Mitos sobre la obesidad
Entre 1975 y 2016 la prevalencia de la obesidad casi se triplicó en todo el mundo (hasta afectar al 13% de la población adulta), según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta enfermedad, que se caracteriza por una acumulación anormal o excesiva de grasa, es un factor de riesgo para otros problemas de salud como la diabetes tipo 2, la hipertensión, trastornos en los lípidos en sangre e incluso el cáncer. Os explicamos algunos de los mitos más extendidos sobre ella.
“Frente a la idea que tenemos de que en la obesidad sólo influye lo que comemos y lo que nos movemos (un mensaje repetido muchas veces por la industria alimentaria, que se basa en el famoso ‘las calorías que entran y las que salen’), la realidad es que el balance energético es muy complejo”, afirma a Maldita.es Beatriz Robles, tecnóloga de los alimentos y nutricionista. Ver artículos de alimentación
En realidad existen múltiples factores muy variados que influyen en el riesgo de una persona de padecer obesidad, tal y como indica este gráfico extraído del atlas del sistema de obesidad del Gobierno de Reino Unido. Entre ellos, están por ejemplo el consumo de alcohol, el nivel de estrés, la genética, las horas de sueño o el uso de medicamentos.
Un artículo publicado en Canadian Family Physician indica que “los médicos deben ir más allá de la recomendación simplista y generalmente ineficaz de ‘comer menos y moverse más’ investigando y abordando los determinantes del aumento de la ingesta de energía, la disminución de la tasa metabólica y la reducción de la actividad”.
Los investigadores sostienen que hay que tener en cuenta factores como la falta de tiempo, el estrés psicológico, la fatiga, el dolor crónico o el consumo de medicamentos.
Las personas con obesidad no tienen por qué ser menos activas que quienes no padecen la enfermedad
“Es muy común escuchar que las personas obesas son perezosas y deben levantarse del sofá”, señala el artículo publicado en Canadian Family Physician. Un estudio difundido en la revista Obesity Research indica que este sesgo discriminatorio contra las personas con exceso de peso ha estado durante años extendido incluso entre algunos profesionales de la salud. Pero no es cierto que las personas con obesidad sean siempre menos activas que quienes no padecen la enfermedad. Robles explica que, aunque la falta de actividad es un factor de riesgo para el desarrollo de obesidad, “ni es el único ni quiere decir que las personas con obesidad padezcan la enfermedad porque son sedentarias”.
¿Hacer ejercicio es mejor que hacer dieta para adelgazar?
Para bajar de peso, no podemos considerar el efecto individual de una intervención. Así lo asegura Robles, que subraya que tanto la dieta como el ejercicio son importantes: “Cada una juega un papel, pero ni siquiera son las únicas que tendríamos que tener en cuenta, también habría que intervenir sobre aspectos psicológicos, sociolaborales, educativos…”.
El ejercicio aeróbico por sí solo, tiene una variedad de beneficios para la salud pero, en lo que a adelgazar se refiere, da como resultado una pérdida de peso bastante modesta en personas con sobrepeso y obesidad, según una revisión publicada en American Journal of Medicine. Los autores sostienen que este tipo de ejercicio sí puede ser una terapia eficaz para perder peso si se compagina con algunas dietas.
No, no todo el mundo puede perder peso con suficiente fuerza de voluntad
En contra de la creencia popular, perder peso no es una cuestión de voluntad, tal y como subraya Robles: “Es un enfoque perverso porque pone el foco en la persona que está padeciendo una enfermedad crónica”.
Este estigma, sin embargo, no se da en otras enfermedades crónicas: “Nadie señala a un enfermo del corazón o a una persona que sufre una insuficiencia renal como si la culpa fuera suya”.
La experta hace referencia a un artículo sobre directrices europeas para el manejo de la obesidad en adultos publicado en Obesity Facts, que indica que la obesidad es una enfermedad multifactorial y que un objetivo realista y sostenible en el tiempo sería una pérdida de peso de entre un 5% y 15 % del peso inicial.
Además de que hay factores que influyen en el riesgo de padecer obesidad que no son modificables (como la genética), “el éxito de la pérdida de peso es diferente para cada paciente”. Así lo indica el artículo publicado en Canadian Family Physician. Para algunas personas (especialmente aquellas que ya han perdido algo de peso), esforzarse más no siempre dará como resultado una pérdida de peso adicional.
Llevar una alimentación equilibrada, hacer ejercicio y otros consejos para perder peso
La recomendación principal de Robles para las personas con obesidad es que no hagan dietas por su cuenta ni se fíen de las dietas milagro que prometen una pérdida grande de peso en poco tiempo ni de programas dietéticos basados en suplementos o productos distintos de los alimentos.
Alma Palau, presidenta del Consejo General Colegios Oficiales Dietistas-Nutricionistas, explica a Maldita.es que para recuperar el normopeso (el peso óptimo) sería aconsejable llevar una alimentación equilibrada, “calculada según los requerimientos energéticos y de nutrientes de cada individuo y siempre a partir del cálculo de su peso corregido, no de su peso real”.
También sugiere realizar actividad física aeróbica (que ayude a reducir las grasas de almacenamiento) y anaeróbica (para conseguir un aumento de la masa muscular) y controlar el estrés para ayudar a la regulación hormonal y a tener un mejor control de la conducta alimentaria emocional.
Dormir bien también es importante. En Maldita.es ya os hemos explicado que, aunque la relación entre sueño y peso es compleja, hay evidencias que asocian dormir poco con un mayor riesgo de obesidad.
“Menos bulos, más rigor científico” es un proyecto de DKV Salud con contenido editorial de Maldita.es.
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