Cómo tomar la temperatura corporal
El cuerpo humano necesita un umbral de temperatura concreto para funcionar correctamente. Pese a tener mecanismos autorreguladores, en ocasiones la temperatura corporal puede subir o bajar por diversos motivos, que pueden ser patológicos o no. Por este motivo, medir la temperatura corporal correctamente es una tarea sencilla y esencial que ayuda a detectar ciertas enfermedades, y también a despejar dudas sobre la efectividad de los tratamientos. Pese a ser un acto muy cotidiano, genera ciertas dudas que conviene resolver, tanto para ganar tranquilidad como para asegurar que los resultados son fiables, lo que permite un reconocimiento más adecuado del paciente.
¿Qué se considera una temperatura normal?
Al tomar la temperatura corporal, se considera una temperatura normal, tanto en el niño como en el adulto, la que se sitúa entre los 36 y 37 ºC, cuando se toma en la axila o la ingle (las zonas más habituales y aconsejables de tomar la temperatura). Si la tomamos en la boca, la normalidad sube unas décimas y oscila entre los 36,2 ºC y los 37,2 ºC. La temperatura rectal normal es todavía mayor y, en condiciones basales, oscila entre los 36,7 y 37,7 ºC).
En algunos casos puede haber excepciones. Tanto niños como adultos pueden presentar temperaturas entre 35,5 y 36 ºC pese a estar en un excelente estado general. Esto se considera una variante de la normalidad, ya que estas personas tienen la temperatura regulada unos grados por debajo, como si de un termostato se tratase. Cabe mencionar que la aparición de temperaturas de entre 36 y 37 ºC en personas con una temperatura corporal más baja de lo normal no implica la existencia de fiebre. En cualquier caso, la valoración debe centrarse en las sensaciones y el bienestar o malestar de cada persona.
La temperatura corporal tiene su propio ritmo circadiano
El ser humano presenta un ritmo circadiano o diario (que varía según la luz del sol y la hora del día) en el que la temperatura, el nivel de una determinada hormona o la presión arterial varían según la hora del día o de la noche. Esto nos permite adaptarnos a los cambios sutiles que se generan en las 24 horas del día.
Las circunstancias que modifican la temperatura corporal son variadas. Es normal, por ejemplo, tener unas décimas más altas (hasta medio grado más) al mediodía o al atardecer que en la madrugada. Sin embargo, durante el sueño, esta tiende a bajar, ya que el cuerpo en reposo tiene más dificultades para regular la temperatura. También se ve afectada por otros procesos corporales como la menstruación, durante la cual la temperatura corporal aumenta medio grado, concretamente en la segunda parte del ciclo menstrual, después de la ovulación.
Hay una sección del cerebro, denominada hipotálamo, que se encarga de regular la temperatura y actúa como un termostato, para que la temperatura corporal no sufra cambios bruscos y se mantenga constante en situaciones de frío o de calor. Este mecanismo es el que se conoce como termorregulación corporal.
El hipotálamo recibe información de la temperatura de otros lugares del cuerpo, sobre todo de la temperatura cutánea. La información cutánea permite al hipotálamo anticiparse a los cambios. Nuestro cuerpo es capaz de compensar las variaciones de temperatura del ambiente, de manera que, si hace mucho calor o realizamos una actividad física intensa, este centro regulador del calor estimula la producción de sudor para refrescar la piel. Si hace frío, los músculos reciben la orden de contraerse rápidamente para producir calor y ayudar a mantener la temperatura normal, lo que se manifiesta como escalofríos o tiritona.
¿Qué es la fiebre?
La fiebre es un síntoma, no una enfermedad. Es un mecanismo de defensa de nuestro organismo que nos ayuda a combatir a determinados organismos infecciosos. Por lo tanto, está íntimamente relacionada con el sistema inmune. Los síntomas más habituales que la acompañan son el dolor de cabeza, las mialgias (dolores musculares), los escalofríos y la somnolencia.
Si la persona se encuentra en un aceptable estado general, no es prioritario bajar la temperatura. La fiebre nos puede ayudar a eliminar la infección más rápidamente, ya que muchos microorganismos se debilitan a temperaturas superiores a 38 ºC.
En caso de ser necesario reducir la temperatura, por ejemplo, si la fiebre es muy elevada, puede ser suficiente con medidas físicas, como compresas húmedas o baños templados. Si esto no es suficiente o la persona se encuentra muy mal, se emplean fármacos específicos llamados antitérmicos. En cualquier caso, el tratamiento definitivo de la fiebre será siempre el tratamiento de la afección que la causa.
Gradación de la temperatura corporal: de la febrícula a la hiperpirexia
Al tomar la temperatura en la axila o en la ingle podemos encontrarnos en diversas situaciones:
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Menor de 36 °C: hipotermia (existen excepciones).
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36-37 °C: temperatura normal.
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37-38 °C: febrícula.
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38-38,5 °C: fiebre ligera.
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38,5-39,5 °C: fiebre moderada.
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39,5-40,5 °C: fiebre alta.
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Mayor de 40,5 °C: hiperpirexia
La temperatura corporal es un síntoma, no una enfermedad en sí misma, por lo que no siempre se corresponde fielmente con el estado de gravedad de un paciente. Por ejemplo, en los niños o adultos, una sepsis (infección generalizada muy grave) puede acompañarse de hipotermia. En este caso, una temperatura de 35,8 °C y un estado pésimo del paciente nos debe orientar a gravedad. En los neonatos, una temperatura superior a 37 °C es un motivo más que suficiente para acudir a urgencias. En las infecciones víricas, como la gripe, a pesar de tener fiebre moderada o alta, suelen resolverse sin mayores complicaciones. Lo que sí se debe tener en cuenta es que el límite superior compatible con la vida se sitúa en los 42 °C.
Dónde y cómo tomar la temperatura corporal
Hay diversas formas de tomar la temperatura, y se deberá priorizar según la precisión y la comodidad para el paciente. Es importante tener presente que los umbrales varían según el método:
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Boca: lo ideal es no tomar bebidas o alimentos fríos o calientes al menos 10 minutos antes de medir la temperatura oral. No es aconsejable usar termómetros de mercurio en este método. Para medir la temperatura de esta forma, se coloca el termómetro bajo la lengua durante aproximadamente 2 o 3 minutos.
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Rectal: la temperatura rectal es más elevada que en el resto de zonas externas del cuerpo. Este método es el más preciso para averiguar la temperatura corporal central, pero debe evitarse, si es posible, en situaciones como fisuras, hemorroides o sangrados por el recto.
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Axilar e inguinal: suele dar una temperatura ligeramente inferior (incluso 0,5 °C) que en otras zonas centrales o internas del cuerpo. El termómetro se coloca directamente contra la piel, bajo el brazo o en la ingle y se mantiene ligeramente apretado para que haya un buen registro.
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Oído: la temperatura media normal suele rondar los 37,5 °C. Es un método muy práctico, pero menos preciso.
Las pautas para medir la temperatura corporal en niños son similares, aunque hay ciertos detalles específicos a tener en cuenta. En primer lugar, la forma preferente de medir la temperatura es la axila, aunque se requiere un mínimo de masa para emplear este método. Para esta medición, hay que colocar el termómetro contra la piel de la axila e indicar al niño que sostenga el brazo contra el pecho. Si no puede hacerlo de forma independiente, se les puede colocar el brazo en posición con suavidad. También se puede tomar la temperatura de forma sublingual, aunque con este método, suele ser necesario ayudarles a sostener el termómetro en posición. Con cualquiera de los dos métodos, los niños deben estar acompañados por un adulto que supervise cómo se coloca y retira el termómetro y que lea la temperatura tras retirarlo.
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