Body shaming, ¿lo estás practicando?
¿Criticas los defectos físicos de los demás?, ¿te burlas de los que no tienen un cuerpo perfecto o no cumplen con el clásico prototipo de 90-60-90?, ¿te avergüenza mostrar tu cuerpo? Si tu respuesta es afirmativa, estás practicando lo que se conoce hoy día bajo el término del body shaming.
¿Qué es el body shaming?
Body shaming es un concepto que, traducido al español, podríamos definir como “vergüenza de nuestro cuerpo”. Se trata de una conducta que reside en criticar e incluso burlarse de los defectos físicos de las personas ajenas, con comentarios críticos que pueden herir a quien los percibe. Y también de avergonzarse del propio cuerpo. Si a menudo te dices “me avergüenzo de mi cuerpo” o te sientes así por las opiniones desagradables que recibes sobre tu aspecto físico, estás construyendo una imagen negativa de ti mismo que poco te va a ayudar a quererte y aceptarte.
Una de las múltiples consecuencias que puede provocar este desaconsejable hábito del body shaming es el deseo de querer cambiar ciertas partes de nuestro cuerpo que nos desagradan o que hasta incluso odiamos y que pueden llegar a hacernos sentir muy inseguros e invalidarnos.
¿Aceptas tu físico o persigues cambiarlo?
Aunque hoy en día la cirugía hace “milagros”, lo cierto es que, aunque queramos, no podemos tener el cuerpo de otra persona, ni transformarnos totalmente para tener un aspecto físico radicalmente diferente al nuestro. La dieta y el ejercicio ayudan, eso sí, pero también influye nuestra predisposición genética, y eso ya no depende de nosotros.
La publicidad, las tendencias y las modas tratan de ejercer su influencia y vendernos que nuestro objetivo debe ser perseguir el cuerpo perfecto y valorarnos por el físico y no por nuestra manera de ser, actuar, sentir… Pero lo cierto es que nuestra mayor valía reside en nuestro interior más profundo y adquirir seguridad ante ello nos va a permitir que seamos mucho menos vulnerables a cualquier crítica que nadie está exento de recibir.
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Tener presente una meta de lograr un cuerpo perfecto es una utopía y si nos fijamos una expectativa irreal, lo más probable es que vivamos en una frustración constante y acabemos teniendo serios problemas emocionales.
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Resistirnos o luchar contra viento y marea no deja de ser un rechazo a nuestro físico y como consecuencia, un rechazo hacia nosotros mismos que va a mermar seriamente nuestra autoestima, afectando a todas las facetas de la vida de la persona. Y una baja autoestima es la base de múltiples dificultades a nivel psicológico.
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En cambio, si aceptamos que todas las personas tenemos nuestros defectos y nuestras virtudes, tanto físicas como psíquicas, conseguimos estar en paz con nosotros mismos.
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La aceptación de cualquier condición física nos permite no rechazarnos, si no querernos tal y como somos y por consiguiente, tratarnos y sentirnos bien para así ofrecer una buena versión de nosotros al resto de personas que nos rodean.