Aborto espontáneo
Se define el aborto espontáneo como la expulsión o extracción de su madre de un embrión o de un feto de menos de 500 gramos de peso (aproximadamente 22 semanas completas de embarazo) o de otro producto de gestación de cualquier peso o edad gestacional absolutamente no viable.
Su incidencia está entre 10-20% de los embarazos. El riesgo de aborto espontáneo aumenta con la edad materna, de forma que el riesgo de aborto en una mujer que se queda embarazada con 45 años es del 93%. Las mujeres que ya han tenido un aborto tienen más posibilidades de abortar en un segundo embarazo, hasta un 16% y aún es mayor en las que han sufrido 2 o más abortos. Por otra parte el 90-96% de las gestaciones que presentan latido cardiaco fetal en ecografía entre las semanas 7-11, van a ser evolutivas. En resumen, cuanto mayor es la edad gestacional menor es la probabilidad de que se sufra un aborto, de forma que el primer trimestre de embarazo es el de mayor riesgo para sufrir un aborto.
El síntoma que con más frecuencia aparece es el sangrado vaginal más o menos abundante junto con dolor similar al menstrual. En estos casos se debe realizar una exploración con espéculo para comprobar el origen, la cantidad y el aspecto del sangrado. Y aunque es evidente que la exploración ayuda a plantear la sospecha de un aborto espontáneo, el diagnóstico de certeza nos lo dará la ecografía, aunque en ocasiones podamos también ayudarnos de las determinaciones hormonales de?-hCG.
La realización de la ecografía debe ser obligatoria en toda mujer que acuda a consulta con un sangrado. Deberemos conocer la fecha de última regla para datar la gestación y así evitar errores diagnósticos. En la ecografía veremos una saco gestacional intraútero con presencia de botón embrionario o no, en caso de verse éste podrá tener latido cardiaco fetal o no. Hay ocasiones en las que la ecografía se hace en una gestación tan incipiente que aún no es posible valorar la presencia de latido fetal, de ahí la importancia de conocer si la mujer tiene ciclos menstruales regulares y la fecha de última regla.
Si es el primer control ecográfico que le hacemos a la mujer es conveniente una reevaluación pasados siete días. Si en esos días en la ecografía hay ausencia de latido cardiaco en un embrión de longitud cefalo-caudal (LCC) >5 mm o bien un saco gestacional con un diámetro medio ?20 mm sin evidencia de polo embrionario ni saco vitelino en su interior o no ha habido ninguna evolución con respecto a la ecografía previa, podremos decir que se trata de un aborto.
Una vez diagnosticado el aborto deberemos valorar que vía de abordaje es la más adecuada para la evacuación uterina. En gestaciones de pocas semanas, con sangrado activo y cérvix permeable y estabilidad hemodinámica, podremos optar por un tratamiento farmacológico, de esta manera la paciente no sufrirá una intervención quirúrgica y pasada una regla tras el aborto podrá volver a buscar embarazo. Si hay presencia de una hemorragia intensa y persistente, si hay alguna contraindicación para el tratamiento médico, inestabilidad hemodinámica, o sospecha de una enfermedad trofoblástica habrá que practicar un legrado evacuador.
El legrado es una intervención quirúrgica que se realiza bajo anestesia general, tiene una alta efectividad y su principal ventaja es que dura menos que el tratamiento farmacológico. Por otra parte como toda intervención tiene sus riesgos y la paciente deberá esperar entre dos y tres reglas para volver a buscar el embarazo.
El resumen es que hay que datar muy bien la gestación para saber lo que podemos encontrar en la ecografía, no debemos diagnosticar en una primera valoración un aborto, hay que confirmar y estar seguros de la no presencia de latido cardiaco fetal y siempre ofrecer a la paciente la mejor opción terapéutica en cada situación, haciendo así lo más llevadero posible el proceso.