Emociones y fertilidad ¿están relacionadas?

16 Abr 2020
Existen estudios y pruebas que confirman la relación entre las emociones y la fertilidad. Aquí te lo contamos.

Desde siempre ha existido la creencia popular de que los factores psicológicos y emocionales afectan a nuestra fertilidad, al hecho de conseguir quedarse embarazada, pero ¿es cierta tal afirmación? 

Primeras pruebas de la relación entre emociones y fertilidad

En la Alemania nazi, un médico del régimen realizó crueles investigaciones con hombres y mujeres que habían pasado por la angustiosa experiencia del cautiverio. Para controlar algunas de las variables de cara a la investigación, estas personas fueron tratadas con especiales cuidados, con una buena alimentación y sin malos tratos físicos. El resultado mostró que hombres y mujeres de entre 20 y 30 años, es decir, en edad reproductiva fértil, su aparato reproductor envejecía hasta parecer ancianos de 65 y 70 años en tan sólo dos o tres meses de encierro. Lo que llevó a pensar que quizás temores menos intensos también pueden afectar a la capacidad reproductiva.

 

 

¿Qué dicen los estudios recientes?

Se ha demostrado que la tensión emocional (estrés, ansiedad, nerviosismo, impaciencia, etc.) repercute a nivel físico en la función del hipotálamo (la glándula endocrina que regula los ciclos menstruales), de manera que, en periodos de mucha emoción o estrés, el hipotálamo reduce la secreción pituitaria de hormonas, lo que conduce a una estimulación ovárica insuficiente como para poder concretar la menstruación. De ahí que, en periodos de exámenes, ante situaciones estresante, problemas familiares, etc., la ovulación pueda adelantarse, atrasarse o incluso anularse. Es decir, las emociones modifican el funcionamiento del circuito encargado de la reproducción.

Además, cabe destacar que la mayoría de los estudios realizados hasta la fecha revelan que entre el 25 y el 65% de los pacientes que asisten a las clínicas de reproducción asistida presentan síntomas clínicamente significativos en ansiedad, hecho que reafirma la relación existente entre emociones y fertilidad.

Cuando el embarazo no llega

A nivel emocional, cuando conseguir quedarse embarazada se alarga meses y meses, podemos sentirnos paralizadas y estancadas en el tiempo, puesto que estamos esperando el embarazo para seguir adelante con nuestra vida. Como si de una hibernación se tratara, con un gasto mínimo de energía y sin poder poner ilusión en ningún nuevo proyecto. Y no nos referimos a grandes proyectos, sino a actividades cotidianas que hacíamos antes de pensar en el embarazo y que, por el hecho de estar esperando, dejamos de hacer. Es como si se quedase todo detenido hasta que llegue el tan ansiado embarazo. Y pasan los meses y la angustia empieza a aparecer, los nervios, la ansiedad y el sufrimiento comienzan a hacer mella. Tal es el estrés que se puede llegar a experimentar que en algunas ocasiones la relación de pareja no consigue soportar la presión y se intensifican problemas previos no resueltos, llegando incluso a la separación. Pero también es posible que ocurra todo lo contrario, que pasar por esta experiencia sea algo que una, aumente la complicidad y el sentimiento de apoyo mutuo.

Tratamientos de fertilidad y emociones

No a todas las parejas el tema de la infertilidad les afecta de igual modo y en el mismo grado. Dependerá de cómo afronten el impacto psicológico de la noticia y de los recursos de los que dispongan para adaptarse a ello. De todos modos, lo cierto es que, en la mayoría de los casos, la infertilidad supone un impacto estresante, una crisis y una situación que lleva a la pareja a una toma de decisiones compleja.

 

 

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Diagnóstico de infertilidad: la noticia suele ir acompañada de emociones como el miedo, la culpa, la ansiedad, la confusión, la tristeza y la ilusión por abrir la puerta a una nueva solución. Emociones que, a pesar de asustar en un primer momento, son adaptativas y forman parte de esta primera aproximación a una situación desconocida y que no sabemos manejar.

En esta fase, la culpa es el peor de los aliados. Con el fin de dar un sentido a la situación y así poder asumirla, con frecuencia se busca una causa que justifique qué ha podido ocasionar el problema de infertilidad. Pero quedar enganchado en la culpa no sólo no servirá para solucionar el problema, sino que aumentará el malestar al desviar la atención y energía en buscar un culpable, en lugar de actuar como un equipo y encontrar una solución.

Intentos fallidos: en algunas fases del tratamiento se tiende a experimentar una sensación de control más elevada que la real cuando las expectativas que nos habíamos creado son también elevadas. En ese caso, la frustración de un resultado negativo puede generar mayor tristeza y llevar al aprendizaje de que se haga lo que se haga no se consigue el resultado deseado, lo que se conoce como indefensión aprendida. Un concepto utilizado para hacer referencia a una persona que ha aprendido a comportarse pasivamente frente a un problema porque cree que no tiene capacidad para producir un cambio, a pesar de que existen oportunidades reales de solución.

Es importante recordar que no se puede alcanzar un control absoluto por parte de los pacientes en lo que a resultados de fertilidad se refiere y que la incertidumbre nos acompañará prácticamente a lo largo de todo el proceso.

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Equipo medico dkv
Autor/a: Equipo médico DKV

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