Miedos infantiles
Los miedos infantiles son parte del proceso de aprendizaje. La misión de los padres es ayudarles a superarlos para que no se terminen convirtiendo en fobias y les perjudiquen en su día a día. Es normal que tengan miedo a lo desconocido o a miedos clásicos como la oscuridad, los animales, los ruidos fuertes o a las personas extrañas. Además, tiene su lado positivo, estos miedos les ayudarán a ser conscientes de los peligros reales y una vez los hayan superado fortalecerán su autoestima.
- Miedo a la oscuridad
- Miedo al agua o a nadar
- Miedo a los ruidos fuertes: tormentas o fuegos artificiales
- Miedo a los animales
- Miedo a las personas desconocidas
- Miedo a dormir fuera de casa
- Miedos y terrores nocturnos: las pesadillas
- Miedo a separarse de su madre/padre o a estar solo
- Miedo a ir al médico o dentista
- Miedo a los monstruos y las caretas/disfraces
Los 10 miedos infantiles más comunes
Si bien un niño puede tener miedo a algo en concreto, el sonido de un juguete, una fotografía o un cuadro, una muñeca antigua, etc. lo habitual es que el origen de sus temores sea lo que a la mayoría de nosotros nos ha asustado alguna vez en nuestra vida. Por ello, los más típicos son los siguientes:
Miedo a la oscuridad
El temor a la oscuridad es el más frecuente en los niños y surge alrededor de los dos años. El niño que se encuentra en una habitación a oscuras se siente desubicado, su imaginación se dispara y cualquier ruido le asusta. La mayoría de los niños precisan de una pequeña iluminación a la hora de irse a la cama para no sentir la oscuridad plena. Ayuda al niño a entender la oscuridad y hazle ver que es bonita, explícale por qué por la noche ya no está el sol, que las estrellas y la luna iluminan el cielo, etc. Una opción puede ser decorar el techo de su habitación con estrellas decorativas que brillan en la oscuridad. A pesar de no dar luz, el niño podrá jugar con su imaginación y perder ese miedo.
Miedo al agua o a nadar
El miedo al agua de la piscina o del mar nace de nuestra condición como seres humanos, puesto que sabemos que no podemos respirar bajo el agua. Además, este temor suele aparecer tras una experiencia traumática con el medio acuático. Como adultos, no debemos forzar al niño a meterse al agua lanzándolo contra su voluntad. Además, debemos intentar no bromear dentro del agua para evitar así crear una fobia al medio acuático.
Miedo a los ruidos fuertes: tormentas o fuegos artificiales
Los ruidos fuertes de las tormentas y los aullidos del viento pueden provocar al niño temor, una necesidad de que sus padres les protejan de la tormenta. La solución es tomarlo como un juego. En el caso del clima, por ejemplo, salir a la calle cuando llueve y jugar con el paraguas y la ropa de lluvia, que vea que también puede ser divertido. Por otro lado, si tu hijo tiene miedo a los ruidos fuertes como el de los fuegos artificiales, acudid a un evento festivo y jugad con los colores de los fuegos. Si tiene miedo a los petardos, exponerlos a ellos de forma progresiva.
Miedo a los animales
Los niños en sí no tienen por qué tener miedo a los animales, por ejemplo a los perros, a no ser que hayan tenido una mala experiencia. Por regla general, los niños se acercan a los perros y gatos, les acarician, hasta que un día un perro se revuelve, y le ladra o se le sube encima. Es cuando el niño coge miedo a los animales. Tenemos que tener claro que los niños se asustan ante lo desconocido, y ellos no saben cómo va a reaccionar un animal. Como adultos, cuando veamos un perro podemos acercarnos a él, acariciarlo y decirle al niño lo bonito que es el perro, en vez de sobreprotegerlo cuando se cruce en nuestro camino un perro. La clave está en generar tranquilidad.
Miedo a las personas desconocidas
El miedo a los extraños en un temor saludable, de autoprotección. Ellos deben saber que no deben irse con gente que no conocen. El problema viene cuando teme a personas que no ve de forma regular, como familiares o amigos. Intenta permanecer cerca de tu hijo con un comportamiento natural, para que el niño vea que son gente de confianza a la que no tiene que temer. Si es vergonzoso, advierte a las otras personas para que hablen con él sobre actividades que les gusten al niño, de manera que poco a poco se vayan acercando.
Miedo a dormir fuera de casa
Los niños que tienen miedo de dormir fuera de casa probablemente tienen miedo a la oscuridad y a separarse de sus padres. Pasar la noche fuera de casa, ya sea en casa de un amigo o de campamentos, puede ser una aventura, pero también puede generar miedo a los pequeños. Para que esto no ocurra, debemos preparar la salida con antelación, haciéndole ver que se lo va a pasar muy bien y que ante cualquier problema, puede llamarnos por teléfono, que el niño tenga seguridad. Asegúrate de informarle de las actividades que podrá realizar al dormir fuera de casa o en el campamento y lanza mensajes motivadores para que sus ganas sean mayores que sus temores. Los niños con temor a dormir fuera de casa pueden presentar nerviosismo, dolor de estómago, vómitos, manos frías y sudorosas o dolor de cabeza.
Las pesadillas y terrores nocturnos
Los terrores nocturnos o parasomnias, a diferencia de las pesadillas, no provocan que el niño se despierte. Cuando el niño se despierta no recuerda qué ha soñado. Se suelen dar en niños a partir de los tres años y desaparecen en la adolescencia. Si las pesadillas afectan prácticamente a todos lo niños, los terrores nocturnos afectan al 5% de la población infantil. Los terrores nocturnos son reacciones que tienen lugar en la fase más profunda del sueño. El niño se asusta, grita de forma angustiosa, suda y se le acelera el ritmo cardíaco. Algunos incluso se levantan de la cama, y el consuelo no les afecta positivamente. Minutos después, el niño se calma y sigue durmiendo sin acordarse de lo sucedido.
Por otro lado, las pesadillas son sueños con contenidos muy elaborados. Al despertarse, el niño siente miedo y ansiedad, asociadas al recuerdo del sueño. Son normal entre los niños entre 3 y 7 años. Si son muy frecuentes, pueden estar asociadas a niños con alguna inseguridad o tras haber estado separados de sus padres durante un tiempo. Se superan con la edad sin necesidad de tratamiento psicológico.
Miedo a separarse de su madre/padre o a estar solo
El niño se preocupa cuando sus padres salen de casa (por motivos de viaje, de trabajo o simplemente se salen de la rutina diaria). Su temor es que les pase algo malo, que se pongan enfermos o que fallezcan. Este temor puede interferir, ya que los padres se sientan sobrecargados al estar el máximo tiempo posible con el niño, que no puedan salir de casa sin él o no puedan hacer planes de ocio dejándoles con un familiar.
Miedo a ir al médico o dentista
Para algunos niños, la visita al pediatra o al dentista puede suponer síntomas de terror: lloros, gritos, malestar general, etc. El niño tiene temor a lo desconocido y al dolor que pueda provocarle la visita. Si no ha sufrido una mala experiencia en el médico, es importante informarle de lo que va a ocurrir. Dile que el médico va a mirar su cuerpo y va a curarle, escuchar tu corazón y ver que está fuerte y grande. Estas palabras le calmarán y le harán ver que la visita al médico no es un castigo, sino algo bueno para él.
Miedo a los monstruos y las caretas/disfraces
A los niños les pueden asustar las personas disfrazadas o las máscaras de monstruos. La razón se basa en que no saben qué es o quién está detrás de ese disfraz. La solución es hacerles ver que detrás de ese disfraz hay una persona, que le muestre la cara para que él mismo lo compruebe, y además podemos intentar ponerle a él esa máscara y vea que es solo un complemento más.