Revisión ginecológica, mejor prevenir que curar

Es recomendable la realización de una revisión ginecológica de forma periódica. Es la manera de hacer medicina preventiva mediante exploraciones y pruebas sencillas e inocuas.
¿Por qué es tan importante?
La visita rutinaria al ginecólogo es una práctica bastante extendida en una gran parte de mujeres, que tienen asumido que se trata de una buena costumbre. Pero ¿por qué es tan importante? Pues, porque por suerte, parte de los órganos ginecológicos son fácilmente accesibles pudiendo realizar pruebas como la citología que nos permite diagnosticar lesiones precancerosas en el cuello uterino, o la mamografía que ha demostrado ser una prueba radiológica tremendamente útil para diagnosticar precozmente el cáncer de mama. Tanto una cosa como la otra tienen un impacto importante y muy positivo en el estado de salud de la mujer que se visita periódicamente.
Por otro lado, la revisión ginecológica es útil para valorar el estado de salud de la paciente, para comentar con ella las diferentes opciones anticonceptivas si son necesarias, o promover conductas saludables y evitar hábitos tóxicos. En cualquier contexto, pero sobre todo cuando se planifican los embarazos, para concienciar a las más jóvenes sobre la prevención de los embarazos no planificados o las enfermedades de transmisión sexual.
Existe cierta controversia en la frecuencia en la que se han de realizar estas visitas y la edad a partir de la cual conviene hacer la primera. Según mi opinión y la de la mayoría de las sociedades científicas hay que hacerlas anualmente a partir de la edad en que se inician las relaciones sexuales, y en su ausencia a partir de los 25 años.
¿En qué consiste?
- En una pequeña entrevista con el ginecólogo, que valorará antecedentes personales y familiares de salud, frecuencia e intensidad de los ciclos menstruales, y se podrán comentar aspectos relacionados con el control de natalidad o por el contrario actitudes propiciatorias para conseguir embarazo según el caso.
- La exploración mamaria, durante la cual podemos identificar patologías mamarias y enseñar a la paciente a autoexplorarse, y según la edad solicitar pruebas complementarias como la mamografía o la ecografía mamaria. Cada una de ellas tiene una indicación, y son complementarias y no excluyentes.
- La mamografía es la prueba por excelencia para el diagnóstico precoz del cáncer de mama, pero tiene sus limitaciones, pues en las mujeres más jóvenes la presencia de abundante material fibroso, que es propio de la edad, dificulta la interpretación de las imágenes, por lo que muy a menudo se complementa con una ecografía mamaria, que también se indica como primera opción en mujeres muy jóvenes para control de patología benigna frecuente como quistes mamarios o fibroadenomas. La frecuencia con que hay que realizarla también es variable según las fuentes consultadas, la periodicidad anual o bianual es la norma general, a partir de los 40-50 años.
- La citología cervicovaginal es otra prueba que se realiza rutinariamente durante la revisión ginecológica. Consiste en un cepillado de la superficie externa del cuello del útero y del interior del canal endocervical, al que accedemos fácilmente mediante un pequeño dispositivo llamado especuloscopio que separa las paredes vaginales. Es una exploración discretamente incómoda, pero para nada dolorosa ni traumática, que nos permite obtener una muestra de las células del cuello uterino que se remiten al laboratorio donde un técnico experto las revisará pudiendo identificar cambios precancerosos que nos pondrán sobre aviso para controlar o tratar esas pacientes para que nunca lleguen a desarrollar un cáncer.
- También forma parte de la exploración ginecológica el tacto bimanual: el ginecólogo mediante la doble palpación vaginal y abdominal es capaz de valorar el tamaño del útero y los ovarios, que en ciertas patologías puede estar aumentado.
- Cada vez más, la práctica de una ecografía transvaginal forma parte de la rutina de una revisión ginecológica. Hemos de considerarla como opcional, pero el hecho de que se trata de una prueba inocua, fácil de reproducir y de gran valor informativo, ha hecho que cada vez más contemos con ella para valorar la morfología del útero, el endometrio y los ovarios según los datos obtenidos en el interrogatorio médico o hallazgos a la exploración, e incluso en casos de absoluta normalidad según la edad de la paciente.
- Asimismo, en muchos casos la visita al ginecólogo es la única visita médica que la paciente realiza periódicamente, con lo que, si es conveniente según la edad o los antecedentes, se puede aprovechar para realizar un análisis de sangre para valorar la normalidad de parámetros como la glucosa, el colesterol… o una densitometría ósea si la paciente no visita periódicamente al médico de cabecera.
Aprovechamos para animar a todas las mujeres a realizar su visita periódica al ginecólogo pues es la representación misma del tópico “más vale prevenir que curar”.