Infección por la bacteria del estómago Helicobacter pylori

- Características y síntomas de las úlceras pépticas
- La bacteria del estómago y las úlceras pépticas
- Detección de la bacteria del estómago
- En resumen
Helicobacter pylori (H. pylori), comúnmente referida como bacteria del estómago, es un patógeno asociado con gastritis, úlceras y cáncer de estómago.
De hecho, es la causa más frecuente de gastritis y úlcera gastroduodenal o péptica.
Se trata de una infección crónica muy común, cuya prevalencia aumenta con la edad, que se estima que afecta al 50% de la población mundial.
Todo apunta a que, por lo general, H. pylori es adquirida durante la infancia, pero su forma de transmisión no está del todo clara.
Mayoritariamente se cree que esta bacteria podría ser transmitida de persona a persona por vía oral-oral y fecal-oral. No obstante, también se ha propuesto como posible vía de transmisión la ingesta de agua o comida contaminada.
Esta bacteria del estómago es capaz de sobrevivir en el microambiente gástrico y soportar sus condiciones hostiles, como las altas concentraciones de ácido gástrico o la presencia de enzimas digestivas.
Además de contar con mecanismos propios que la ayudan a sobrevivir en ese ambiente poco amigable, cuando H. Pylori coloniza las superficies, accede a la capa mucosa de la pared del estómago.
Así aprovecha las defensas de la propia mucosa y queda menos expuesta y más protegida de los efectos de los ácidos del estómago por la capa de moco gástrico.
Una vez invadida la mucosa gástrica, la combinación de productos patógenos de esta bacteria y la propia respuesta del cuerpo a la infección pueden dar lugar a la inflamación, la destrucción de tejidos y la ulceración.
Aunque la mayoría de las personas son asintomáticas, un 10-20% de las personas infectadas por H. pylori desarrollan úlceras pépticas.
Características y síntomas de las úlceras pépticas
La úlcera péptica es una lesión o herida de mayor o menor profundidad en la mucosa que reviste el tubo digestivo, la capa más superficial de este.
Cuando la úlcera se produce en el estómago se denomina úlcera gástrica, mientras que si se localiza en la primera porción del intestino delgado recibe el nombre de úlcera duodenal.
No obstante, cuando se habla en términos generales estas úlceras habitualmente son referidas como úlceras pépticas o gastroduodenales.
El síntoma más frecuente producido por una úlcera péptica es el dolor epigástrico o sensación de malestar en la zona central y superior del abdomen, que muchas veces es definido por quien lo experimenta como una especie de «hambre dolorosa» o acidez de estómago.
Este dolor, que puede ser entre leve y moderadamente intenso, tiende a aliviarse con la toma de antiácidos o de alimentos, volviendo a aparecer horas después.
Otros síntomas menos frecuentes de la enfermedad ulcerosa péptica son las náuseas y los vómitos.
Independientemente de los síntomas que ocasionen, las úlceras pépticas pueden dar lugar a complicaciones como una hemorragia digestiva, perforación o una estenosis u obstrucción.
La bacteria del estómago y las úlceras pépticas
La evidencia de una asociación causal entre H. pylori y las úlceras gástricas proviene de los tratamientos con antibióticos.
Mientras que con las preparaciones antiácidas las personas afectadas tienden a recaer un año después del tratamiento a largo plazo, al abordar las úlceras como una enfermedad infecciosa, utilizando los antibióticos necesarios, a menudo se consigue la cura permanente.
De hecho, la reducción en la incidencia de la infección por esta bacteria del estómago ha coincidido con una reducción en la incidencia de úlceras pépticas.
En comparación con los años 80, cuando se detectó la relación entre las úlceras pépticas y Helicobacter pylori, hoy es más habitual que estas úlceras estén relacionadas con el uso de antiinflamatorios no esteroideos (AINEs).
La infección por H. pylori generalmente se trata con una combinación de medicamentos que incluyen el compuesto antibacteriano metronidazol, un antibiótico como tetraciclina o amoxicilina y una preparación antiácida (inhibidor de la bomba de protones) con bismuto.
No obstante, la pauta y los fármacos a utilizar pueden variar en función de, por ejemplo, las tasas de resistencia de esta bacteria, la presencia de alergia a la penicilina o en caso de fracaso de la primera línea de tratamiento empleada.
Estos tratamientos con combinaciones triples o cuádruples de fármacos, que se administran generalmente durante 14 días, permiten eliminar esta bacteria del estómago y proporcionan una cura a largo plazo.
Detección de la bacteria del estómago
Por lo general se sospecha que existe una lesión ulcerosa en estómago o duodeno a partir de los síntomas que experimenta la persona afectada.
Para confirmarlo, se suele emplear la endoscopia digestiva oral que, además de permitir la visualización de las úlceras, si las hay, posibilita realizar una biopsia y obtener una muestra de tejido para su análisis.
No obstante, el diagnóstico de una infección por la bacteria del estómago se puede realizar mediante una prueba específica en la que se analiza el aire espirado.
Se denomina prueba de la ureasa, aunque comúnmente también es conocida como prueba del aliento.
Se trata de un test diagnóstico simple, no invasivo y con una alta precisión en la que el paciente ingiere urea marcada. Si hay presencia de ureasa, la urea ingerida será hidrolizada en dos subproductos, incluyendo dióxido de carbono marcado (CO2).
Al detectar este CO2 marcado en el aliento exhalado se corrobora la presencia de ureasa y, puesto que esta es producida casi exclusivamente por H. pylori, se puede confirmar la existencia de esta bacteria en la persona evaluada.
A partir de una biopsia de úlcera gástrica también se puede determinar la presencia de H. pylori, así como evaluar la resistencia antimicrobiana de la bacteria.
Sin embargo, en comparación con la prueba del aliento, la endoscopia es una técnica más invasiva y el análisis histológico de las muestras de una biopsia es más complejo y costoso.
Por ello cuando la endoscopia no es estrictamente necesaria, o no es factible, se opta por la prueba de la ureasa o del aliento para determinar la presencia de esta bacteria del estómago.
La recuperación de H. pylori o sus antígenos en las heces también es indicativa de infección, aunque es una técnica menos empleada en comparación con las anteriores.
En resumen
Las principales causas de úlceras pépticas son la infección por Helicobacter pylori y el consumo de fármacos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), entre los que se incluyen el ibuprofeno o el ácido acetil salicílico (Aspirina®).
Un 10-20% de las personas infectadas por H. pylori desarrollan úlceras pépticas en el estómago y/o duodeno.
Además, esta bacteria del estómago puede dar lugar a una gastritis crónica y, aunque solo un pequeño porcentaje de los infectados lo desarrolla, constituye un factor de riesgo para el cáncer gástrico o de estómago.
La detección y erradicación precoz de H. pylori ayuda a prevenir la aparición de cáncer gástrico al evitar que se acumulen los daños producidos por la inflamación crónica y la atrofia.
Por todo ello, es importante que, ante la sospecha de una úlcera péptica, acudamos al médico para que, además de confirmar o descartar la presencia de úlceras, pueda determinar si existe una infección por H. pylori.
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