Miedo al agua o hidrofobia
Tener miedo al agua o sufrir hidrofobia puede convertirse en un problema complejo para la persona que lo padece, pues el agua es uno de los elementos más indispensables para la vida y difícil de evitar.
- ¿Qué es el miedo al agua o hidrofobia?
- Síntomas del miedo al agua
- Tratamiento de la hidrofobia
- Consejos para superarlo
¿Qué es el miedo al agua o hidrofobia?
El término hidrofobia nace de la unión de dos palabras griegas “hidro” (agua) y “fobos” (miedo), y se utiliza para hacer referencia a la sensación de peligro que experimentan algunas personas frente al agua. Es un trastorno de ansiedad específico, o fobia específica, que se caracteriza por experimentar un intenso miedo, irracional y excesivo a acometer cualquier actividad relacionada con la inmersión en el agua o el contacto con ella.
Síntomas del miedo al agua
Los síntomas pueden aparecer al estar delante del agua, pero también al imaginar situaciones relacionadas con ella:
Síntomas físicos
- Mareos
- Hiperventilación
- Sensación de irrealidad
- Taquicardia
- Vómitos
- Dolor de barriga
- Nervios
- Sudoración
Síntomas cognitivos
Ocurrencias negativas acerca de lo que podría suceder en situaciones donde haya agua, e invasión de pensamientos catastróficos que agravian y mantienen la ansiedad.
Los más habituales son aquellos pensamientos que exageran las probabilidades de ahogarse al nadar. Los menos intensos, aquellos que se focalizan en la creencia errónea de que ingerir agua provoca la muerte por ahogamiento, y que el agua es una sustancia nociva, en cuyo caso, en lugar de hablar de una fobia, hablaríamos de una simple aversión al agua. Y los más irracionales, aquellos que respaldan la idea de que el contacto con el agua es dañino o que ingerir líquidos puede resultar perjudicial.
Síntomas conductuales
Para evitar enfrentarse a su miedo, las personas que sufren hidrofobia desarrollan estrategias que les permiten sortearlo, lo que en psicología se conoce como conductas de evitación. En los casos más leves, bastaría con evitar ir a la playa o la piscina, y en los más graves, evitarían ducharse o ingerir agua, lo que les genera problemas higiénicos y sociales, e incluso la deshidratación. Realizar conductas de evitación es lo que mantiene el problema en el tiempo.
Causas del miedo al agua
Aprendizaje por observación: los padres o personas mayores, figuras de referencia para el niño, trasmiten involuntariamente su miedo con actitudes de temor o rechazo al agua.
Transmisión de información: en ocasiones puede suceder que el niño empiece a tener miedo al agua después de haber visto a una persona ahogándose en televisión, o escuchar un relato de una mala experiencia en el mar. La mala gestión posterior de ese miedo puede derivar en una aversión al agua como adulto.
Crianza sobreprotectora: cuando en la infancia se reciben frases del tipo “cuidado con el agua”, “no le tengas miedo”, “ves con mucho cuidado, no te pasará nada”, indirectamente el niño recibe el mensaje de que el agua es un medio en el que algo malo puede suceder, y que quizás no tengamos los recursos ni habilidades suficientes para hacer frente a ese peligro. Ese tipo de frases vuelve a los niños inseguros y puede llegar hasta la adultez.
Origen traumático: en este caso el miedo al agua es consecuencia directa de haber vivido una experiencia traumática con el agua, como puede ser una inmersión provocada, dificultad en un momento determinado para salir del agua o haber experimentado un comienzo de ahogamiento. La persona vive una situación que percibe como peligrosa para su vida, esto le genera una perturbación emocional, y un inadecuado afrontamiento, que mantiene el miedo en el tiempo.
Tratamiento de la hidrofobia
Para superar un miedo hay que enfrentarse a él, y por ello la terapia de exposición es la más utilizada a la hora de tratar la hidrofobia. La exposición puede ser de dos tipos: exposición en vivo o virtual (esta última gracias a la llegada de las nuevas tecnologías). En cualquier caso, la persona se expone al ambiente temeroso de forma gradual y aprende a desaprender su miedo al agua, pasando de las situaciones que le producen menos angustia y temor, a aquellas más temidas e intensas. Todo ello, instruyendo en técnicas para el control de la ansiedad y el estrés.
Consejos para superarlo
Es fundamental no forzar a quien lo sufre a que lo afronte directamente, pues podría ser retraumatizante.
Comenzar con un acercamiento en una piscina, colocando solo los pies dentro del agua, ir cambiando de posición, entrar si hace falta con flotador en las zonas donde no cubren e ir progresando a zonas más profundas.
Cuando se trata de un niño, lo importante es que no se sienta solo, que sepa que estamos con él y que no nos asusta el agua, sino que disfrutamos bañándonos.
Con los niños es muy positivo utilizar el juego con el agua para que se vaya aproximando cada vez a situaciones temidas. Empezar por ejemplo jugando en la orilla muy próximo al mar, pedir que llene un cubo con agua para hacer un castillo, y sobre todo no enfadarnos con él si no quiere bañarse.
En definitiva, consiste en exponerse de forma controlada y progresiva al agua para ir perdiendo el miedo al agua, pero si la ansiedad es incontrolable, mejor recurrir a un profesional.