Impacto psicológico tras un infarto
Sufrir un accidente o enfermedad cardiovascular como el infarto agudo de miocardio (más conocido con las siglas de IAM) supone un gran cambio en todas las áreas de la vida de la persona que lo padece y al mismo tiempo, comporta un gran impacto emocional sobre ella.
- Consecuencias y reacciones psicológicas tras sufrir un infarto
- Y entre las consecuencias psicológicas más habituales, encontramos…
- El apoyo de la familia tras sufrir un infarto
Consecuencias y reacciones psicológicas tras sufrir un infarto
Cuando sufrimos un evento cardíaco, es muy probable que en más del 50% de los casos se requiera ingreso hospitalario de media duración/estancia. Este ingreso conlleva una situación que rompe con el equilibrio y la rutina habitual de la persona, que puede reaccionar con tristeza o estado de ánimo bajo, miedo o rabia que produce irritabilidad y hasta incluso aumento de los niveles de ansiedad.
La adaptación de la persona enferma a la nueva situación de enfermedad depende de múltiples factores que a su vez pueden estar interrelacionados entre sí:
- Edad y género.
- Duración de la enfermedad.
- Tipo de personalidad y estilo de afrontamiento a nuevas situaciones o situaciones estresantes.
- Situación económica o estatus social.
- Entorno familiar y si hay apoyo o no.
Además, existe un factor determinante que es la actitud psicológica, aquella que va a tomar a partir de ahora la persona afectada para seguir con su vida en esta nueva situación tras sufrir un accidente de este tipo y recibir el alta hospitalaria. Entre las reacciones psicológicas más habituales, se encuentran:
- Desequilibrios o dificultades de tipo emocional.
- Reestructuración de la rutina y organización de la vida diaria.
- Dificultades de reincorporación laboral.
- Cambios en las actividades sociales y de ocio, y en las relaciones familiares.
- Alteraciones en la actividad sexual.
Y entre las consecuencias psicológicas más habituales, encontramos…
Síntomas depresivos y trastornos de ansiedad.
- Miedo a padecer un nuevo episodio cardiaco o miedo a la muerte por causas cardiacas.
- Aumento o exceso de preocupación por la salud o por sufrir consecuencias de invalidez, acompañada de incertidumbre acerca del futuro y esperanza de vida.
- Irritabilidad y culpabilidad por ciertas conductas de estilo de vida que puedan hacerle sentir culpable.
- Negación de la importancia del episodio cardiaco y sus consecuencias (“falso optimismo”).
- Miedo o temor a sufrir dolor crónico o a perder calidad de vida.
Sufrir un acontecimiento vital de las características de un infarto, supone una pérdida para la persona y, por tanto, una necesidad de elaborar un proceso de duelo. El conjunto de adaptaciones que requiere la nueva situación vital supondrá un proceso de asimilación costoso a nivel emocional, donde los recursos personales van a cobrar una gran importancia para superar los obstáculos que se presenten.
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El apoyo de la familia tras sufrir un infarto
La familia juega un papel fundamental en el proceso de rehabilitación de la persona enferma que ha sufrido un evento cardiovascular. Con tal de favorecer a que el afectado/a sobrelleve la situación de la mejor manera posible, la familia debe intentar:
- Favorecer y facilitar la adherencia a las prescripciones o tratamientos médicos. Por ejemplo: ayudar a recordar los horarios de las tomas de medicación prescritas.
- Evitar una actitud de sobreprotección hacia el enfermo, ya que puede favorecer a aumentar la sensación de invalidez.
- Demostrar afecto incluso más que en otras ocasiones, porque muchas personas están especialmente sensibles y necesitan más cariño y respaldo de lo habitual en una situación normal.
- Proponer el diálogo frente a cualquier tipo de disputa, evitando así que se den situaciones críticas o estresantes.
- Apoyar al enfermo con responsabilidad y ofreciendo facilidades para aquellas situaciones que le puedan resultar problemáticas, como, por ejemplo, coger peso en una tarea doméstica.
- No condicionar al enfermo a que adquiera un rol de víctima, sino que conviene invitarle a afrontar sus propias limitaciones, y a aceptar que pedir ayuda no es una derrota.
Así pues, sufrir un infarto no es una situación fácil de asimilar y se puede convertir en una prueba personal de gran magnitud. Por ello conviene prestar atención a todos los aspectos que hemos mencionado y valorar la posibilidad de recibir ayuda psicológica en caso necesario.