Personas tóxicas, ¿qué son y cómo tratar con ellas?
Las personas tóxicas utilizan un mecanismo psicológico y relacional según el cual consiguen absorber a la otra persona y manipularla, dejándola agotada. Por eso también suele decirse que los vampiros emocionales buscan y consumen toda la energía de las personas con quienes interactúan.
Cómo son los vampiros emocionales
Las personas tóxicas o vampiros emocionales siempre necesitan de alguien que les preste atención y a quien reclaman ayuda. También necesitan que esta persona los calme y les de seguridad y bienestar. Sin embargo, una vez conseguido este propósito, no reconocerán la ayuda y la atención recibida y se mostrarán como personas autosuficientes. Incluso, harán que la perspectiva de la situación cambie, haciendo sentir a la otra persona cómo la que necesita realmente ayuda.
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Tienen una elevada negatividad. A menudo se expresan con quejas y exponen desgracias.
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Hablan mucho sobre sí mismas y no escuchan a los demás.
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No tratan de resolver sus problemas y no luchan por superarlos.
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No tienen intención de cambiar ni de mejorar su situación.
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No saben manejar adecuadamente y encauzar sus emociones negativas como la tristeza, el enfado, el miedo o la inseguridad, entre otras.
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Consiguen que la otra persona se sienta atrapada, insegura, ansiosa, con malestar y, en ocasiones, culpable.
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Hacen frecuente uso del sarcasmo, la burla y la manipulación.
Cómo tratar con las personas tóxicas
Antes de juzgar, analizarse a uno mismo y responsabilizarse de la propia colaboración en esa relación. A pesar de la parte destructiva, ¿qué es lo que nos ha atraído de ella?, ¿qué nos mantiene en la relación? Plantearse también cuál ha sido la propia actitud en relación a la otra persona. Quizás hemos sido por ejemplo, demasiado complacientes.
Mantener la calma y el control y cultivar el autocuidado.
Tomar conciencia de los propios derechos y de que nadie merece estar en una relación perjudicial para sí mismo. Las relaciones, aunque no estén exentas de problemas y conflictos, como línea general deben ser enriquecedoras.
No involucrarse excesivamente ni tratar de resolver los problemas de la otra persona. En todo caso uno puede escucharle y aconsejarle, pero es ella quien debe trabajar en su solución.
Poner límites, hacer respetar los tiempos y la propia intimidad. Aprender a comunicarse de forma asertiva. Expresar la propia postura y las propias opiniones de forma sincera y respetuosa con el otro.
No entrar en el juego de la otra persona, sobre todo si se percibe cierta manipulación o chantaje emocional o un intento de desestabilización. Es aconsejable responder de forma diplomática, sin entrar en temas personales y aplazar determinadas situaciones.
Realizar actividades que ayuden a compensar el desgaste y el estrés, como el ejercicio físico o alguna actividad de ocio que resulte motivante.
Alejarse o mantener el mínimo contacto posible, sobre todo si, tras haber intentado mantener una relación normalizada y adecuada, nada ha cambiado y uno siente que la relación le resulta dañina.
Es importante tener en cuenta que todos somos potencialmente vampiros emocionales y podemos serlo en determinadas etapas y circunstancias. Para paliar este hecho, en lugar de etiquetar o culpar a los demás, deberíamos aprender a gestionar adecuadamente las propias emociones, asumir la responsabilidad de la propia vida y aprender a tomar decisiones por nosotros mismos.