Superar complejos
Coloquialmente, se dice que una persona tiene un complejo cuando se cree poseedora de cierto defecto, físico o psicológico, o cuando subestima su capacidad, quedándole resentida la autoestima y sintiéndose, en muchas ocasiones, inferior a otras personas. La existencia de un complejo puede llegar a resentir seriamente la vida de la persona, impidiéndole disfrutar de determinadas situaciones e incluso imposibilitándole la satisfacción con su propia vida.
Origen de los complejos
El origen de muchos complejos puede hallarse en la infancia y la adolescencia, en determinadas características del entorno familiar y escolar, y en la vivencia de experiencias traumáticas o muy invalidantes para la persona. Es importante señalar que estos defectos son sentidos por la persona a nivel interno, pero que en muchas ocasiones no son percibidos ni compartidos por las personas del entorno.
Los complejos físicos suelen estar relacionados con partes del cuerpo y rasgos físicos que la persona no acepta, le incomodan y que teme mostrar a los demás. Algunos ejemplos son el complejo de alto, de bajo, de nariz grande, etc. Un complejo puede ser con relación al peso y puede derivar en trastornos de la conducta alimentaria potenciados por las redes sociales.
Por contrapartida, los complejos psicológicos suelen tener su origen en experiencias traumáticas vividas por la persona y se manifiestan en forma de pensamientos dañinos sobre uno mismo, afectando gravemente a la autoestima, el comportamiento y el desenvolvimiento social. Un ejemplo frecuente es el complejo de inferioridad.
¿Cuándo los complejos son un problema?
Un complejo pasa a ser un serio problema cuando impide a la persona sentirse feliz y plena, y cuando afecta a la relación con los demás. En muchas ocasiones, la persona afectada por un complejo necesitará de la ayuda profesional de un psicólogo para superarlo. Sin embargo, algunas consideraciones a tener en cuenta para iniciar el proceso de cambio son:
- Ser conscientes de que en muchas ocasiones un complejo surge de la comparación con los demás, de la influencia de la sociedad, la moda y los estereotipos de belleza. Pero, ¿por qué tiene que ser malo ser diferente en algo?, ¿dónde está el límite?, ¿uno es demasiado (alto, bajo…) según quién?
- Reconocer el complejo y desear superarlo son dos pasos iniciales imprescindibles.
- Diferenciar: Existirán rasgos con los que la persona se siente acomplejada y que serán modificables, como el peso corporal. Sin embargo, habrá otros complejos imposibles de cambiar y cuya salida estará en la aceptación y en aprender a convivir con los mismos. Por ejemplo, el complejo de alto o de bajo.
- Relativizar el complejo y tratar de hacer uso del sentido del humor. Tomar conciencia de que la persona es mucho más que ese rasgo físico o psicológico determinado.
- Aprender a quererse y a valorarse uno mismo de forma global, por los que se es, con defectos y con cualidades. Aprender a valorar el cuerpo y la mente.
- No tratar de buscar siempre la aprobación de los demás, evitar las comparativas. Centrarse en uno mismo y actuar según los propios principios y valores.
- Buscar lo positivo que hay en uno mismo, los aspectos positivos de la propia personalidad, las cualidades y virtudes, y potenciarlas.
- Ser conscientes de que la perfección no existe. Todo el mundo tiene defectos y realiza fallos o errores.
Elena Mató – Especialista en Psicología – Psicóloga consultora de Advance Medical