Trastorno depresivo persistente, tristeza que no marcha

Falta de energía, problemas para dormir, baja autoestima, muchos de los problemas que caracterizan al trastorno depresivo persistente son tan comunes hoy en día que dificultan su diagnóstico, pero a diferencia de otros trastornos depresivos tiene un pronóstico más favorable porque, a pesar de prolongarse más en el tiempo, es de menor gravedad.

1. ¿Qué es la depresión?

2. Trastorno depresivo persistente, un tipo de depresión

3. Origen del trastorno

4. ¿Cómo saber si se sufre trastorno depresivo persistente?

5. Tratamiento y prevención

¿Qué es la depresión?

Para entender el trastorno depresivo persistente primero definiremos brevemente qué es la depresión desde el punto de vista clínico. Mucha gente confunde depresión con tristeza.

Cuando hablamos de depresión nos estamos refiriendo a un estado de ánimo caracterizado principalmente por la presencia de tristeza permanente, esta no desaparece con el transcurso de los días. No es lo mismo tener depresión que estar triste. No es una situación que pueda mejorar la persona por voluntad propia.

No todas las depresiones son iguales, en este artículo nos centraremos en un tipo concreto, el llamado trastorno depresivo persistente, también llamado distimia.

Trastorno depresivo persistente, un tipo de depresión

Las personas con trastorno depresivo persistente suelen estar desanimadas incluso en los momentos felices. Son descritas muchas veces como personas melancólicas o que son incapaces de divertirse.

El trastorno depresivo persistente (TDP), también llamado distimia, se caracteriza por ser un tipo de depresión leve pero de larga duración. Para poder diagnosticar esta afección deberá estar la persona en esta situación al menos 2 años, si es una persona adulta. En caso de niños y adolescentes al menos 1 año.

Este es un trastorno que ha sido recientemente reconocido en el DSM-5. Es una forma de depresión leve que comparte algunos síntomas con otros trastornos del estado del ánimo. Su nombre distimia deriva del griego dys(anomalía) y thymós (humor, espíritu). Se considera que puede afectar al 5 o 6 por ciento de la población, siendo más frecuente en mujeres jóvenes.

El hecho de que tenga carácter crónico y que se puedan confundir sus síntomas con otros trastornos mentales dificulta su diagnóstico, por lo que hay un gran número de personas que lo sufren que no están adecuadamente diagnosticadas.

Origen del trastorno

Son varios los mecanismos tanto biológicos, como psicológicos implicados. Se cree que podría haber un origen genético que favorece el desarrollo de este trastorno. Suele aparecer en una etapa muy temprana de la vida, incluso en la infancia, y se prolonga durante mucho tiempo. También variables sociales o ambientales podría derivar en su aparición, como sucesos traumáticos, dificultades económicas o pérdida de un ser querido. En general, situaciones que generan estrés en la persona.

Como factores de riesgo podemos encontrar:

• Tener un pariente consanguíneo con trastorno depresivo.

• Un trauma o un evento estresante, como la muerte de un familiar, tener graves problemas económicos...

• Rasgos de la personalidad como baja autoestima, ser muy autocrítico o negatividad.

• Antecedentes de otros problemas de salud mental como trastornos de la personalidad.

¿Cómo saber si se sufre trastorno depresivo persistente?

Los síntomas suelen aparecer y desaparecer durante varios años. La intensidad varía con el tiempo, pero los síntomas no suelen desaparecer más de dos meses seguidos. También pueden aparecer episodios de depresión mayor durante el desarrollo del trastorno. Muchas veces acompaña a otras enfermedades como el cáncer, trastorno de ansiedad o abusos de sustancias.

Puede incluir síntomas muy diversos como por ejemplo;

• Sentimientos persistentes de tristeza. Aquí incluimos desde la pérdida de interés por la actividad diaria o apatía, incluso por las cosas que antes le gustaba hacer a la persona. Es muy propio que la persona sienta anhedonia o desinterés para disfrutar de las cosas. La persona es incapaz de disfrutar de actividades que antes le hacían feliz como ver una película, pasear o escuchar música.

• Cansancio y poca energía

• Dificultad para poder concentrarse y pensar con afectación de la memoria.

• Dificultad para tomar decisiones. La persona rumia cualquier problema lo que le conlleva al agotamiento dificultando la resolución de conflictos y disminuyendo la falta de actividad al no sentirse capaz de decidir.

• Pensamientos negativos, relacionados con la inutilidad, la culpa, incluso pueden aparecer pensamientos suicidas.

• Sentimiento de culpa. La persona tiende a culparse por las situaciones en la que se encuentra por lo que se convierte en un círculo vicioso.

• Cambios en el peso debido a un exceso o defecto de alimentación.

• Patrones de sueño alterados, como insomnio, sueño excesivo.

• Autoestima baja.

• Irritabilidad y enojo.

• Evitación de las actividades sociales y de las relaciones interpersonales.

• Malestar general como dolores crónicos, alteraciones gastrointestinales, afecciones dermatológicas, etc.…

Las personas que sufren de este trastorno a menudo tienen una visión negativa de sí mismos, del futuro, del entorno.

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Tratamiento y prevención

En muchas ocasiones este trastorno no es diagnosticado, dificultando su tratamiento. Un buen diagnóstico es fundamental para poder actuar y trabajar en mejorar el bienestar de la persona.

Para prevenirlo es fundamental poder controlar el estrés, trabajar la autoestima, evitar el aislamiento y tener hábitos saludables. Dedicar tiempo al descanso y al autocuidado también son aliados para reducir las posibilidades de padecer este trastorno o cualquier otro del estado de ánimo.

El tratamiento puede incluir diferentes opciones, pero principalmente se recurre a:

• Uso de fármacos. Los medicamentos antidepresivos parecen que mejoran el equilibrio de ciertos neurotransmisores en el cerebro, lo que mejora a su vez el trastorno.

• Tratamiento psicológico. La terapia cognitiva conductual suele tener buenos resultados para este tipo de trastorno. Se trata sobre todo de trabajar los pensamientos distorsionados que tiene la persona de sí misma y de su entorno. También se trabajan las habilidades para poder gestionar el estrés. La terapia también ayudará a entender los factores que pueden estar detrás de los pensamientos y sentimientos depresivos.

A nivel personal también hay medidas que puede tomar la persona y que, juntamente con la medicación y la psicoterapia, le ayudará a sentirse mejor:

• Instaurar hábitos de sueño, intentar tener un horario de sueño y dormir las suficientes horas.

• Tener una alimentación lo más equilibrada posible.

• Tomar los medicamentos correctamente.

• Intentar hacer ejercicio con regularidad.

• Buscar actividades que ayuden a distraerse.

• Evitar el consumo de alcohol y otras drogas.

• Tomar medidas para controlar el estrés.

• Tener vida social.

La depresión puede afectar a cualquier persona. El trastorno depresivo persistente tiene además la particularidad de su prolongación en el tiempo. Afortunadamente hay tratamiento para combatirlo y que la persona pueda superar el trastorno.

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