones y comprobar en qué tipo de consumo estamos;
- Consumo excesivo: Una bebida o más cada día de la semana
- Consumo medio-alto: Una bebida o más casi todos días.
- Consumo medio: Una bebida un día sí y otro no.
- Consumo ideal: ninguna bebida o un máximo de una bebida a la semana.
Lo ideal es establecer el agua como bebida que acompaña a nuestras comidas. Si no puedes resistirte a la “tentación” de las bebidas azucaradas, mejor optar por la versión Zero, light o sin azúcar, aunque como hemos mencionado es mejor que el agua sea la bebida escogida para nuestras comidas.
Otra opción para poder reducir el consumo de estas bebidas azucaradas podría hacerse de manera que durante la semana, donde tenemos una rutina establecida, bebamos agua junto con nuestras comidas y los fines de semana en los que somos más laxos con nuestra dieta, podamos consumir de manera esporádica algún refresco azucarado.
Como en la mayoría de los alimentos poco saludables, no se trata d eliminarlos de la dieta, si no de consumirlos de manera responsable y sin abusar de ellos, ya que de hacerlo, sabemos que pueden acarrear problemas en nuestra salud a largo plazo.