Gordofobia, el rechazo a las personas con obesidad
Cuando hablamos de gordofobia, hablamos de un menosprecio que levanta polémica y que responde a un sentimiento de repulsión hacia las personas con obesidad.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que en los países de la Unión Europea (entre los cuales se encuentra España), el sobrepeso afecta al 30-70% y la obesidad al 10-30% de los adultos. Estas cifras escalofriantes suponen para algunos un empujón suficiente para buscar cómo frenarlas o poner remedio, mientras que para otros comportan más bien lo contrario, una razón más de burla y odio contras las personas que padecen problemas de peso.
El fenómeno de la gordofobia
La gordofobia responde a una situación social donde la persona con exceso de peso recibe una infravaloración ligada a un acoso discriminativo por parte de otras, quienes basan sus ideales y valores en la delgadez como sinónimo de belleza. Todavía hay quien piensa que las personas delgadas no pueden ser infelices y padecer sufrimiento igual que las personas con exceso de peso.
Este acoso suele ser en forma de insultos hacia su aspecto físico (sobre todo hacia el volumen de su cuerpo) o de críticas hacia su supuesta ausencia de buena salud. ¿Qué conseguimos con este juicio gratuito?
Por un lado, favorecer la repulsión que sienten ciertas personas hacia aquellas que padecen exceso de peso repercute en la idea social que se tiene de una persona que sufre obesidad: se tiende a asociar dificultades y desventajas per se y pensar que son merecedoras de adjetivos tales como:
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Perezosa y floja.
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Vaga.
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Desaseada o con falta de higiene.
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Insana o con falta de preocupación por su salud.
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Deshonesta.
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Indisciplinada.
Por otro lado, además de este impacto social, la gordofobia convierte al propio cuerpo en objeto de burla y esto, junto a otras muchas consecuencias (entre ellas de tipo psicológico), “pasan factura”, provocando una huella afectiva que repercute en el bienestar y la calidad de vida de la persona menospreciada. Esta huella se traduce en situaciones donde, por ejemplo:
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Suelen sentirse avergonzados en determinadas situaciones laborales.
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Tienden a compararse con los demás y situarse en un plano inferior que otras personas que no sufren este sobrepeso.
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Encuentran dificultades a la hora de hacer cosas tan cotidianas y normales como ir a comprar vestuario, subirse a un transporte o disfrutar de una buena comida.
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En definitiva, éstas y muchas más acaban menguando su autoestima y su valía personal en todos los sentidos.
La gordofobia como reflejo del estigma de la obesidad
Las cifras de sobrepeso y obesidad siguen en aumento al mismo ritmo que crecen los casos de estigmatización hacia aquellas personas afectadas por este exceso de peso. El estigma entorno al peso corporal no deja de ser una forma de prejuicio y, por tanto, un reflejo más de esta discriminación y rechazo hacia las personas gruesas.
¿Lo aterrador de este precedente? El sufrimiento y el malestar que todo ello comporta en ellas y como éste se pasa por alto en demasiadas ocasiones, potenciando aún más el efecto estigmatizante y dificultando a su vez la aceptación social y una actitud neutral en todas las personas, con independencia de su condición física, su cuerpo, su peso o su situación de salud.
Está claro, por tanto, que aún queda mucho camino por hacer y recorrer para atenuar la gordofobia y la discriminación social en torno a la obesidad, pero tal vez empezando por algo sencillo logramos pequeños cambios: ¿Y si comenzamos por cambiar nuestro lenguaje? No son gordos ni obesos, son personas con obesidad, es decir, con una enfermedad crónica.