Pedir ayuda a un ser querido fallecido.
Cuando un ser querido fallece provoca una multitud de emociones diferentes debido a que es una situación compleja de asimilar, pudiendo ser uno de los momentos más duros que una persona deberá vivir. Perder a alguien que queremos no es una situación fácil y muchas veces no podremos superarla solos. Cuando alguien fallece se empieza un proceso psicológico llamado proceso de duelo, donde mediante varias fases como son la negación, ira, negociación, miedo y aceptación, la persona pasará por diferentes síntomas, tanto físicos como emocionales, como tristeza, miedo, ansiedad, depresión o shock emocional, muchas veces para paliar estos sentimientos la persona decidirá pedir ayuda a un ser querido fallecido.
Pero, ¿pedir ayuda a un ser querido fallecido significa que se está realizando el proceso de duelo correctamente?, ¿la persona se ha quedado estancado en alguna fase determinada o bien que ya ha superado el proceso de duelo y se encuentra en la fase de aceptación?
Mindfulness y meditación son prácticas cada vez más extendidas. Están especialmente recomendadas frente a la ansiedad por sus efectos para el bienestar.
¿Cómo pedir ayuda a un ser querido fallecido?
Hay diferentes maneras de pedir ayuda a un ser querido fallecido, de comunicarse con él a partir de diferentes ritos, como los funerarios o los simbólicos.
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Los ritos funerarios: son una ceremonia de paso que marca el camino entre los diferentes estados de una persona: el estado de vida y el estado de muerte. Tanto es el funeral en sí o bien ir al cementerio para llevarle flores y mantener una conversación con el fallecido.
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Los ritos simbólicos: El rito simbólico será el más adecuado para pedir ayuda a un ser querido fallecido, estos ritos son de ayuda durante el proceso del duelo, aportan simbolismo a la persona que sufre el duelo y al fallecido, eligiendo realizar una acción que efectúe una conexión con la persona fallecida. Algunos ejemplos utilizados para efectuar una conexión con la persona fallecida puede ser:
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Rezar: Si la persona es religiosa se utiliza el rezo para mantener contacto con la persona fallecida.
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Meditación: Mantener la mente abierta y completamente en paz para tener calma antes de mantener una conexión con la persona fallecida.
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Utilizar un objeto con sentido emocional: Tener un objeto cerca, que hubiera correspondido a la persona fallecida, para atraer su atención y poder comunicarse con la persona, hablando con el objeto y otorgándole un simbolismo “mágico”.
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Existen otros ritos simbólicos para poder mantener contacto con la persona fallecida como expresar lo que sentimos a partir de escribir una carta o un poema a la persona fallecida, con la carta o el poema podemos expresar la preocupación, expresar lo que sentía por esa persona o recordar lo que vivieron juntos, servirá para honrar a la persona y también para poder comunicarse con ella, para poder hablar o bien para poder pedir ayuda a un ser querido fallecido.
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Crear un altar será un punto de referencia para poder dirigir una comunicación con una persona fallecida, exponiendo sus fotografías o bien objetos que hubieran pertenecido a esa persona, se creará un lugar con simbolismo y sagrado donde rendir homenaje y poder entablar un contacto con esa persona fallecida.
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¿Por qué pedir ayuda a un ser querido fallecido?
Pedir ayuda a un ser querido fallecido puede dar a entender que aún no se ha realizado todo el proceso de duelo, que la persona aún no ha aceptado la muerte del ser querido, teniendo aún que aceptar la realidad, trabajar las emociones, adaptarse a la nueva situación que es vivir sin la persona, recolocar emocionalmente al fallecido y en suma continuar viviendo, todas estas son las tareas que se deberán abordar durante el proceso de duelo.
El proceso de duelo se divide en cinco fases, negación, ira, negociación, depresión y aceptación, pero ¿pedir ayuda a un ser querido fallecido forma parte de este proceso de duelo? ¿Se encuentra en la fase de negociación o en la fase de aceptación?
Cuando una persona pide ayuda a un ser querido fallecido puede parecer que esté realizando acciones, con actitudes y sentimientos propios de la tercera fase del proceso de duelo, la negociación, donde la persona tiene la necesidad de controlar la situación tras el fracaso de las otras dos fases del duelo.
La persona hace uso de su imaginación para crear una ficción donde la persona no ha fallecido, o bien, se imagina situaciones hipotéticas donde puede recuperar aquello que ha perdido mediante los ritos simbólicos anteriormente descritos, como usando rezos o usando un objeto personal de la persona fallecida para poder comunicarse con él, creyendo que la persona se ha podido reencarnar en un objeto o en otro ser vivo o espíritu y si encuentra el objeto o bien habla con él puede recuperar a la persona fallecida.
En esta parte del proceso es posible que la persona mantenga conversaciones con el objeto, como ya se ha mencionado pensando que el fallecido se ha reencarnado en ese objeto.
Aunque, por otro lado pedir ayuda a un ser querido fallecido puede ser propio de la fase de aceptación, en esta fase del proceso de duelo, la persona es plenamente consciente de que tiene que seguir adelante aunque ese ser querido ya no esté, aunque aceptar una pérdida no significa que deje de dolor y en ocasiones la persona sentirá la necesidad de tener contacto con la persona fallecida, habiendo aceptado que ya no está con ella, aquí es donde entran en juego los ritos simbólicos, estos ritos simbólicos facilitaran el proceso de duelo, siendo sano querer comunicarse con un ser querido fallecido creando un altar para honrar al fallecido, hablar con él y recordar lo vivido llevando flores a su tumba.
En conclusión, cuando se sienta la necesidad de pedir ayuda a un ser querido fallecido se ha de tener la conciencia de que también se puede pedir ayuda a otros profesionales. Buscar asesoramiento psicológico e ir a terapia te dará recursos para conocer mejor qué es lo que está pasando en tu interior y lo que se puede hacer al respecto, un psicólogo te ayudará a tomar conciencia de tus emociones, creando un espacio seguro con quien compartir los sentimientos y acabar de realizar un proceso de duelo completo, intentando no crear un duelo patológico.
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