¿Qué es el síndrome de la cabaña?
Durante el confinamiento por COVID-19, afloró con más fuerza el concepto “síndrome de la cabaña”. Sirve para hacer referencia a las reacciones emocionales que sufrieron muchas personas al estar encerradas en sus casas durante un período más largo de lo habitual.
¿Qué es el síndrome de la cabaña?
De hecho, no es un síndrome ni un trastorno psicológico como tal. Por lo tanto, no existe una definición oficial. Podríamos describirlo como el miedo o la evitación a salir al exterior, pasar tiempo fuera de casa y volver a socializar tras un periodo de confinamiento. Se trata de un conjunto de emociones que aparecen como reacción a una situación de aislamiento. Es normal experimentarlo y, en la mayoría de los casos, no es más que una fase de transición hasta la adaptación total a la nueva normalidad.
La “cabaña” hace referencia al lugar dónde el individuo ha estado resguardado. Se convierte en un refugio, un lugar seguro en el que se está a salvo. Un sitio dónde puede defenderse de aquello que teme (lo que hay fuera). En la mayoría de casos, es la propia vivienda del individuo.
Causas del síndrome de la cabaña
Como ya hemos visto, la principal causa de esta condición es haber estado recluído en un mismo sitio durante un periodo de tiempo más o menos largo. Por ejemplo, personas que hayan estado en cuarentena, en la cárcel o ingresadas en un hospital.
El síndrome de la cabaña puede aparecer en personas de todas las edades, desde niños a personas de edad avanzada. Cuanto más largo sea el período de confinamiento, más probabilidades hay de padecerlo.
Síntomas del síndrome de la cabaña
Algunos de los síntomas que aparecen con más frecuencia son:
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Ansiedad. Es una reacción que se activa como respuesta a una amenaza o ataque. Produce una activación del sistema nervioso central (SNC). Vale la pena diferenciar la ansiedad, que puede ser una reacción normal, de los trastornos de ansiedad.
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Miedo a salir de casa y a retomar la rutina pre-confinamiento. El miedo también es una respuesta a situaciones que se perciben como un peligro. Su función es la de protegernos ante dicho peligro. Se trata de una emoción básica y necesaria para la supervivencia.
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También es común sentir angustia, tristeza o apatía.
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Alteraciones del sueño como dificultad en la conciliación y/o mantenimiento del sueño, desplazamiento de los horarios de sueño, etc.
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Algunos síntomas fisiológicos como la taquicardia, la sudoración excesiva, temblores, etc.
En el marco de una pandemia como la COVID-19 es común sufrir miedo y ansiedad. El panorama de incertidumbre y la crisis que trajo afectó a muchas personas a nivel mental. En esta situación, el estrés, el miedo y la preocupación fueron respuestas justificadas y, en parte, inevitables.
Durante el desconfinamiento, muchas personas fueron reticentes a salir a la calle. Debido a la cantidad de información recibida diariamente sobre el tema, muchos temían contagiarse si salían de su espacio seguro. En varios casos, este cuadro también iba acompañado de una hipervigilancia alrededor del uso de mascarilla, guantes, el mantenimiento de la distancia, etc. ¿Estábamos ante múltiples casos de síndrome de la cabaña? Probablemente.
Preguntas frecuentes sobre sindrome de la cabaña
¿Es el síndrome de la cabaña el paso previo a la agorafobia?
A pesar de compartir algunos síntomas, es importante no confundir el síndrome de la cabaña con la agorafobia. Como ya hemos visto, el denominado “síndrome de la cabaña” no es un síndrome ni un trastorno. Es una consecuencia que puede darse tras una situación inusual de aislamiento y/o confinamiento. En cambio, la agorafobia es un trastorno de ansiedad descrito como el miedo a los espacios abiertos. Sin embargo, hay otras situaciones prototípicamente agorafóbicas tales como usar transporte público, estar en un espacio cerrado, hacer colas, estar en medio de una multitud y estar solo fuera de casa. El miedo que aparece suele ir acompañado de pensamientos de que escapar de cualquiera de estas situaciones puede ser difícil o que no se les podría brindar ayuda. En caso de sospechar estar experimentando el síndrome de la cabaña, es recomendable estar atento a su duración y al impacto que tiene en la vida cotidiana. Si no se aborda correctamente, podría llegar a cronificarse.
¿Quién tiene riesgo de sufrir el síndrome de la cabaña?
Aunque cualquiera podría padecerlo, es más común que se desarrolle en personas que pasan mucho tiempo aisladas. Además, individuos que ya padecen algún tipo de fobia social, hipocondría, claustrofobia u agorafobia, también son más proclives a sufrirlo.
¿Cómo se trata el síndrome de la cabaña?
Es oportuno ser compasivo con uno mismo e intentar hacer progresos paulatinos. Un buen primer paso para enfrentarse a este “síndrome” es empezar por salidas cortas cerca de casa (o del espacio seguro). Hay quienes preferirán ir acompañados de una persona de confianza y evitar, al menos en las primeras salidas, socializar con mucha gente. En cualquier caso, siempre es recomendable exponerse al miedo. Recuperar poco a poco la actividad social y los hábitos de vida que se tenían antes del encierro. Cuando el malestar asociado a salir de casa resulta incapacitante y/o se extiende en el tiempo, es recomendable buscar ayuda psicológica. Para ello, en DKV contamos con un extenso cuadro médico con especialistas como psicólogos y psiquiatras que podrán ayudar en ésta y otras muchas situaciones.
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