Intolerancia a la fructosa: qué es y cómo tratarla

Creado el
08 Sep 2025
Modificado el
20 Oct 2025
Tiempo de lectura
8 minutos
Cada vez es más habitual tener molestias gastrointestinales. Y es que pueden surgir por múltiples causas, una de ellas es la intolerancia a la fructosa.
  1. Qué es la intolerancia a la fructosa

  2. Tipos de intolerancia a la fructosa 

  3. ¿Cómo se diagnostica la intolerancia a la fructosa?

  4. ¿Cuál debe ser el tratamiento?

La intolerancia a la fructosa se debe a que es un tipo de azúcar, un monosacárido, que se encuentra de forma natural en frutas, algunas hortalizas y en la miel. Además, se añade en gran cantidad de productos procesados en forma de sirope de maíz gracias a su capacidad endulzante.

La malabsorción de la fructosa se genera por la falta de un transportador intestinal específico, el GLUT5 cuya misión es incorporar la fructosa desde el interior del intestino (luz intestinal) hasta las células epiteliales (enterocitos). Otro transportador, el GLUT 2, es el encargado de transportar la fructosa, así como otras moléculas desde los enterocitos hacia la sangre. 

La capacidad del GLUT 5 es limitada y depende de la cantidad de fructosa presente en la luz intestinal. Cuando la fructosa se acompaña de glucosa, aumenta su capacidad de absorción, pues el GLUT 2 también es capaz de transportar glucosa y galactosa. En cambio, cuando la fructosa se acompaña de sorbitol, disminuye su absorción ya que compiten por el mismo mecanismo de transporte (el GLUT 5). 

Por lo tanto:

  • Fructosa sola → poca absorción

  • Fructosa + glucosa → mejor absorción

  • Fructosa + sorbitol → peor absorción

En la mayoría de personas sanas, este sistema funciona suficientemente bien y sólo hay consecuencias tras ingestas elevadas de fructosa sola (y/o de sorbitol). No obstante, en personas con malabsorción, la capacidad del GLUT 5 es menos eficiente y son mucho más sensibles a tener molestias digestivas.

Qué es la intolerancia a la fructosa

La intolerancia a la fructosa, en cambio, hace referencia a la presencia de síntomas asociados a la malabsorción de este azúcar.

En estos casos, la fructosa no se absorbe debidamente en el intestino delgado y, por ende, continúa su recorrido hasta el intestino grueso o colon. Allí, las bacterias intestinales la fermentan, generando un exceso de gases (hidrógeno, metano y dióxido de carbono). Esto explica la manifestación de síntomas digestivos como hinchazón abdominal, flatulencias, digestiones pesadas, diarrea, etc.

Estos síntomas pueden aparecer de 30 minutos a 4 horas después de la ingesta, dependiendo de varios factores. Además, el grado de malabsorción también es variable. 

Variedad de alimentos (refrescos, dulces y cómida rápida) que se deben evitar en caso de intolerancia a la fructosa.
La fructosa es un tipo de azúcar, un monosacárido que se encuentra de forma natural en frutas, algunas hortalizas y en la miel.

Tipos de intolerancia a la fructosa 

La Asociación Española de Gastroenterología (AEG) y las Sociedades Latinoamericanas de Gastroenterología diferencian entre intolerancia primaria y secundaria.

  • Intolerancia a la fructosa primaria. Se debe a una disminución de la enzima que transporta la fructosa por causa genética. Puede desarrollarse a lo largo de la vida y su único tratamiento es realizar una dieta estricta para evitar los síntomas asociados. Supone un bajo porcentaje de los casos de intolerancia a la fructosa.

  • Intolerancia a la fructosa secundaria. Aparece por presencia de una enfermedad inflamatoria intestinal que daña la mucosa intestinal. Por ejemplo, enfermedad celíaca, gastroenteritis, sobrecrecimiento bacteriano (SIBO), parásitos, colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn. Este tipo de intolerancia puede ser transitoria.

¿Cómo se diagnostica la intolerancia a la fructosa?

El diagnóstico de intolerancia a la fructosa se realiza mediante el test de hidrógeno espirado, también llamada prueba del aliento. Se trata de una prueba no invasiva que consiste en la medición de hidrógeno en el aliento de la persona tras haber ingerido una solución con 25-50g de fructosa. Para ello, la persona deberá soplar en un aparato cada 20-30 minutos durante 3 o 4 horas. Esta misma prueba también se realiza para el diagnóstico de otro tipo de trastornos digestivos como la intolerancia a la lactosa o al sorbitol o el SIBO, entre otros. En función de qué se está tratando de estudiar, se administra un tipo de solución u otra.

Cuando se observa un aumento de ≥ 20 ppm de hidrógeno (H₂) sobre el valor basal y la presencia de síntomas como hinchazón, gases o diarrea durante la prueba, se considera que existe intolerancia a la fructosa.

¿Cuál debe ser el tratamiento?

La intolerancia a la fructosa secundaria, que es la mayoritaria, debe abordarse con la realización de una dieta baja en fructosa. En un inicio, la reducción suele ser muy estricta para disminuir la inflamación de la mucosa intestinal. En algunos casos puede ser interesante realizar una dieta baja en FODMAPs ya que el intestino suele estar inflamado y tolera peor las sustancias que fermentan en el colon. Conforme se observa una mejora significativa en los síntomas gastrointestinales, se recomienda adaptar la dieta de forma que se vaya ajustando la cantidad de fructosa paulatinamente. El objetivo es conocer la tolerancia individual, por lo que, es recomendable hacer una dieta personalizada con la ayuda de un/a dietista-nutricionista especializado/a.

De forma general, se aconseja limitar aquellos alimentos que cuenten con altas proporciones de fructosa y/o sorbitol. Los alimentos más dañinos para las personas con esta intolerancia suelen ser las manzanas, las peras, las ciruelas, el melocotón, el albaricoque, las cerezas y las frutas deshidratadas como uvas pasas, dátiles e higos. Por supuesto, también conviene evitar el consumo de miel, mermeladas, membrillo y productos procesados con elevadas concentraciones de fructosa y sorbitol (zumos, bollería, gominolas, productos edulcorados o etiquetados como “sin azúcar”, bebidas azucaradas, etc.).

Es fundamental tratar de hallar la causa de la intolerancia, en caso de ser secundaria, y abordarla debidamente.

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Preguntas frecuentes sobre la intolerancia a la fructosa

Respondemos a las preguntas más recurrentes sobre la intolerancia a la fructosa

¿Cuándo sospechar de intolerancia a la fructosa?

Los síntomas asociados a la intolerancia a la fructosa pueden ser muy variables entre individuos. Sin embargo, es aconsejable acudir a un médico digestólogo al observar una pérdida significativa de peso sin causa aparente, la presencia de sangre o pus en heces, aparición de llagas en la lengua, aumento del meteorismo, etc. 

¿Cuáles son las frutas que no tienen fructosa?

Entre las frutas que tienen un menor contenido en fructosa destacan el aguacate, el coco, la papaya, la lima y el melón. Por ello, son las que están permitidas en las dietas bajas en fructosa. Aún así, el abanico de frutas y verduras aptas en esta dieta se irá ampliando conforme vayan disminuyendo las molestias intestinales.

¿Existe un tratamiento farmacológico para la intolerancia a la fructosa?

No hay tratamiento farmacológico para la intolerancia a la fructosa. El abordaje debe ser dietético. No obstante, existen unos suplementos a base de xilosa isomerasa, los cuales pueden ser de ayuda a la hora de ingerir alimentos con elevado contenido de fructosa. Esta enzima convierte la fructosa en glucosa de forma que mejora su absorción.

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Silvia Cardona
Autor/a: Silvia Cardona

Dietista-nutricionista y redactora de contenidos de salud

 

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