Problemas del sueño, los 5 trastornos más comunes
El sueño es un estado fisiológico de reposo del organismo, con una inactividad relativa, una ausencia de movimientos voluntarios y una falta casi total de respuesta a estímulos. El ser humano pasa, aproximadamente, un tercio de su vida durmiendo y, pese a su aparente inactividad, es un proceso cerebral activo y complejo.
Este proceso está regulado por varias sustancias, como la serotonina, la noradrenalina, la dopamina o la melatonina, entre otras. El sueño permite la recuperación física del organismo, así como la reorganización mental. Por eso, el desarrollo de problemas del sueño pueden suponer un problema para la salud.
¿Cuáles son los problemas del sueño más comunes?
Como cualquier otro proceso fisiológico, el descanso puede verse también alterado por diversos problemas del sueño. Algunos de los más frecuentes son estos:
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Insomnio
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Síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS)
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Síndrome de las piernas inquietas
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Parasomnias
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Narcolepsia
Insomnio, el más habitual de los problemas del sueño
El insomnio es uno de los problemas del sueño más frecuentes. Se trata de un trastorno del sueño caracterizado por la dificultad para iniciar o mantener el sueño, así como la sensación de no tener un descanso reparador, disminuyendo tanto la calidad como la cantidad del sueño.
Este es uno de los problemas del sueño más frecuentes y, de hecho, afecta aproximadamente al 30% de la población adulta, especialmente a mujeres, ancianos y personas con algún trastorno psiquiátrico.
Pero no todos los problemas del sueño relacionados con el insomnio son iguales, ya que este trastorno puede ser de conciliación, de mantenimiento, de despertar precoz o mixto.
Es importante entender que el insomnio conlleva somnolencia diurna, falta de concentración y energía, irritabilidad y alteraciones del comportamiento.
Causas del insomnio
Las principales causas del insomnio suelen ser:
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Alteraciones emocionales del individuo, como el estrés, la ansiedad, la angustia, el miedo o la tristeza.
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Enfermedades físicas como el dolor, la fiebre, las neuropatías o las alteraciones gastrointestinales o genitourinarias.
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Diversas sustancias, como cafeína, alcohol, sustancias estimulantes o la abstinencia de drogas depresoras del sistema nervioso central.
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Factores ambientales como el ruido, la luz, la temperatura o las características de la cama.
Tratamiento para el insomnio
El tratamiento del insomnio debe iniciarse con una correcta higiene del sueño, que implica lo siguiente:
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Procurar ir a dormir y despertarse a la misma hora, dormir unas 7-8 horas diarias.
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Evitar las sustancias estimulantes.
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No realizar siestas largas (no más de media hora).
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Evitar llevar a cabo actividades físicas ni excitantes a última hora del día.
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Evitar las cenas copiosas.
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Procurar que el dormitorio tenga unas condiciones de temperatura, luz y silencio propicias para conciliar y mantener el sueño.
En caso de precisar tratamiento farmacológico, se puede iniciar mediante sustancias naturales como la tila o la valeriana. Si no es suficiente, existe un amplio rango de fármacos hipnóticos (benzodiazepinas, antidepresivos, melatonina) que se adaptan a las necesidades de cada tipo de insomnio, siempre bajo la supervisión de un médico.
SAOS (Síndrome de apnea obstructiva del sueño)
El SAOS o síndrome de apnea obstructiva del sueño es un trastorno del sueño que consiste en una alteración anatómica de la vía aérea superior. Este problema, que afecta aproximadamente al 7% de la población, conlleva una obstrucción del tracto respiratorio durante el sueño, hecho que acarrea una disminución de los niveles de oxígeno en sangre, haciendo que el paciente sufra un despertar brusco ante la falta de oxigenación.
Estos despertares, que son más de 5 por hora, hacen que el sueño no sea reparador en absoluto. El cese de la respiración (apnea) suele ser de unos 10-15 segundos aproximadamente.
El estrechamiento de la vía aérea superior puede ser debido a muchas causas, como:
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Obesidad.
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Alteraciones nasales, faríngeas, mandibulares o del paladar y la úvula (la campanilla).
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Consumo de alcohol, tabaquismo o uso de sustancias inductoras del sueño.
La historia clínica de los pacientes con SAOS son los ronquidos de gran intensidad junto con las pausas respiratorias o apneas, los despertares múltiples durante la noche y la hipersomnia diurna.
Tratamiento para el SAOS
El tratamiento del SAOS depende del factor desencadenante. Puede abordarse el problema mediante una pérdida de peso, evitando el consumo de hipnóticos, alcohol y tabaco o no durmiendo bocarriba.
En ocasiones se puede precisar de tratamiento quirúrgico para corregir defectos del tabique nasal, pólipos, alteraciones faríngeas, maxilares o de la úvula y el paladar.
En casos graves, se puede necesitar de unas máquinas llamadas CPAP o BiPAP, que consisten en unas mascarillas que se aplican a la cara del paciente mientras duerme y ejercen una presión que impide que se colapse la vía aérea.
Síndrome de las piernas inquietas
Otro de los problemas del sueño más comunes es el síndrome de las piernas inquietas. Este trastorno afecta al 6% de la población, porcentaje que aumenta hasta casi el 15% en los mayores de 65 años. Consiste en el padecimiento de unas molestias en las piernas y una necesidad imperiosa de moverlas. Dichas molestias se manifiestan como hormigueos, picores, pinchazos o incluso dolor, dándose siempre en reposo y necesitando mover las piernas para mitigar estos síntomas.
Se cree que es debido a un descenso de los niveles de dopamina, así como también de hierro o ácido fólico. Suele darse con frecuencia en situaciones de estrés y es habitual durante el embarazo. Otras enfermedades que predisponen a padecerlo son la diabetes, la artritis reumatoide o la insuficiencia venosa.
Tratamiento para el síndrome de las piernas inquietas
El tratamiento del síndrome de las piernas inquietas puede incluir cambios en el estilo de vida y medicamentos:
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Hacer ejercicio de forma regular y moderada puede ayudar a aliviar los síntomas, aunque es importante evitar hacer ejercicio excesivo o demasiado tarde en el día, ya que esto podría intensificar los síntomas.
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Reducir el consumo de cafeína también puede ser beneficioso para algunos pacientes.
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También existen medicamentos para ayudar a controlar los síntomas. Estos medicamentos pueden incluir agentes dopaminérgicos, opioides, antiepilépticos o benzodiazepinas, dependiendo de la gravedad de los síntomas y la respuesta del paciente al tratamiento.
Narcolepsia
Aunque no es uno de los problemas del sueño más comunes, puede que sea uno de los más peligrosos. La narcolepsia es un trastorno poco frecuente (afecta a menos del 1% de la población) y se caracteriza por la presencia de una somnolencia diurna inevitable, así como en muchos casos cataplejía, la pérdida brusca del tono muscular del cuerpo, haciendo que la persona caiga al suelo y no pueda moverse sin llegar a perder el conocimiento. Estos ataques suelen desencadenarse por emociones como la risa o la sorpresa.
Muchos pacientes con narcolepsia presentan también alteraciones del sueño nocturno, así como parálisis muscular y alucinaciones al adormecerse o al despertar.
Tratamiento para la narcolepsia
El tratamiento para la narcolepsia se centra en controlar los síntomas, ya que actualmente no hay una cura. Los medicamentos son una parte importante del tratamiento y pueden incluir estimulantes para combatir la somnolencia diurna excesiva, como el modafinilo o el metilfenidato. Además, los antidepresivos tricíclicos a menudo se utilizan para tratar la cataplexia, un síntoma característico de la narcolepsia que involucra la pérdida repentina de tono muscular. La combinación de estos medicamentos puede ser efectiva para controlar los síntomas específicos de cada individuo.
Además de la medicación, los cambios en el estilo de vida también pueden ayudar a controlar los síntomas de la narcolepsia. Estos pueden incluir:
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Tomar siestas cortas programadas durante el día para combatir la somnolencia.
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Mantener un horario de sueño regular.
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Evitar el consumo de alcohol y cafeína antes de acostarse.
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Participar regularmente en actividad física.
Es importante destacar que el tratamiento de la narcolepsia es sintomático y crónico, lo que significa que es necesario mantener un régimen de tratamiento a largo plazo para controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida. Además, el tratamiento puede requerir ajustes periódicos según la respuesta del paciente y la progresión de la enfermedad.
Parasomnias
Las parasomnias son problemas del sueño que involucran comportamientos o experiencias anormales durante el sueño o durante las transiciones entre el sueño y la vigilia. Estas alteraciones pueden ocurrir en cualquier etapa del sueño y pueden ser más comunes en la infancia o adolescencia, aunque también pueden persistir en la edad adulta.
Las parasomnias se clasifican según la fase del sueño en la que ocurren y pueden incluir una variedad de síntomas, como sonambulismo, terrores nocturnos, hablar dormido, pesadillas vívidas y movimientos corporales repetitivos durante el sueño, entre otros.
Tratamiento de las parasomnias
El tratamiento de las parasomnias varía según el tipo específico de trastorno del sueño y la gravedad de los síntomas. Por ejemplo, para el trastorno de conducta del sueño REM, que es una de las parasomnias más importantes, se recetan medicamentos benzodiazepínicos, como el clonazepam. Estos medicamentos se toman antes de acostarse y pueden ayudar a prevenir la recurrencia de los episodios. En casos de hipersomnia idiopática o narcolepsia, se pueden recomendar medidas de higiene del sueño, como mantener horarios regulares de sueño y evitar el consumo de cafeína.
En cualquier caso, es necesario abordar las causas subyacentes de las parasomnias, que pueden incluir estrés, ansiedad u otros trastornos del sueño. La terapia cognitivo-conductual (TCC) puede ser útil para identificar y abordar los factores desencadenantes psicológicos de los trastornos del sueño. Además, algunos casos de parasomnias pueden beneficiarse de cambios en el estilo de vida, como reducir el consumo de alcohol y evitar actividades estimulantes antes de acostarse.
Es importante destacar que el tratamiento de las parasomnias debe ser individualizado y supervisado por un médico especializado en problemas del sueño. El seguimiento regular con un profesional de la salud puede ayudar a monitorear la eficacia del tratamiento y efectuar ajustes según sea necesario. Además, se pueden efectuar estudios de sueño adicionales, como la polisomnografía, para evaluar la respuesta al tratamiento y detectar posibles trastornos subyacentes del sueño.
¿Cómo se diagnostican los problemas del sueño?
Diagnosticar los problemas de sueño es fundamental para mejorar la calidad de vida de quienes sufren trastornos relacionados con el sueño. Para diagnosticar este tipo de problemas, es importante acudir a una unidad de sueño especializada, donde se llevará a cabo un estudio del sueño para determinar las causas y síntomas específicos.
En cualquier caso, cada tipo de trastorno requiere un abordaje distinto y un tratamiento específico para mejorar la calidad del sueño y la salud en general. Además, es necesario tener en cuenta que las causas y síntomas pueden variar para cada persona, por lo que un diagnóstico preciso es indispensable.
Teniendo en cuenta lo anterior, sería interesante que, antes de visitar al especialista, hicieras un diario del sueño durante unas semanas. En él, podrías anotar los horarios de ir a la cama y de levantarse, así como cualquier dificultad para dormir o despertares nocturnos. También deberías reunir información sobre tu historial médico, incluyendo otros trastornos de salud, medicamentos que tomas y hábitos de vida que pueden influir en el sueño, como el consumo de cafeína o alcohol.
Consecuencias de la falta de sueño
La falta de sueño puede tener graves consecuencias para la salud, tanto física como mental. Algunas de las más importantes incluyen las siguientes:
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Enfermedades cardiovasculares: la falta de sueño está relacionada con un aumento en el riesgo de hipertensión arterial y otras enfermedades cardiovasculares debido a procesos inflamatorios y alteración de la función endotelial.
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Diabetes: la privación de sueño puede incrementar el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, alterando la tolerancia a la glucosa y afectando negativamente a otros aspectos del metabolismo.
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Alteraciones en el sistema inmunitario: la falta de sueño disminuye la eficacia del sistema inmunitario, reduciendo la resistencia a infecciones.
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Obesidad: existe una relación directa entre la falta de sueño y el aumento de peso debido a alteraciones hormonales que incrementan el hambre y el apetito.
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Trastornos de la salud mental: la privación de sueño puede llevar a la depresión y la ansiedad, creando un ciclo de retroalimentación negativo que agrava los patrones de sueño inadecuado.
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Deterioro cognitivo: la falta de sueño afecta negativamente la memoria, la capacidad de concentración, la toma de decisiones y el estado de alerta.
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Sensibilidad al dolor: la falta de sueño puede aumentar la sensibilidad al dolor y afectar la efectividad de los analgésicos.
Otros efectos incluyen fatiga crónica, pérdida de habilidades cognitivas, menor rendimiento físico, riesgo de accidentes, envejecimiento prematuro y disminución de la calidad de vida. Además, la falta de sueño también puede exacerbar el efecto del alcohol y aumentar el riesgo de accidentes de tráfico.
Para prevenir estas consecuencias, es interesante desarrollar buenos hábitos de sueño y buscar ayuda profesional si se sufren problemas del sueño.
Claves para entender los problemas del sueño
Los trastornos del sueño afectan significativamente la calidad de vida de muchas personas. Estos problemas no sólo perturban el descanso nocturno, sino que también pueden tener consecuencias graves en la salud física y mental de los individuos. Por eso, no se puede obviar la importancia de un diagnóstico y tratamiento adecuados.
Los enfoques terapéuticos varían desde cambios en el estilo de vida y la higiene del sueño hasta intervenciones farmacológicas y, en algunos casos, quirúrgicas, dependiendo de la naturaleza y severidad del trastorno. Estas estrategias buscan restaurar un patrón de sueño saludable y mejorar así el bienestar general de los pacientes.
Es esencial abordar estos problemas con la ayuda de profesionales especializados en trastornos del sueño para garantizar un manejo efectivo y mejorar no solo el descanso nocturno, sino también la calidad de vida diurna. La concienciación sobre estos trastornos y sus impactos subraya la necesidad de priorizar el sueño como un componente crítico de la salud general.
Artículo publicado originalmente el 05 de marzo del 2015 y actualizado el 26 de marzo del 2024
Preguntas frecuentes sobre problemas del sueño
¿Cuáles son los trastornos del sueño más comunes?
Los trastornos del sueño más comunes incluyen el insomnio, síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS), síndrome de las piernas inquietas, parasomnias y narcolepsia.
¿Qué es el insomnio y cuántas personas afecta?
El insomnio es un trastorno caracterizado por la dificultad para iniciar o mantener el sueño, afectando aproximadamente al 30% de la población adulta, siendo más frecuente en mujeres, ancianos y personas con trastornos psiquiátricos.
¿Qué tratamientos existen para el síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS)?
El tratamiento para el SAOS puede incluir pérdida de peso, evitar el consumo de hipnóticos, alcohol y tabaco, o no dormir bocarriba. En casos graves, se puede recurrir a tratamientos quirúrgicos o al uso de máquinas CPAP o BiPAP.
¿Cómo se puede tratar el síndrome de las piernas inquietas?
El tratamiento puede incluir cambios en el estilo de vida, como ejercicio moderado y reducción del consumo de cafeína. Medicamentos como agentes dopaminérgicos, opioides, antiepilépticos o benzodiazepinas también pueden ser utilizados dependiendo de la gravedad de los síntomas.
¿Qué es la narcolepsia y cómo se trata?
La narcolepsia es un trastorno caracterizado por somnolencia diurna inevitable y, en muchos casos, cataplejía. El tratamiento incluye medicamentos como estimulantes para la somnolencia diurna excesiva y antidepresivos tricíclicos para la cataplejía, además de cambios en el estilo de vida, como siestas cortas programadas y mantener un horario de sueño regular.
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