Mocos en bebés, ¿son motivo de preocupación?
Con la llegada del otoño y la vuelta a la guardería, es muy frecuente que los bebés empiecen a tener mocos, con la consecuente preocupación de sus padres. Pero ¿son los mocos en bebés un síntoma necesariamente alarmante? Los mocos son una secreción de las vías respiratorias con varias funciones esenciales, entre ellas mantener la humedad de las mucosas y atrapar elementos externos que inhalamos con el aire. Siempre están presentes, en mayor o menor cantidad, no solo en el sistema respiratorio, sino también en otras partes del cuerpo. Por tanto, los mocos en sí mismos no son motivo de preocupación. Si aparecen de forma excesiva, en especial si obstruyen la nariz de tal forma que se haga difícil respirar, basta con retirarlos para que el bebé pueda respirar con comodidad. Si presentan coloraciones y texturas diferentes a lo normal, estas pueden indicar infecciones de varios tipos, por lo que es importante conocer el origen de este cambio en la mucosidad.
¿Por qué tenemos mocos?
Las vías respiratorias tienen un revestimiento de mucosa, un tejido con numerosas funciones que tiene una textura suave y húmeda. La mucosa de las vías respiratorias está en contacto constante con el aire del exterior, por lo que necesita protegerse tanto de la sequedad como de las partículas externas, que pueden ser dañinas para el organismo. Por eso existe de forma constante una fina capa de moco que recubre desde la nariz hasta los bronquiolos, que conserva la humedad de las mucosas, atrapa las partículas inhaladas con el aire y las expulsa del cuerpo, además de neutralizar posibles amenazas al organismo con sus propiedades antisépticas. Debido a su composición, tiene elevadas concentraciones de anticuerpos, que sirven para proteger al organismo de diversas amenazas.
La parte más visible de toda la función que realizan los mocos en el sistema respiratorio es la mucosidad nasal, que se produce en las paredes internas de la nariz. En circunstancias normales, la secreción se mantiene como capa protectora de la mucosa, pero su textura y color pueden verse alterados por varios motivos. Son estas alteraciones las que deberemos observar si se producen en bebés.
Causas de la aparición de mocos en bebés
En bebés, la aparición de una cantidad de mocos excesiva puede deberse a diversos motivos, entre ellos algunas enfermedades, desde las más comunes, como los resfriados, hasta infecciones respiratorias graves. También puede deberse a alergias ambientales o sinusitis, de gravedad variable. Por este motivo, es importante definir el origen del exceso de mocos para determinar si es peligroso o no para la salud del bebé.
Cuando la coloración y consistencia de los mocos se ve alterada, observarlos puede dar pistas útiles para determinar qué está causando dichas alteraciones. Además, pueden aparecer otros síntomas en el bebé que apunten a ciertas enfermedades o infecciones:
- Los mocos transparentes, es decir, de coloración normal, cuando aparecen en exceso y con una textura más líquida de lo normal, pueden deberse a rinitis alérgicas. También pueden deberse a resfriados o a irritaciones nasales de otros tipos. Los mocos claros pueden ser indicativos de procesos virales, sobre todo en sus inicios. Al principio simplemente aparecen en mayor cantidad, indicando la respuesta del sistema inmunológico a un ataque. Con el tiempo, suelen ir cambiando a coloraciones amarillentas. Los mocos verdes pueden deberse a infecciones bacterianas, aunque no siempre es el caso. Sí que indican que hay una infección, pero no si su naturaleza es vírica o bacteriana, por lo que, antes de iniciar ningún tratamiento, es esencial que un pediatra evalúe el caso y determine si es necesario. Los casos más comunes que causan la aparición de mocos verdes son infecciones víricas como gripes o resfriados.
¿Cuándo hay que preocuparse?
Un exceso de mocos en el bebé siempre debe observarse. Lo principal es cuidar del bienestar del niño mientras dure la presencia excesiva de mocos y asegurarse de que pueda respirar con normalidad por la nariz. Si es necesario y el bebé es demasiado pequeño como para aprender a expulsar los mocos mediante la espiración, puede emplearse una pera de goma diseñada para aspirar las fosas nasales con suavidad y liberar las vías aéreas. Con niños más mayores, conviene enseñarles a sonarse con un pañuelo para retirar el exceso de mucosidad que obstruye las vías aéreas.
Observar la evolución de los mocos y su coincidencia con otros síntomas es la mejor forma de determinar si hace falta atención adicional. Un exceso de mucosidad sostenido en el tiempo puede requerir diagnóstico por parte de un pediatra, al igual que la aparición de otros síntomas de importancia clínica, como la fiebre. En cualquier caso, antes de iniciar tratamientos con medicación, debe consultarse siempre con un pediatra.
Los mocos en sí no son necesariamente una señal de alarma, ya que simplemente son muestra de que las vías respiratorias funcionan correctamente. Incluso en los casos en los que aparecen coloraciones amarillentas o verdosas, son indicación de que el sistema inmunológico está respondiendo ante agresiones, y no son dañinos en sí mismos si se mantienen las vías aéreas despejadas. Por tanto, lo principal es la observación a lo largo de toda la evolución del proceso. La aparición de otros síntomas sí que puede requerir atención pediátrica, para realizar un diagnóstico completo e iniciar el tratamiento necesario.
En DKV luchamos contra la obesidad infantil
Acciones y servicios para reducir las cifras de sobrepeso en niños y niñas.