Sal normal o yodada

02 Mayo 2022
Tiempo de lectura
6 minutos
La sal se ha usado durante miles de años tanto para la conservación como para potenciar el sabor de los alimentos. ¿Sabías en qué se diferencian la sal normal y la yodada? Descubre cuál es mejor.
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Sal yodada o normal
  1. Diferencias entre sal normal o yodada

  2. ¿Por qué es necesario el yodo?

Los términos sal y sodio suelen ser utilizados como sinónimo pero es importante conocer su diferencia. La sal es el nombre común del cloruro de sodio (NaCl), su composición es aproximadamente de un 40% de sodio y un 60% de cloruro. Por lo tanto, cada gramo de sal aporta 0,4 g de sodio. El sodio es un electrolito fundamental para el organismo, ayuda en la función muscular y es imprescindible para el equilibrio hidroelectrolítico. Sin embargo, el exceso de sodio en la dieta puede acarrear complicaciones como el aumento de la presión arterial.

Juntamente con el tabaquismo y la hipercolesterolemia, la hipertensión arterial (HTA) es un factor de riesgo importante en la cardiopatía isquémica y uno de los principales factores de riesgo de los accidentes vasculares cerebrales. ​​Se trata de un gran problema de salud pública ya que el hecho de padecer HTA aumenta el riesgo de padecer muchas otras enfermedades y, como consecuencia, aumenta también el coste sanitario.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda consumir menos de 5 g de sal al día (equivalente a 2 g de sodio).

El 72% del consumo de sodio en países desarrollados no proviene de la sal común, proviene principalmente de alimentos procesados y precocinados que contienen aditivos a base de sodio (glutamato monosódico, cloruro sódico, fosfato disódico, propionato sódico, etc.) para su conservación y/o para potenciar el sabor.

Es importante fijarse siempre en las etiquetas de los productos que vayas a consumir, especialmente en caso de seguir una dieta hiposódica. El Valor Diario (VD) hace referencia a las cantidades recomendadas de nutrientes que se deben consumir cada día. Mientras que el %VD es el porcentaje de valor diario y muestra el aporte de cada nutriente en una porción del alimento o producto alimentario. Para discernir si un alimento tiene un alto o bajo contenido en sodio, el %VD es un buen indicador. Si el %VD de sodio es <5% se considera bajo y, a partir de un 20%, se considera alto.

Aparte de la reducción de sal, existe otra estrategia que parece ser incluso más efectiva para la disminución de la presión arterial. Se trata de incrementar la ingesta de alimentos ricos en potasio (espinacas, plátano, aguacate, albaricoques, …), de esa forma aumentará la eliminación de sodio por orina. El equilibrio de estos dos electrolitos es clave para mantener a raya la presión arterial.

Diferencias entre sal normal o yodada

El término sal normal se utiliza para la sal común o sal de mesa. Es la más utilizada en la cocina, generalmente en el formato de sal fina, aunque también puede encontrarse como sal gorda.

En cambio, la sal yodada es sal común a la cual se le ha añadido yodo en forma de yodato de sodio. Se trata de una estrategia de salud pública para la prevención del déficit de yodo. 100g de sal yodada aportan 6 mg de yodo, teniendo en cuenta que una buena parte del yodo se pierde en el cocinado, es preferente añadir la sal yodada al final de la cocción.

¿Por qué es necesario el yodo?

Este mineral es necesario para la formación de las hormonas tiroideas y, en consecuencia, para el correcto funcionamiento de la glándula tiroides.

La cantidad diaria recomendada (CDR) de yodo en población adulta sana equivale e 100-150 𝞵g. Estas necesidades pueden aumentar en algunas situaciones. En el caso del embarazo, las necesidades de yodo se ven incrementadas en un 47% (220 𝞵g/día). Este mineral es clave para el desarrollo de los órganos del feto por lo que es muy importante su obtención durante el primer trimestre. El consumo de sal yodada en embarazadas no solamente es seguro sino que es recomendable. En los primeros meses de vida, el aporte de yodo es imprescindible para el desarrollo del cerebro, de manera que hay que garantizar el aporte suficiente de este mineral en las madres lactantes. En algunos casos, se puede requerir suplementación.

Las principales fuentes alimentarias de yodo son las algas, el pescado y el marisco. En menor cantidad también se encuentra en huevos, leche de vaca, setas, algunos frutos secos y legumbres. La cantidad de yodo en los alimentos difiere según la región geográfica, ya que depende de la concentración de este mineral en el suelo de conreo y el agua del mar.

El alimento con mayor cantidad de yodo son las algas, pudiendo llegar a contener una elevada cantidad de este mineral. Además, pueden acumular metales pesados como el mercurio. Es por eso que su uso debe ser prudente para evitar que repercuta en la función tiroidea.

Dado que la principal fuente alimentaria de yodo es de origen marino, la carencia de este mineral suele ser común en las personas que siguen dietas vegetarianas o veganas. Por ello, está especialmente recomendado el uso de la sal yodada en este colectivo.

Es importante conseguir unos niveles equilibrados de yodo a través de la dieta, ni en exceso ni en defecto. La deficiencia de yodo puede originar un agrandamiento de la glándula tiroides (bocio endémico). Por otra parte, el exceso de yodo puede originar un exceso de hormonas tiroideas (hipertiroidismo) y puede ser necesario el uso de fármacos para lograr un equilibrio.

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En general, podríamos afirmar que la sal yodada es una muy buena opción para la población sana y especialmente recomendable para aquellas personas que siguen dietas vegetarianas o veganas, así como en embarazadas y madres lactantes. Recordemos que una dieta rica en sal está relacionada con una presión arterial elevada, lo cual representa un riesgo de enfermedades cardiovasculares. Por lo tanto, indiferentemente del tipo de sal, no debería exceder los 5 gramos diarios.

En caso de tener alguna afección en la glándula tiroides y requerir la disminución de la ingesta de yodo, será mejor el uso de sal común. En todo caso, es preferible consultar con su médico endocrino para una recomendación individualizada.

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Silvia Cardona
Autor/a: Silvia Cardona

Graduada en Nutrición Humana y Dietética.

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