Integración sensorial: ¿qué es? Aplicada a casos de autismo y obesidad infantil

La integración sensorial puede verse alterada en niños con autismo y/o con obesidad. Sabes cuál es el impacto que puede llegar a tener en su calidad de vida o cómo se puede tratar. ¡Te lo contamos!
¿Qué es la integración sensorial?
La integración sensorial describe los mecanismos neurológicos inconscientes que permiten organizar, asimilar y responder ante la información recibida del exterior. Ésta información es captada a través de los cinco sentidos: vista, gusto, oído, tacto y olfato. La integración sensorial es fundamental para el comportamiento adaptativo ya que nos permite percibir los elementos del entorno de manera coherente. Así pues, el sistema nervioso central (SNC) es el responsable de integrar las señales sensoriales y generar, en consecuencia, las diferentes respuestas.
Cuando existe una disfunción de la integración sensorial, se aprecia incapacidad de dar respuestas adaptativas frente a ciertas situaciones y estímulos.
Terapia de integración sensorial
La teoría de Integración Sensorial (IS) fue desarrollada en los años 60 por Jean Ayres, una terapeuta ocupacional estadounidense. La IS se usa para la intervención en terapia ocupacional lo cual permite evaluar y tratar a ciertos colectivos. Asimismo, ayuda a fomentar la regulación sensorial.
El principal objetivo de la terapia ocupacional es capacitar a las personas para participar en las actividades de la vida cotidiana, según la World Federation of Occupational Therapists (WFOT). Se usan intervenciones para promover la salud, el bienestar y la habilidad de participar en las actividades importantes del día a día.
En las sesiones de terapia de integración sensorial se realizan juegos y actividades que requieran coordinar varios sentidos a la vez. De igual modo, se trabajan la propiocepción (conciencia corporal) y el sentido vestibular (equilibrio y control espacial). Se desempeñan actividades repetitivas que van aumentando de dificultad.
¿A quién va dirigida la integración sensorial?
Este tipo de terapia puede ser beneficiosa para todos aquellos niños que tengan alguna disfunción de integración sensorial. Algunos signos que pueden alertarnos de que existe un problema de ese tipo son:
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Mala coordinación motora
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Grado extremo de actividad (demasiado alto o bajo)
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Hipo o hipersensibilidad sensorial
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Retraso en el habla o problemas en el lenguaje
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Poca habilidad de concentración
Autismo
El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición genética que se caracteriza por déficits en el desarrollo que afectan a la socialización, comunicación, imaginación y conducta. Se considera un tipo de trastorno del neurodesarrollo.
Las personas con TEA suelen mostrar conductas repetitivas y dificultades en la interacción social.
A menudo, las personas con TEA presentan alteraciones en el procesamiento sensorial. Pueden presentar hiper o hipo reactividad a estímulos sensoriales.
La hipersensibilidad sensorial suele provocar un malestar ante texturas, colores, luces, sonidos/ruidos u olores determinados. Se puede manifestar en evitación o irritabilidad al exponerse a dichos estímulos. Por ejemplo, la hiperreactividad auditiva hace alusión a la baja tolerancia a los sonidos del entorno (o a algunos sonidos en particular).
En cambio, la hiposensibilidad sensorial puede manifestarse como una indiferencia o falta de reacción ante estímulos que generalmente incomodarían a personas neurotípicas. Es el caso del dolor o la temperatura extrema.
Una misma persona puede tener diferentes hipo o hipersensibilidades a distintos estímulos. Estas alteraciones sensoriales pueden afectar a la realización de actividades cotidianas, dificultando la convivencia y la calidad de vida.
Las dificultades sensoriales también aparecen frecuentemente en niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

Obesidad infantil
La prevalencia de obesidad infantil ha incrementado significativamente a lo largo de las últimas décadas. Padecer obesidad en la infancia comporta importantes complicaciones tanto a corto como a largo plazo. Por ejemplo, la obesidad en la infancia se ha asociado con padecer obesidad en la edad adulta. Sin la realización de intervenciones para tratar esa condición, la probabilidad de mantenerla en la adultez es aún mayor.
Diferentes estudios han demostrado que la obesidad en la infancia o adolescencia impacta de manera negativa en el equilibrio, la postura y la locomoción. Eso deriva en menos control postural y más problemas como caídas y lesiones.
Comer implica la integración de dominios sensoriales que pueden dar lugar a respuestas de sensibilidad individual a algunas características de los alimentos. La aversión a ciertas texturas, sabores o colores en alimentos puede dificultar en gran medida el seguimiento de una dieta saludable. Normalmente se asocia con menos ingesta de frutas, verduras y alimentos ricos en proteína. En consecuencia, puede aumentar el consumo de alimentos superfluos de poca calidad nutricional que predisponen a un aumento de la grasa corporal. Es por eso que los niños con TEA tienen más riesgo de tener problemas de peso ya sea por defecto o por exceso.
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