El placer de ayudar a los demás
En cualquier caso, de una forma u otra, la ayuda comporta un beneficio y, a su vez, representa, por un lado, una entrega y, por otro lado, una acogida. Se espera que ambas sean efectivas, tanto para receptor como para emisor.
Las características de ayudar a los demás
Cuando una persona actúa con la finalidad de ayudar, se considera que se está comportando bajo tres características esenciales comunes:
- Se comporta de forma desinteresada y altruista.
- No espera nada a cambio por ofrecer ayuda.
- Provoca como consecuencia un efecto positivo y bienestar de otra persona, le brinda una atención.
Tipos de ayuda
Si tomamos algunos ejemplos, ayudar a alguien a cruzar la calle no se considera una conducta al mismo nivel que se considera ayudar a una persona a superar una depresión. En este sentido, podemos clasificar las conductas de ayuda dentro de nuestras relaciones sociales en dos grandes grupos:
- Conductas con efecto acción-reacción sistemático: ayudar a una persona a superar una depresión.
- Conductas con efecto inmediato, en el momento: ayudar a alguien a cruzar la calle.
Otro tipo de clasificación de las conductas de ayuda que podemos elaborar es:
- Conductas que requieren contacto directo: los dos ejemplos anteriores.
- Conductas indirecta en las que no necesariamente se produce un contacto directo: por ejemplo, realizar una transferencia bancaria para un familiar que vive en el extranjero y nos solicita una ayuda económica.
Costes y beneficios de la ayuda
Además, como cualquier conducta, la ayuda comporta costes y beneficios:
- Entre los costes, podemos encontrar: esfuerzo realizado, el tiempo destinado, los efectos psicológicos dolorosos que puedan producirse, etc.
- En cuanto a los beneficios, destacamos algunos de ellos como son: los sentimientos de satisfacción personal que puedan derivarse de la acción de ayudar, el agradecimiento recibido del otro, el reconocimiento social, la aprobación social, la aceptación, etc. Tanto la satisfacción como el agradecimiento están relacionados con el placer que se experimenta en muchos casos cuando practicamos la ayuda.
¿Qué sentimos cuando prestamos ayuda?
Algunos autores como Weiner o Batson coinciden en señalar que en aquellas situaciones donde ofrecemos ayuda a una persona con un problema ajeno a su voluntad, vamos a sentir una respuesta emocional principal de empatía dirigida al sufrimiento de la persona que ayudamos y que va a provocar que todavía nos sintamos aún más motivados a ayudarla.
Del mismo modo, ¿qué sentimos cuando tenemos que ayudar a una persona a la que la consideramos responsable de su propio problema? Es muy probable que sintamos emociones más desagradables, tales como ira, enfado, rabia… y que a su vez van a provocar el efecto contrario, disminuyendo nuestro interés por ofrecer ayuda.
También se pueden dar situaciones donde la persona la percibe como una amenaza, ya sea: para su integridad, para su autoestima, porque sienta que su vida corra peligro o debido a creer que va a perder autonomía o libertad. En estos casos, también es común sentir emociones desagradables o conocidas como “negativas” que también podemos tener si estamos en una relación tóxica.
No obstante, la gran mayoría de conductas basadas en el altruismo y en la ayuda desinteresada, se han visto en varios estudios que son capaces de generar mayor bienestar y, por consiguiente, un estado de felicidad más intenso, acompañado de una serie de recompensas y efectos beneficiosos.