Trastorno disociativo, ¿cómo es vivir con este diagnóstico?

El trastorno disociativo afecta la capacidad de una persona para integrar pensamientos, recuerdos, emociones y percepciones. Si alguna vez has pensado “no soy yo mismo” o has sentido que tu entorno es irreal, podrías haber experimentado síntomas leves de disociación. Pero ¿qué ocurre cuando estas sensaciones afectan al día a día y la salud mental?
En España y Europa, cada vez se detectan más casos relacionados con el trauma infantil y experiencias de estrés intenso. Eventos traumáticos graves en la infancia han sido vinculados como principal causa de estas alteraciones psiquiátricas. Se estima que hasta la mitad de la población puede experimentar episodios de despersonalización a lo largo de su vida, aunque solo una minoría desarrolla un trastorno crónico. Este fenómeno, además, sigue bajo diagnóstico y está rodeado de estigma y desconocimiento.
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¿Cómo vive una persona con trastorno de identidad disociativo?
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La importancia de priorizar la salud mental de forma proactiva
¿Qué es trastorno disociativo?
El trastorno disociativo es una alteración de la organización integrada de la identidad, la memoria y la conciencia. Se caracteriza por una “desconexión” entre pensamientos, recuerdos, percepciones y acciones, lo que dificulta para las personas seguir con una vida normal.
Principales tipos de trastorno disociativo:
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Amnesia disociativa: pérdida de memoria relacionada con hechos traumáticos o estresantes.
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Trastorno de identidad disociativo: presencia de dos o más identidades o “alters” coexistiendo en una misma persona.
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Trastorno de despersonalización/desrealización: sentir que uno es espectador de su propia vida o que el mundo se percibe como irreal.
Muchos de estos síntomas aparecen inicialmente tras eventos de estrés extremo. No todos los episodios de desconexión indican enfermedad, pero la cronicidad y el impacto en el funcionamiento cotidiano marcan la diferencia.
¿Cómo vive una persona con trastorno de identidad disociativo?
Vivir con trastorno de identidad disociativo (TID) supone convivir con múltiples identidades o “alters”, cada cual con su propia forma de sentir, recordar o percibir el mundo. La vida diaria puede estar marcada por lapsos de memoria, confusión o imposibilidad de predecir las propias reacciones.
Algunas personas diagnosticadas con TID afirman que la disociación “protege del trauma, pero es difícil de gestionar en el día a día”. Además del impacto emocional, suelen aparecer otros síntomas asociados: ansiedad, depresión y dificultades para desenvolverse social y laboralmente. El estigma social es una carga adicional, ya que existe mucho desconocimiento sobre la condición y suele confundirse con simples cambios de humor o exageraciones.
La experiencia vital se acompaña de una desconfianza constante hacia la propia cognición. No saber si lo vivido es real o producto de otra identidad genera inseguridad, miedo y tendencia al aislamiento.
¿Es peligroso el trastorno disociativo?
El síndrome no solo genera inestabilidad interna, sino que puede causar desconexión con la realidad, autolesiones, pensamientos suicidas o comportamientos de riesgo. El Consejo General de la Psicología de España subraya la importancia de evaluar la disociación tras un trauma, ya que predice peores resultados en salud mental, incluyendo depresión, trastorno de estrés postraumático (TEPT) y empeoramiento funcional a los tres meses del trauma.
Al ser un mecanismo de defensa, la disociación puede convertirse en una barrera para enfrentar el dolor psicológico, dificultando la recuperación y llevando, en casos extremos, a crisis existenciales graves. Por eso, es fundamental detectar los síntomas, buscar ayuda especializada y crear entornos de apoyo en la red social y familiar.
Consecuencias habituales:
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Sensación de inseguridad y miedo a perder el control.
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Problemas de relación y sociales por la discontinuidad de la identidad.
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Dificultad para asumir responsabilidades o mantener rutinas laborales y personales.
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Riesgo incrementado de autolesiones o ideas de hacerse daño en episodios graves.
Factores de riesgo y prevención proactiva
El principal desencadenante del trastorno disociativo es el trauma, sobre todo en la infancia: abuso físico, psicológico o negligencia. Otros factores incluyen la falta de apoyo, estrés prolongado y antecedentes familiares de enfermedad mental.
La protección y promoción del bienestar emocional desde la infancia son esenciales para prevenir este tipo de trastornos. La identificación temprana de síntomas y el acceso a terapias adecuadas (como la terapia EMDR) marcan la diferencia en la evolución de la condición.
Tratamiento del trastorno disociativo y abordaje actual
No existe un único tratamiento eficaz universalmente aceptado para los trastornos disociativos. El abordaje más respaldado por la evidencia es la psicoterapia focalizada en trauma, complementada en ocasiones con fármacos para síntomas asociados (ansiedad, depresión). La intervención debe ser individualizada y supervisada por profesionales expertos.
Un entorno comprensivo, la reducción del estigma y la información veraz constituyen pasos clave para facilitar el proceso de recuperación.
La importancia de priorizar la salud mental de forma proactiva
El trastorno disociativo es una condición compleja, frecuente y todavía desconocida para gran parte de la sociedad. Detectar signos de alerta, actuar de forma preventiva y contar con una red de apoyo es esencial para garantizar una buena salud mental. Apostar por la información y la sensibilización no solo beneficia a quienes conviven con la patología, sino que fortalece el bienestar global de la comunidad.
Preguntas frecuentes sobre el trastorno disociativo
¿Cómo se diagnostica un trastorno disociativo?
El diagnóstico del trastorno disociativo suele requerir una evaluación detallada por parte de un especialista en salud mental. Normalmente, se realizan entrevistas clínicas profundas en las que se exploran los síntomas, la historia personal y experiencias traumáticas. Es importante descartar otras condiciones médicas o psiquiátricas que puedan estar causando síntomas similares. En algunos casos, se emplean cuestionarios o pruebas psicológicas específicas para identificar los episodios de disociación y su impacto en la vida diaria.
¿Puede un trastorno disociativo mejorar con el tiempo?
En muchos casos, un trastorno disociativo puede mejorar con tratamiento especializado y apoyo adecuado. Sin embargo, la evolución depende de factores como la gravedad de los síntomas, la precocidad en la detección y el acceso a recursos terapéuticos. Algunas personas experimentan mejoras significativas y logran llevar una vida funcional, mientras que otras pueden enfrentar desafíos prolongados si no reciben ayuda o si persisten factores de riesgo.
¿La disociación se presenta solo en la edad adulta?
No, los síntomas disociativos pueden aparecer en cualquier etapa de la vida, incluso en la infancia. De hecho, la mayoría de los casos crónicos tienen su origen en situaciones traumáticas sufridas a edades tempranas. Los menores pueden expresar la disociación mediante juegos, cambios repentinos de comportamiento o pérdidas de memoria relacionadas con eventos dolorosos. La detección y el abordaje temprano son claves para evitar complicaciones a largo plazo.
¿Pueden las personas con trastorno disociativo desarrollar otras enfermedades mentales?
Sí, es frecuente que las personas con trastorno disociativo presenten comorbilidad con otros trastornos, como ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumático (TEPT), e incluso problemas de dependencia. Por eso, el seguimiento médico multidisciplinar es fundamental para identificar y tratar de manera integral todas las afecciones relacionadas, mejorando así la calidad de vida de la persona afectada.
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